ACNE
F. Camacho
Es la dermatosis más frecuente, pues aparece en el 80 % de personas, principalmente en la adolescencia. Hay dos formas clínicas, acné polimorfa juvenil y acné quistica y conglobata. Dentro de la primera eventualidad hay a su vez unas formas leves, que padecen 11 de cada 12 adolescentes, y otras graves, que siempre dejan secuelas cicatriciales, lo que determina un gran impacto psíquico en la persona con las repercusiones sociales consiguientes, Estas últimas exigen tratamiento dermatológico para evitar las cicatrices y las primeras, al menos dirección médica para evitar que manipulaciones inadecuadas transformen una forma leve‑papulosa en una grave‑quística que siempre dejará cicatrices.
Con nuestros conocimientos actuales y las terapéuticas disponibles es inconcebible que no se traten y mejoren las acnés, e inadmisibles posturas pasivas como la de seguir diciendo, «ya se te curará cuando cumplas los 30 años, o cuando te cases». Tampoco puede admitirse hoy que el paciente acuda directamente al farmacéutico, esteticista o centros de los llamados «para el tratamiento de la acné», puesto que la acné, como síntoma de estado seborreico constitucional en relación directa con el sistema endocrino, es una patología médica y sólo al médico le compete su tratamiento, si bien hay casos que con cuidados personales o del esteticista, cumpliendo la misión que éste tiene encomendada (limpieza de la piel), es suficiente para que no se desarrollen las etapas posteriores.
ACNÉ POLIMORFA JUVENIL
Dermatosis folicular en clara relación con la secreción sebácea e hiperqueratosis del conducto folicular, caracterizada por la presencia de elementos típicos evolutivos en aquellas zonas donde existe mayor actividad sebácea, es decir, en la cara y superficies centrales del tórax y espalda. Los elementos evolutivos serán los filamentos seborreícos y microcomedones como fases preclínicas de la acné, que pueden ser controlados por el propio paciente o su esteticista; si se mantiene la evolución, se comprobarán las fases que necesitan un control médico: acné comedoniana y acné papulopustulosa, y ya más adelante las que precisan un control dermatológico: acné nódulo‑quística.
Etiopatogenia
Aunque se han considerado muchos factores, los que se admiten en la actualidad son los andrógenos y otras hormonas, composición del sebo y factores microbianos.
1 ' Hormonas. Sin duda intervienen los andrógenos, especialmente la 5a‑dihidrotestosterona (DHT) que causa mayor secreción sebácea, modifica la composición del sebo y engruesa la queratina del epitelio del conducto pilosebáceo, con lo que favorece la retención del sebo dentro de la unidad folicular.
2. Composición del sebo. Hoy sabemos que el sebo de los cornedones contiene un 40 % de ácidos grasos libres y que el escualeno está aumentado y los triglicéridos, disminuidos. Esto se debe a que los triglicéridos son hidrolizados por las lipasas del Propionibacterium acnes y que parte de los ácidos grasas libres se integran en los ésteres céreos, mientras que el resto difunden a través de la pared folícular en los tejidos periféricos, lo que causa inflamación.
3. Factores microbianos. El P. acnes, al hidrolizar el sebo, produce dos factores quimiotácticos: uno de ellos es capaz de difundir a través de la pared folicular, aunque esté intacta, y, es quimiotáctico para los neutrófilos; la activación de los neutrófilos en presencia de anticuerpos séricos activaría el complemento y liberaría enzimas hidrolíticas que determinarían rupturas foliculares por las que saldría el segundo factor quimiotáctico, que lo es para neutrófilos y macrófagos.
Se ha hablado de la intervención de otros factores como serían los regímenes alimenticios. Hace tiempo que ha quedado demostrado que ningún alimento, incluido el chocolate, influye desfavorablemente en la acné; sin embargo, no podemos olvidar que, como parte integrante del estado seborreico, se beneficiará de regímenes hiperproteicos y poco carbonadas para evitar la tendencia al edema cutáneo.
Manifestaciones clínicas
Las formas de comienzo son los filamentos seborreicos que se componen de material queratinizado procedente del estrato córneo del folículo, lípidos sebáceos, grandes cantidades de P. acnes y un pelo central, y los microcomedones, clínicamente invisibles, que suponen histológicamente la hiperplasia del epitelio folicular con gran capa granulosa e incremento de células córneas que son retenidas e invadidas por P. acnes.
A partir de ese momento ya son evidentes clínicamente las distintas fases de la acné polimorfa juvenil:
1. Acné comedoniana o punctata. Los elementos que la definen son pequeñas pápulas con un comedón central blanco o negro; los comedones de cabeza negra o «puntos negros» no son otra cosa que una acumulación de queratina que ha recibido melanina, lo que explica que los albinos no tengan nunca comedones negros. No se deben, por tanto, a suciedad u oxidación lipídica.
2. Acné papulopustulosa. La salida del contenido comedoniano a la dermis periférica determina inflamación que clínicamente se manifiesta por una pápula roja y hemisférica.
3. Acné nódulo‑quística. A veces el contenido que se vierte en la dermis es tan grande y lo hace a tal profundidad que su eliminación al exterior es imposible, por lo que se constituye a su alrededor un granuloma, lo que en clínica se valora como induración profunda y siempre acaba dejando cicatriz.
Diagnóstico
No debe plantear problemas; sólo debe tenerse en cuenta la forma habitual de presentación, edad y localización. Ha de hacerse el diagnóstico diferencial con las «erupciones acneiformes», especialmente las producidas por el sol (acne aestivalis) y tetraciclinas, vitamina B12, corticoides y ACTH. También algunas formas de rosácea, como la rosácea lupoide, a la que después nos referiremos, pueden plantear dificultades diagnósticas, así como las foliculitis estafilocócicas tipo acné queloidea y acné necrótica.
Tratamiento
Aquí sólo comentaremos los tratamientos de la acné comedoniana y papulopustulosa, pues el de la acné nódulo‑quística lo comentaremos junto al de la acné conglobata.
Tratamiento local
Higiene de la piel con jabones azufrados y aplicación de lociones queratolíticas y antibióticas como las de eritromicina al 2 % con ácido retinoico al 0,05 %. También ayudan las lociones de clindamicina y las de peróxido de benzoilo al 5 %. A veces se necesita recurrir al sacacomedones para extraer éstos y aplicar posteriormente antisépticos.
Tratamiento por vía general
Pueden administrarse queratolíticos que a la vez reduzcan la secreción sebácea, como 2 rng de ácido retinoico por la mañana en ayunas durante 3 meses y pequeñas dosis de antibióticos antiseborreicos, como tetraciclina (250‑500 mg/día), minociclina (100 mg/día) o doxiciclina (100 mg/día).
ACNÉ CONGLóRATA
Es la forma grave de la acné, en la que los elementos nódulo‑quísticos, constituidos alrededor de los comedones foliculares, se relacionan entre sí formando en el interior de la dermis abundantes túneles comparados a las madrigueras de los conejos, que se abren a la superficie cutánea por múltiples orificios. Cuando se reabsorben, dejan extensas cicatrices, con frecuencia queloideas. Afecta más a varones que a mujeres y se localiza fundamentalmente en tórax, espalda, hombros, glúteos y brazos, mientras que la cara no suele estar muy afectada.
Este tipo de acné se puede presentar bruscamente en forma de elementos inflamados, ulcerados y dolorosos, acompañados de fiebre y poliartralgias, que se conoce como acné fulminans, o constituyendo parte de la tétrada acneica maligna junto a celulitis disecante, elementos tipo hidradenitis supurativa en axilas e ingles, y sinus pilonidal.
Tratamiento
Su tratamiento, como el de la acné nódulo‑quística, consiste en la utilización de jabones azufrados para la higiene corporal y facial, y de pastas o lociones exfoliantes, como las de azufre precipitado y, betanaftol, o mayores concentraciones de peróxido de benzoilo y ácido retinoico que las señaladas anteriormente para las formas menos graves. Algunas veces son de utilidad los antisépticos locales para eliminar la habitual sobreinfección, los antiinflamatorios corticoideos o no, e incluso invecciones de acetónido de triamcinolona en el interior de los quistes. El empleo local de estrógenos y el uso de rayos ultravioletas y de radioterapia de contacto son de modesta eficacia e incluso peligrosos.
Por vía general podemos administrar, como en las otras formas, ácido retinoico y antibióticos; no obstante, este tipo de acné quística grave es subsidiario de tratamiento con 0,5 mg/kg/día de isotretinoína durante 4 a 6 meses u hormonas; las más utilizadas son los estrógenos, los antiandrógenos y los glucocorticoides. Antes de implantar el tratamiento hormonal en un paciente habrá que solicitar analítica para permitir valorar si el exceso de andrógenos es de causa ovárica (testosterona libre, y androstendiona), suprarrenal (DHEA, DHEA‑S, testosterona libre v a veces androstendiana) o hipofisaria (prolactina y androstendiona) y si estas hormonas en exceso son utilizadas a nivel del órgano diana folicular y/o sebáceo (glucurónido de androstandiol). En caso de ser de etiología ovárica emplearíamos etinilestradiol a dosis de 0,035 mg más acetato de ciproterona a dosis de 50 mg/día durante los días 5 a 14 del ciclo menstrual durante 6 meses para posteriormente, y según evolución, pasar a utilizar el acetato de ciproterona a dosis de 2 mg acompañando los 0,035 mg de etilnilestradiol hasta un máximo de 18 meses; si es de etiología suprarrenal, las frenaciones con prednisona (5 mg/d) o dexametasona (0,5 mg/d) e incluso la administración de 50 mg/día de espironolactona durante 6 meses dan muy buenos resultados.