Todos somos vida
El fantasma de los años, pasar de tiempo a tiempo, la inocencia de la gente, la juventud marcada por una guerra que para muchos no tiene sentido y para otros significa todo en su vida. Caminamos sin rumbo alguno, como una hoja de papel en el viento, como una rosa que se marchita con el tiempo, como el río que se seca en el verano, pero con cada invierno vuelve a nacer y florece una nueva vida con cada amanecer.
Qué pasa con la vida, que nada nos detiene que hacemos daño aún sin saberlo que llevamos muerte a donde vamos y crecemos, esperando que mañana no llegue el día de morir... ¿Qué pasa con el mundo si lo utilizamos? pero no lo valoramos que cada día se hace más débil, que cada anochecer se queja y simplemente no nos queremos dar cuenta que mañana puede que no exista.
¿Qué pasará en el mañana cuando no hay un presente?, cuando el futuro es exactamente un sueño roto, una carta que nunca llegó a su fin, una nota que jamás sonó, una canción que nunca llegó a oírse y todo es una pregunta sin respuesta. Entonces ¿cómo descifrar el universo?, ¿el tiempo adverso?, ¿las cosas que parecen no tener sentido?, ¿el correr de los ríos?, entonces ¿cómo ponerle precio a la inocencia a la conciencia? de todo aquel que cree que cada cosa tiene un precio sin saber, que hay muchas cosas que no pueden comprarse.
Entonces pienso que todo puede llegar a faltar un día, que puedo tener sed y no encontraré que beber, que puedo tener hambre y no habrá que comer y querer respirar pero me ahogaré y aún así me sentiré bien porque pude amar con la intensidad del tiempo, con la fuerza de una naturaleza exacta pero insegura, clara pero inesperada, precisa como la brisa de cada mañana.
Pude amar al mundo entero sin preguntarme nada, sin esperar algo a cambio, pude amar aún sabiendo que no llegué a ser amada... Amo cada rincón del mundo, cada símbolo de vida.
¡Por qué todos, todos somos vida!