En la sien húmeda de sudor se sumerge la idea recóndita, el plan ideado en la longevidad de los días cercanos a la memoria que consumen dulzura y pasión.
Se derrite el hielo del glaciar en partículas de agua al sol, ¡doradas nubes blancas asoman! La flor despierta envuelta en negros nubarrones de seda.
La purpurina sonríe alegre y un sonrojo de miel la rodea. ¿Aprenderá a tocar la guitarra que desgrana vaivenes de nostalgia en días de vino y rosas?
En la cumbre se dibuja la figura de la vida, diáfana, el sello auténtico y vivo del ángel que será eterno. ¡El hambre lo puede todo! |