A veces la vida resulta irónica en nuestro caminar por la vida, por culpa de echar tanto de menos, aquel que se robo nuestro corazón entero, con su ternura escondida.
Es melancolía, es tristeza infinita en las noches y los días sin él. Es sentir su presencia y verlo frente a nosotros en nuestros recuerdos más latentes, de todos aquellos momentos que compartimos, en un momento de vida, que quedó atrás. Irremediablemente en nuestra realidad.
Es sentir que nos falta mucho sin tenerle a nuestro lado, y morir un poco más por dentro. En cada día que seguimos hacia adelante, sin aquella persona que como jeroglífico en nuestra mente, nos dio tanto con tan poco, en un instante del destino.
Es saber que actuamos correctamente desde la responsabilidad de hacer las cosas bien hechas, pero que con ello destruimos por miedo a vivir y a querer en la vida, quizás la única posibilidad de ser felices en el dulce caminar de la vida, en nuestro pensar, sentir y mirar desde la profundidad de los buenos, puros y auténticos sentimientos.
Es preguntarnos como estará, como le irán sus cosas, con quién compartirá su tiempo ahora, quién lo cuidará, estará bien o también sentirá la tristeza en su alma, a pesar de todo.
Es plantearnos si haber actuado con consecuencia, no habrá sido una error muy grande en está vida nuestra.
Es un sin vivir, cada día que pasa, que nos damos cuenta de que era algo auténtico, no un simple devaneo lo que sentíamos por él, por ese ser humano que tiene miedo igual que nosotros mismos, que no confiá por alguna causa desconocida en su vida.
O por haber sufrido algún percance en su caminar por el destino.
Son preguntas y dudas que quedaron por resolver, enigmas de unas miradas perdidas en la distancia de nuestro amor. Un amor que se negaba aceptarse una y otra vez, en ambas direcciones.
Seres humanos muy parecidos en la vida, negados por sus propios y ajenos motivos, en los años vividos.
Personas que se pasan la vida huyendo de todo aquello que piensan que no podrán afrentar y encarar, por ser demasiado sensibles, que se ponen corazas pensando que así son más fuertes, pero sin embargo la inseguridad y el temor los acompaña en cada año que pasa, delante de todo aquello que pierden, que podría ser el eje principal, el motor de una vida positiva. La posibilidad de alcanzar algo verdadero, en la energía, la comprensión, el cariño mutuo, la estima, la admiración, la inteligencia, la sencillez del alma, la sinfonía del corazón, la honestidad de lo loable.
El amor que envuelve cada paso, cada mirada, cada caricia, cada sentimiento que se pierde en este cielo y este cosmos, que está oscuro en su silencio, por la desolación de una soledad doble, porque a pesar de no tenerle, le lleva a todas partes, el está en todos sus momentos, en el cielo, en la tierra, en los paisajes, en los juramentos, en su vida. Siempre.