Yo te presiento
con un rumor de caraco1as
que misteriosamente te acercas y te alejas,
como una sombra lánguida
en un atardecer inesperado,
como un fantasma en mis trágicos sueños.
y me cubro los ojos con imágenes lejanas,
y lleno mis oídos con el canto de mis seres amados,
y ahueco mis manos para pedirte piedad,
que aún es pronto ¡déjame vibrar! . . .
que aún tengo mucho
por hacer y por dar.