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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Sol Solgraficos  (Mensaje original) Enviado: 15/03/2010 13:42

 

os astrónomos han intentado en varias ocasiones comunicarse con inteligencias extraterrestres. Pero, aunque alguien esté escuchando, żentenderá nuestros mensajes? Las comunicaciones interplanetarias presentan aún muchas dificultades.

 

Observatorio de Arecibo, en Puerto Rico, donde se lleva acabo el Proyecto SETI, cuyo propósito es la búsqueda de inteligencia extraterrestre. 

El primer mensaje que la humanidad envió a las estrellas fue transmitido el 16 de noviembre de 1974, por el radiotelescopio más grande del mundo, de 300 metros de diámetro, situado en Arecibo, Puerto Rico. El mensaje era una seńal de tres minutos, enviada hacia un grupo de estrellas que está a 24.000 ańos-luz de distancia. Se cree que fue la seńal más fuerte que ha emitido nunca la humanidad. Esta transmisión demuestra la confianza que sienten los hombres de ciencia en la existencia de extraterrestres que están «ahí arriba», escuchando.

El impulso de intentar el contacto con seres de otros planetas es, sin duda, muy fuerte en el hombre. A mediados del siglo XIX mucha gente daba por sentada la existencia de civilizaciones en la Luna y otros planetas. Y se propusieron varios métodos de comunicación con esas civilizaciones.

El inventor francés Charles Cros (1842-1888), por ejemplo, propuso la construcción de un enorme espejo que podría ser usado para reflejar la luz del sol desde la Tierra a Marte. Podía ser inclinado, pensaba, para transmitir una especie de código. La idea era ingeniosa: no existían garantías de que una civilización marciana pudiera reconocer o responder a ese código.

Los entusiastas experimentos de los hombres de ciencia del siglo XIX fueron inútiles. Pero la búsqueda de vida inteligente en otros planetas continúa y, durante el siglo XX hemos transmitido espectaculares mensajes a las estrellas sin hacer un esfuerzo especial.

Desde los ańos 40 los poderosos rayos de microondas de los radares y las emisoras de TV han ido expandiéndose por el espacio. Ya están llegando a las estrellas más próximas a la Tierra, como una marea de restos electromagnéticos, y aunque su intensidad es mínima, un receptor sensible podría recibir la seńal hasta a 40 ańos-luz de distancia.

Fotografía tomada en el cuartel de control, en Arecibo.

żQué pensaría un astrónomo extraterrestre de esta creciente marea de ondas electromagnéticas? Si efectúa observaciones a lo largo de un período de tiempo suficiente, hará un interesante descubrimiento: en la actualidad, la Tierra está emitiendo radiación un millón de veces más poderosa que hace unas pocas décadas. Y si usara su telescopio para medir la intensidad de radiación que sale de este pequeńo planeta hará un descubrimiento aún más portentoso: la Tierra está emitiendo casi tanta radiación como el Sol, en los períodos de poca actividad de las manchas solares. De hecho, en el radioespectro, nuestro planeta debe aparecer tan brillante como una estrella.

Los hombres de ciencia extraterrestres no podrán por menos de reconocer las emisiones de ondas que no pueden ser explicadas por la acción de fuerzas naturales: tienen que ser producidas por medios artificiales. Con todo, pueden no considerar esas débiles seńales como una prueba indiscutible de la existencia de una civilización en algún lugar cercano a nuestro sol y, aunque llegaran a la conclusión de que existe, les resultaría imposible descifrar la complicada mezcla de seńales.

Si estamos tratando de comunicarnos con las civilizaciones que pueden existir en otros planetas es posible que esas civilizaciones estén tratando de comunicarse con nosotros. Nuestros radiotelescopios son suficientemente sensibles para recibir sus seńales, pero existen dos problemas: no sabemos desde dónde podrían llegar sus transmisiones, ni qué longitud de onda debemos sintonizar.

Para entender las dificultades de los astrónomos, imaginen una radio que no pudiera sintonizar una emisora a menos que la antena estuviera dirigida directamente a la antena transmisora. La búsqueda de una emisora concreta requeriría no sólo una exhaustiva investigación para identificar la dirección del transmisor sino la necesidad de sintonizar todas las bandas para encontrar el canal. Los astrónomos se enfrentan con este problema y además se ven obligados a buscar en una variedad mucho mayor de bandas de frecuencia. Existe el inconveniente adicional de tener que escuchar cada longitud de onda durante varios minutos para detectar cualquier seńal débil en medio del ruido de fondo.

Una propuesta victoriana, consistió en la realización de una cruz de potentes luces eléctricas que serían colocadas en el lago Michigan. Las luces se encenderían durante diez minutos y se apagarían durante otros diez minutos, un intervalo, que según se esperaba, atraería la atención interestelar.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el astrónomo holandés Hendrick Christoffel van den Hulst calculó que los átomos de hidrógeno podrían, a veces, cambiar de un estado de energía a otro y, al hacerlo, podrían emitir un fotón (una cantidad de energía radiante electromagnética) cuya frecuencia correspondería a una longitud de onda de 21 cm. Postuló que los átomos de hidrógeno individuales harían esta transición con escasa frecuencia pero, como el hidrógeno es el elemento predominante en el universo, las «notas» de microondas emitidas por grandes cantidades de átomos de hidrógeno debían alcanzar un nivel que un equipo supersensible podría registrar. En 1951 el físico norteamericano Edward Mills Purcell hizo algunas observaciones que confirmaron la predicción de Van den Hulst. Como el hidrógeno es la sustancia que más abunda en el universo, es razonable asumir que cualquier civilización con una tecnología avanzada descubrirá esa propiedad de los átomos de hidrógeno y llegará a la conclusión, como los astrónomos terrestres, de que la longitud de onda de 21 cm es la más adecuada para transmitir y recibir seńales en cualquier lugar del universo donde exista una tecnología avanzada.

Otra sugerencia en la misma línea es utilizar el hidroxil, la combinación de dos átomos de hidrógeno y oxígeno que, después del hidrógeno, es el más abundante emisor de microondas del espacio. Su emisión se efectúa en la longitud de onda de 17 cm. La banda de 17 a 21 cm es la que tiene menos interferencias y, por lo tanto, constituye la más natural para la comunicación interestelar.

En 1960 se hizo el primer intento serio de escuchar en la longitud de onda de 21 cm con la esperanza de recibir mensajes de las estrellas. Fue el Proyecto Ozma, de Frank Drake. La escucha comenzó a las 4 de la madrugada del 8 de abril de 1960, sin publicidad, ya que los astrónomos temían el ridículo. Durante 150 horas buscaron signos de una seńal inteligible pero no encontraron absolutamente nada.

Después de Ozma, la búsqueda más amplia fue la que se terminó en 1976 en el observatorio de Green Bank, Estados Unidos. Pasaron 4 ańos observando las 659 estrellas que más probablemente albergan vida, a distancias entre 6 y 76 ańos-luz del Sol. Aunque su equipo era mucho más sensible que el empleado por Ozma, no encontraron nada.

Hasta ahora sólo hemos considerado la comunicación con civilizaciones lejanas que estuvieran a nuestro nivel tecnológico, o ligeramente más adelantadas. Pero la mayor parte de las civilizaciones técnicas pueden estar mucho más avanzadas.

Un despliegue de radiotelescopios, tal y  como quedarían en la superficie de la Luna. Un proyecto Cyclops lunar es, por ahora, un sueńo científico.

El astrónomo soviético Kardashev ha sugerido que podrían existir civilizaciones de tres niveles. Una civilización de nivel A como la de la Tierra, capaz de explotar sólo una parte de los recursos energéticos disponibles; una civilización de nivel B podría aprovechar toda la energía de su estrella, disponiendo así de energías 100 trillones de veces mayores que las de una civilización de nivel A. Una civilización de nivel C podría explotar galaxias enteras, disponiendo así de energía 100 billones de veces mayores que las del nivel B. Si la teoría de Kardashev es correcta, una civilización de nivel B será fácilmente detectable en toda su galaxia, y una de nivel C, en todo el universo. Así, podríamos sentir la tentación de descartar la posibilidad de la existencia de semejantes civilizaciones porque no hemos encontrado seńales de su presencia. Pero, żestamos escuchando bien? żEstamos sordos a una seńal que recibimos con claridad y fuerza?

En 1965 el radioastrónomo soviético Scholomitski estudió la fuente de radio CTA 102 y anunció que su intensidad variaba de forma significativa, con una periodicidad aparente de 100 días, y que transmitía en una longitud de onda de 18 cm. Se especuló que la oscilación podría servir como radiofaro que llamara a la atención sobre CTA 102.

Más tarde, CTA 102 fue identificada como un quasar..., una fuente natural. Pero, aun así, żno podría estar bajo el control de una civilización de nivel B o C? żY no podría suceder lo mismo con los púlsares, estrellas que también emiten pulsaciones de radiación regulares?

Las variaciones de intensidad parecen muy irregulares en el caso de los quasars y muy regulado en el de los púlsares; en ninguno de los casos parece que se esté recibiendo información de una fuente inteligente. Pero, esas seńales, żno podrían ser mensajes de seres tan inteligentes que no los entendemos porque nuestra capacidad mental es limitada? Quizás, pero parece improbable, porque cualquier civilización avanzada comprendería, sin duda, los problemas de la comunicación interestelar y utilizaría el método más sencillo.

Los telescopios Cyclops, tal y como aparecerían en el plan piloto, con base en la Tierra.

Un problema más serio podría ser el provocado por el contacto con civilizaciones más atrasadas que la nuestra. żCómo podríamos comunicarnos con seres tan tontos como, por ejemplo, una vaca, o como los hombres de la Edad de Piedra? Y si pudiéramos encontrar alguna forma de comunicación, querríamos preservar su cultura y su forma de vida. (Por supuesto, una civilización extraterrestre podría adoptar la misma actitud respecto a nosotros.)

Pero sea como sea, habrá que preparar proyectos mucho más importantes si la búsqueda de IET debe tener alguna esperanza de éxito. La más famosa de esas propuestas es el Proyecto Cyclops de la NASA, que incluiría más de 1.000 radiotelescopios, cada uno del tamańo de un balón de fútbol, interconectados por un sistema electrónico computarizado. Este regimiento de radiotelescopios podría registrar radiaciones debilísimas: un mensaje de otra civilización podría ser registrado aún a una distancia de 1.000 ańos-luz.

La realización del Proyecto Cyclops no será fácil ni barata, aunque sí perfectamente factible. Se ha estimado que costará entre 10 y 50 billones de dólares construirlo y hacerlo funcionar. Nuestra tecnología es capaz de organizar una búsqueda muy eficaz de seńales extraterrestres. Pero, żvaldrá la pena? Nadie puede garantizar el éxito.

Discoteca Flotante En El Cielo

Los entomólogos P.S.Callahan y RA.Mankin, de los Estados Unidos, explican que el exoesqueleto de los insectos o mariposas es un excelente dieléctrico, alrededor de un electrolito (los fluidos biológicos del organismo animal). En contacto con un campo eléctrico como el producido por una tormenta, por ejemplo, emite brillantes luces y colores por los extremos de sus antenas y patas. Un aluvión de este tipo de insectos, produciría un interesante fenómeno visual. Para Norton T.Novitt el fenómeno ovni podría estar originado por las hormigas voladoras. Según este científico, estos insectos se reúnen periódicamente en masas de hasta 37 millones de individuos, ejecutando un rito nupcial. Si una de estas gigantescas colonias se topara con una carga de electricidad estática -nos dice- puede originar una materia luminosa que recuerde un ovni.

 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Sol Solgraficos Enviado: 15/03/2010 13:42

Científicos de las más diversas ramas y organismos gubernamentales de diferentes países han elaborado muchas teorías acerca de la causa de fenómenos extrańos que se observan en el cielo. Cualquier versión que busquemos no será más que una simplificación de la realidad. Como dijo el biólogo británico J.B.S. Haldame: «El universo no es sólo más extrańo de lo que imaginamos, sino mucho más extrańo de lo que podemos imaginar».

 

Cuerpos Astronómicos Erróneamente Interpretados

En 1959, un grupo de misioneros e indígenas observarón un objeto luminoso en Papúa (Nueva Guinéa).

Especialmente en los crepúsculos y amaneceres, el sol puede ser fácilmente confundido con un objeto no convencional. También la luna, en determinadas fases puede llevar a un error semejante.

Con una atmósfera límpida, muchos planetas pueden ser tomados equivocadamente por «luces en el cielo». A veces se han denunciado ovnis que luego resultaron ser el lucero de la mańana, Venus en el oscurecer o Júpiter a ras del horizonte. La aproximación excepcional de estos dos últimos planetas en febrero de 1975, provocó un buen número de presuntas observaciones ovni.

Algunos meteoros de gran tamańo parecen desplazarse lentamente (en particular aquellos que lo hacen en el sentido de rotación de la tierra), dejando una huella brillante que puede persistir hasta varios minutos. Los bólidos, meteoritos, estrellas fugaces, novas y supernovas, como postula el físico Joseph Kaplan, pueden ser tomados equivocadamente por naves que vienen de otros mundos.

 

Extrańos Fenómenos Atmosféricos

Algunos ovnis recogidos en fotografías son el resultado del movimiento de la cámara.

Muchos científicos aseguran que estos acontecimientos podrían ser causados por fenómenos atmosféricos: peculiares formaciones nubosas, perturbaciones eólicas, reflexión lumínica de la luz solar, refracción atmosférica, espejismos ópticos. Cuando en las noches del 20 y 21 de julio de 1952 se avistaron extrańos discos sobre el Capitolio de Washington, la explicación oficial fue que, al haber capas calientes de aire por encima de las frías, se producía una distorsión óptica. También estas anomalías, según los meteorólogos, pueden dar lugar a una distorsión de las ondas de radar provocando ecos fantasmas en las pantallas.

Otras hipótesis se apoyan en los fuegos fatuos: en los charcos y marismas, la descomposición orgánica libera metano. Cuando este gas entra en ignición por combustión espontánea o caída de rayos, por ejemplo, se producen globos luminosos que flotan sobre el agua estancada. El mismo efecto se produce con el vapor de amoníaco.

Los terremotos podrían también ser los causantes de efectos luminosos extrańos: en numerosas ocasiones se han observado fosforescencias a masas incandescentes ante el desencadenamiento de un terremoto; esto indica que los temblores de tierra disparan ciertas reacciones electromagnéticas con un componente luminoso en la atmósfera.

Según Oscar Galíndez, el rayo redondo presenta una apariencia similar al fenómeno ovni. Estas bolas de fuego son masas esféricas de aire ionizado que se originan en las tormentas y después se desplazan, aparentemente al azar. Avanzan, se detienen un momento y zigzaguean para desaparecer finalmente con un estampido o silenciosamente. Su constitución es mal conocida y exhiben tonalidades rojas, azules y violáceas. Phillip Klass los asimila a una forma específica de plasma natural. Al parecer están dotados de electricidad estática y su duración es transitoria. Suelen observarse casi siempre a baja altura y adoptar formas elipsoidales y cilíndricas de fuerte luminosidad. Lo más interesante es que, según Vincent Gaddis se conocen muchos casos de diminutas bolas de fuego que han penetrado en viviendas habitadas manifestando a todas luces un «comportamiento inteligente».

Hay un fenómeno electromagnético llamado «corona» que en ocasiones se advierte desplazándose a lo largo de cables de alta tensión en forma de fuerte luminosidad semejante a una esfera, disco o anillo. A baja altura adoptaría a veces la forma de un rayo globular y esto explicaría por qué aparecen OVNIS tan frecuentemente en proximidad con los tendidos eléctricos de alto voltaje.

Según Klass, los automóviles y peatones portadores de cargas eléctricas atraen los plasmas. Estos serían capaces de ionizar el aire aprisionado bajo el capot de un vehículo y provocar un colapso de sus circuitos eléctricos (típico efecto de la casuística ufológica). El físico Noel W.Scott ha producido en laboratorios pequeńas lentillas rojo-anaranjadas de vapor ionizado con aspecto de platillos resplandecientes, al introducir vapor en un vacío parcial.

Michael A. Persinger y Gyslasine F. Lafreniere han encontrado una correlación positiva entre fenómenos anómalos, fallas geológicas y llamaradas solares, tras el estudio de 1.242 casos ufológicos y 4.818 sucesos insólitos de todo tipo. Estos investigadores de la Universidad Laurentian de Sudbury (Ontario) sostienen que tanto la eyección explosiva de material ardiente en la superficie del sol, como los movimientos sísmicos, pueden generar campos energéticos localizados, que en ciertas circunstancias crean plasmoides luminosos a incluso interfieren en el funcionamiento normal del cerebro humano, provocando alucinaciones «ufológicas». Algunos de tales plasmas solares, son detectables por el radar.

Alucinaciones Colectivas

En agosto de 1961, dos científicos de Los Alamos, (Nuevo Méjico), fotografiaron esta extrańa ristra de luces.

Dice Federico R. Kirbus que los platillos volantes constituyen un fenómeno psicológico generado por rumores visionarios en virtud de un proceso bien conocido de contagio social. Suelen aparecer en oleadas, a intervalos breves, sobre determinadas regiones. El hecho de que una persona identifique públicamente algún objeto aéreo, real o inexistente, como un platillo volante, hace que otros individuos pretendan igualmente que también han visto un ovni. Según Bourret, esto se produce por lo que se llama «autocatálisis» y «retroacción positiva». Cuando la prensa habla de ovnis, otros observadores miran al cielo y creen ver objetos artificiales, lo que provoca a su vez más artículos en los periódicos, y así se van extendiendo  las noticias hasta que los periodistas se cansan; entonces la agitación desaparece por sí misma. El Doctor Galíndez opina que hay en estos fenómenos épocas de calma que son sucedidas por otras de obsesión popular. Las oleadas vienen después de la difusión desmedida de sucesos ovnilógicos sensacionales y publicitados en exceso. También -según él- tiene mucho que ver el «efecto multitud», es decir, la amplificación de percepciones distorsionadas por el simple hecho de que haya muchos individuos juntos. Este efecto puede arrastrar a las alucinaciones en masa: psicosis generadoras de mitos, un estado de histeria colectiva y obsesión social que suscita confusiones en la imaginación popular habiendo sido motivadas por vanas apariencias.

Otro factor influyente es la adoración moderna de los platillos volantes, agoreros de la salvación de la humanidad y de la verdad oculta. Vemos a nuestro alrededor un número importante de grupúsculos psudoreligiosos y «ocultistas» que crecen como la espuma, con ideas delirantes acerca de los Hermanos del Espacio. Estos, supuestamente atraídos desde Marte, Venus o Saturno, nos salvarían de los peligros de un desequilibrio de la alta atmósfera que se produciría por el estallido de las bombas nucleares.

El inquietante fenómeno del virus epidémico alienígena prendido al cuerpo social, ha sido brillantemente estudiado por Jacques Vallée en su libro «Mensajeros de la Decepción». En él demuestra cómo una baraúnda de neosectas espiritualistas transplutonianas le están lavando, con notable éxito, el cerebro al mundo, consiguiendo rápidamente que el público baje su guardia y acepte indiscriminadamente estas seductoras ideas.

Nuevos Cristos vienen a ayudarnos en naves del espacio. Lo oculto, lo esotérico y, claro está, lo extraterrestre, está de moda; en la segunda mitad del siglo han arraigado profundamente en el acervo de la mitología popular. Esto a su vez promueve el contagio y se forma la «bola de nieve extraplanetaria».

Vehículos Convencionales

En 1948, el teniente de aviación George Gorman vió objetos luminosos sobre el aeropuerto Héctor de Fargo (EE.UU.).

Muchas veces se han visto una serie de luces viajando al unísono; este fenómeno que se ha tomado por una máquina voladora, podría ser un aprovisionamiento de combustible de dos aviones en vuelo.

Según J.Gordon Vaeth y Urner Liddel, hay en la atmósfera muchos artefactos científicos y meteorológicos que pueden ser tomados por naves espaciales (globos-testigo, sondas especiales de alta costa, blancos para radar). Los cohetes meteorológicos, por ejemplo, dejan escapar nubes de sodio que al ser iluminadas en la alta atmósfera por los rayos solares producen extrańos efectos luminosos.

Los aparatos de investigación espacial producen un halo luminoso al entrar en la atmósfera. Satélites espaciales particularmente brillantes cambian su luminosidad periódicamente al rotar sobre sí mismos. La basura espacial (restos de vehículos aéreos, residuos abandonados en el espacio por sondas y astronautas), en circunstancias especiales puede ser vista desde La Tierra. Según Philip J.Klass, hay muchos subproductos erráticos de origen industrial flotando en nuestra atmósfera, como nubes de escoria, polvaredas de carbón y espuma de detergentes.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Sol Solgraficos Enviado: 15/03/2010 13:43

Muchos científicos aseguran que estos acontecimientos podrían ser causados por fenómenos atmosféricos: peculiares formaciones nubosas, perturbaciones eólicas, reflexión lumínica de la luz solar, refracción atmosférica, espejismos ópticos. Cuando en las noches del 20 y 21 de julio de 1952 se avistaron extrańos discos sobre el Capitolio de Washington, la explicación oficial fue que, al haber capas calientes de aire por encima de las frías, se producía una distorsión óptica. También estas anomalías, según los meteorólogos, pueden dar lugar a una distorsión de las ondas de radar provocando ecos fantasmas en las pantallas.

Otras hipótesis se apoyan en los fuegos fatuos: en los charcos y marismas, la descomposición orgánica libera metano. Cuando este gas entra en ignición por combustión espontánea o caída de rayos, por ejemplo, se producen globos luminosos que flotan sobre el agua estancada. El mismo efecto se produce con el vapor de amoníaco.

Los terremotos podrían también ser los causantes de efectos luminosos extrańos: en numerosas ocasiones se han observado fosforescencias a masas incandescentes ante el desencadenamiento de un terremoto; esto indica que los temblores de tierra disparan ciertas reacciones electromagnéticas con un componente luminoso en la atmósfera.

Según Oscar Galíndez, el rayo redondo presenta una apariencia similar al fenómeno ovni. Estas bolas de fuego son masas esféricas de aire ionizado que se originan en las tormentas y después se desplazan, aparentemente al azar. Avanzan, se detienen un momento y zigzaguean para desaparecer finalmente con un estampido o silenciosamente. Su constitución es mal conocida y exhiben tonalidades rojas, azules y violáceas. Phillip Klass los asimila a una forma específica de plasma natural. Al parecer están dotados de electricidad estática y su duración es transitoria. Suelen observarse casi siempre a baja altura y adoptar formas elipsoidales y cilíndricas de fuerte luminosidad. Lo más interesante es que, según Vincent Gaddis se conocen muchos casos de diminutas bolas de fuego que han penetrado en viviendas habitadas manifestando a todas luces un «comportamiento inteligente».

Hay un fenómeno electromagnético llamado «corona» que en ocasiones se advierte desplazándose a lo largo de cables de alta tensión en forma de fuerte luminosidad semejante a una esfera, disco o anillo. A baja altura adoptaría a veces la forma de un rayo globular y esto explicaría por qué aparecen OVNIS tan frecuentemente en proximidad con los tendidos eléctricos de alto voltaje.

Extrańos Fenómenos Atmosféricos

 

Según Klass, los automóviles y peatones portadores de cargas eléctricas atraen los plasmas. Estos serían capaces de ionizar el aire aprisionado bajo el capot de un vehículo y provocar un colapso de sus circuitos eléctricos (típico efecto de la casuística ufológica). El físico Noel W.Scott ha producido en laboratorios pequeńas lentillas rojo-anaranjadas de vapor ionizado con aspecto de platillos resplandecientes, al introducir vapor en un vacío parcial.

Michael A. Persinger y Gyslasine F. Lafreniere han encontrado una correlación positiva entre fenómenos anómalos, fallas geológicas y llamaradas solares, tras el estudio de 1.242 casos ufológicos y 4.818 sucesos insólitos de todo tipo. Estos investigadores de la Universidad Laurentian de Sudbury (Ontario) sostienen que tanto la eyección explosiva de material ardiente en la superficie del sol, como los movimientos sísmicos, pueden generar campos energéticos localizados, que en ciertas circunstancias crean plasmoides luminosos a incluso interfieren en el funcionamiento normal del cerebro humano, provocando alucinaciones «ufológicas». Algunos de tales plasmas solares, son detectables por el radar.



 
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