¡Qué pena me das, España!
Una España llena de jirones vuelve otra vez a resurgir, con sus poetas muertos, sus banderas y balcones.
Sus odios y rencores sus muertos ya enterrados, recuerdan lo pasado una y otra vez.
Dejadlos en sus nichos, tumbas secas y olvidadas, en cunetas polvorientas, en majadas.
Es la España de Alberti, Lorca y Machado, de Miguel Hernández, Cela y Delibes.
Vientos del pueblo me llevan, a Miguel el de Orihuela, Hernández para Neruda, Pablo para la historia.
Son las dos Españas, que como torres gemelas se levantan de nuevo, una frente a otra, dispuestas a sucumbir.
A quererse y odiarse, en una historia sin fin, cainita, visceral, bastarda, llena de ira,… ¡ruin!
Una brecha que ya olvidada estaba, vuelve de nuevo a resurgir, a ser odiada.
¿Y es que acaso no sabéis? que las heridas emponzoñadas, sangrantes e infectadas, nunca curan, cicatrizan, si se abren y se arañan, se zahieren y se atizan …una y otra vez?
Y en este trágico devenir, unos la quieren como madre y otros, como puta a la que redimir.
Siempre rencorosa madrastra a sus hijastros amamanta, con hiel.
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