La tarde cae, el olor a tierra seca y el rumor de las gaviotas inunda la solitaria marisma, o laguna, llámala como quieras. El piar de las aves, se hace cada vez más intenso con el caer de la tarde. Gritos y alborotos pueblan los parques, y la costa que alcanza mi maltrecha vista. Tardes de mayo, bendito mes, Mariano por excelencia, mes del murmullo floral, y sobre todo mi mes.
En él mis treinta denostadas primaveras, se hacen realidad, cansadas, tristes, nostálgicas, pero es mi mes. Nada puede impedir que lo ame como a nada. Nadie puede evitar que el tiempo se pare, ni siquiera yo.
Qué lejos han quedado las tardes de primavera con olor a hierba mojada que cubrieron mi adolescencia, que añoradas, que recordadas una y otra vez como una película proyectada en mi mente sin cesar.
Sin embargo, con mentalidad cambiada intento hacerme paso entre miles de empujones y codazos que da la vida. Dulces hazañas como no, al menos estoy viva, sin sentimiento no hay dolor, sin dolor no hay daño, pero sin todo lo demás no hay existencia.
Ojalá, algún día leyendo estas líneas, recuerde esta etapa como algo pasado, algo lejano. Por si acaso persigo una quimera llena de buenos deseos y dudosas intenciones que ponen a prueba mi voluntad día sí, día no.
Qué fácil es hablar a través de un frío teclado, que difícil es hacerlo cara a cara, paso a paso. La vida te enseña. Ya no soy la niña asustada que un bendito 28 de noviembre, llegó con un montón de sueños, hechos poco a poco añicos. Madre, en todo el sentido que tiene la palabra. Cuan plegaria, da igual, al fin y al cabo es lo mismo, cuanto importa una madre.
El amor de una mirada que es entendida como un sorbo de aire fresco, que lejos, que dolor, y que ausencia. Paradójicamente, esto ayuda. Al tenerte lejos más cerca te siento, más fácil, más todo. Esto del caos, es difícil de explicar. Lees libros, te empapas de sabiduría, tratados, etc.… Pero en realidad no hay nada.
La soledad, es un estado, una forma de vida más. No existe antídoto, ni medicamento, que supla las carencias del alma, por eso a veces pienso que luchar contra la tempestad, es batalla perdida. No obstante, al mismo tiempo, te envalentonas y subes cual espuma marina, quién sabe por qué, un día te despiertas y el mundo es tuyo. Claro, diáfano a tus pies, y sin dudarlo a la hora, se derrumba cual castillo de naipes.
Desearía ser más clara. Envidio a quien visitan las musas una y otra vez. Hubo un tiempo, que eran mi compañía. Desgraciadamente, la soledad, la adicción y el cúmulo de circunstancias, se lo llevan cual nombre escrito en la arena; es fuerte, profundo, claro, salido del alma, pero débil al paso del tiempo. Tiempo que es erosión. Sin embargo, siempre, de toda lección se saca provecho.
De esta, la cual me ha tocado aprender, desprendo lealtad, amor a la familia, respeto por uno mismo, y sobre todo amor. Amor fraternal, amor paternal, y si me permiten amor animal, ¿por qué no? Tengo frente a mí la respuesta a muchas de mis plegarias, soy feliz en ocasiones sólo con su presencia, venero cada acción, voluntaria o lo contrario. Es un amor puro, sin reproches, sin palabras hirientes. Incondicional y recíproco.
Ese pequeño ser que reina en mi vida, tiene más sabiduría que cualquier profeta. Tiene mirada clara, devoción, agradecimiento y sobre todo cariño, sin dejar de lado el perdón. La vida te da sorpresas, no avisa, ejecuta. Cobra, no perdona. A pesar de las horas muertas, espero un mensaje que me ayude a volar.
Qué curioso, en mis años de facultad, una asignatura, contemplaba plasmar los sentimientos en una figura de barro, así como en un lienzo. La respuesta: un águila, la figura, y un ave emprendiendo el vuelo en el lienzo. Corría el 99, ahora le doy sentido. Ansias de volar. Ahora he volado, pero mis alas están frágiles, cansadas y desilusionadas.
Colaboración de Neskina88
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