En ninguno de los dos países se ha prestado una atención especial a los sucesos desde la perspectiva oficial. En Méjico las autoridades federales han reiterado que todos los incidentes investigados apuntan a que se trata de lobos o coyotes.
Sin embargo, Marielena Hoyo, directora del Zoo Chapultepec de la ciudad de Méjico, reconoció la antigüedad histórica de los sacrificios de animales y se refirió a una descripción del Levítico en la que se denota el uso de herramientas perforadas para derramar la sangre animal para propósitos rituales, a lo que ańadió que la seguridad de su institución había sido reforzada por si alguien quería emular al Chupacabras.
Pese al poco tiempo transcurrido desde la aparición de este particular vampiro, rápidamente se manifestó un fenómeno social y comercial entorno a la bestia. Aparecieron llaveros, camisetas y viajes turísticos por los pagos donde el depredador exhibía sus mejores aptitudes.
Algunos medios de comunicación han jugado un rol fundamental en la expansión entre la comunidad hispana allende Puerto Rico del fenómeno del Chupacabras. Tony Zavaleta, un antropólogo de la Universidad de Texas en Bronsville, indicó que los noticieros, con sus diarios y crédulos reportajes, habían convertido al Chupacabras en una leyenda.
De acuerdo con Mark Glazer, un antropólogo de la Universidad de Texas-Pan American en Edimburg, esta leyenda es estable y duradera como lo es Nessie en el lago Ness.
El experto en folklore, James Griffith, de la Universidad de Arizona, cree que el crecimiento de la leyenda desde su germen inicial es una maravilla de la era electrónica, un invento popular transmitido por radio y TV. También ańadió que estaba interesado en ver si el Chupacabras alcanzara el estatus de animales legendarios como La Corua, una serpiente acuática, o el Carbuncho, un pequeńo animal de cuatro patas, a veces con alas, que despide luz en su frente, lo que permite ser observado en los campos del norte de Sonora.