Cartas del náufrago
El mar de un dos por dos, el viejo vuelo
de espumas y bajeles en la sangre,
con mítico delfín, sirena y ángel,
con lírico clamor y agudo anzuelo.
Anida, se arrincona por mi pelo,
por eso hay las neblinas de la tarde
y el viento huracanado en el que no arde
sino una soledad de roto anhelo.
El mar es mi ciudad, vive en desvelo,
se lava en mi camisa, bebe mi aire
y enjuga las mentiras del recelo.
En él me vi bracear sin más donaire
que el de un ahogado más que en su pañuelo
secar quiso la sal de tu desaire.