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Dice Federico R. Kirbus que los platillos volantes constituyen un fenómeno psicológico generado por rumores visionarios en virtud de un proceso bien conocido de contagio social. Suelen aparecer en oleadas, a intervalos breves, sobre determinadas regiones. El hecho de que una persona identifique públicamente algún objeto aéreo, real o inexistente, como un platillo volante, hace que otros individuos pretendan igualmente que también han visto un ovni. Según Bourret, esto se produce por lo que se llama «autocatálisis» y «retroacción positiva». Cuando la prensa habla de ovnis, otros observadores miran al cielo y creen ver objetos artificiales, lo que provoca a su vez más artículos en los periódicos, y así se van extendiendo las noticias hasta que los periodistas se cansan; entonces la agitación desaparece por sí misma. El Doctor Galíndez opina que hay en estos fenómenos épocas de calma que son sucedidas por otras de obsesión popular. Las oleadas vienen después de la difusión desmedida de sucesos ovnilógicos sensacionales y publicitados en exceso. También -según él- tiene mucho que ver el «efecto multitud», es decir, la amplificación de percepciones distorsionadas por el simple hecho de que haya muchos individuos juntos. Este efecto puede arrastrar a las alucinaciones en masa: psicosis generadoras de mitos, un estado de histeria colectiva y obsesión social que suscita confusiones en la imaginación popular habiendo sido motivadas por vanas apariencias.
Otro factor influyente es la adoración moderna de los platillos volantes, agoreros de la salvación de la humanidad y de la verdad oculta. Vemos a nuestro alrededor un número importante de grupúsculos psudoreligiosos y «ocultistas» que crecen como la espuma, con ideas delirantes acerca de los Hermanos del Espacio. Estos, supuestamente atraídos desde Marte, Venus o Saturno, nos salvarían de los peligros de un desequilibrio de la alta atmósfera que se produciría por el estallido de las bombas nucleares.
El inquietante fenómeno del virus epidémico alienígena prendido al cuerpo social, ha sido brillantemente estudiado por Jacques Vallée en su libro «Mensajeros de la Decepción». En él demuestra cómo una baraúnda de neosectas espiritualistas transplutonianas le están lavando, con notable éxito, el cerebro al mundo, consiguiendo rápidamente que el público baje su guardia y acepte indiscriminadamente estas seductoras ideas.
Nuevos Cristos vienen a ayudarnos en naves del espacio. Lo oculto, lo esotérico y, claro está, lo extraterrestre, está de moda; en la segunda mitad del siglo han arraigado profundamente en el acervo de la mitología popular. Esto a su vez promueve el contagio y se forma la «bola de nieve extraplanetaria».
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as explicaciones que se han dado al fenómeno ovni son muy diversas; desde los que niegan la existencia real de los objetos avistados, pasando por los que proponen que son artefactos propios de la tierra hasta los que sugieren que son naves de otros planetas o galaxias.
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Científicos de las más diversas ramas y organismos gubernamentales de diferentes países han elaborado muchas teorías acerca de la causa de fenómenos extrańos que se observan en el cielo. Cualquier versión que busquemos no será más que una simplificación de la realidad. Como dijo el biólogo británico J.B.S. Haldame: «El universo no es sólo más extrańo de lo que imaginamos, sino mucho más extrańo de lo que podemos imaginar».
Cuerpos Astronómicos Erróneamente Interpretados
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En 1959, un grupo de misioneros e indígenas observarón un objeto luminoso en Papúa (Nueva Guinéa).
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Especialmente en los crepúsculos y amaneceres, el sol puede ser fácilmente confundido con un objeto no convencional. También la luna, en determinadas fases puede llevar a un error semejante.
Con una atmósfera límpida, muchos planetas pueden ser tomados equivocadamente por «luces en el cielo». A veces se han denunciado ovnis que luego resultaron ser el lucero de la mańana, Venus en el oscurecer o Júpiter a ras del horizonte. La aproximación excepcional de estos dos últimos planetas en febrero de 1975, provocó un buen número de presuntas observaciones ovni.
Algunos meteoros de gran tamańo parecen desplazarse lentamente (en particular aquellos que lo hacen en el sentido de rotación de la tierra), dejando una huella brillante que puede persistir hasta varios minutos. Los bólidos, meteoritos, estrellas fugaces, novas y supernovas, como postula el físico Joseph Kaplan, pueden ser tomados equivocadamente por naves que vienen de otros mundos.
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