Hola mi vida.
Ya que tu tiempo para mí es muy limitado, trataré de ser lo más breve posible. Hoy vi con tristeza mis sueños romperse; hoy vi con asombro, el caer de mis ilusiones y con ellas la esperanza de un buen amor. Hoy que por primera vez rechazaste la invitación de ir a tomar un helado juntos y de pasear las calles de la ciudad, sin rumbo, sin destino...
Como si el suelo fuera infinito y yo quisiera recórrelo contigo; qué lucido y verdadero día, me mostraría el rostro amargo de mi desgracia, el destino cruel que confabulaba hacia los dos; que día tan triste y negro, que obscureció la luz divina que tú llevaste a mi corazón e iluminaste los escabrosos caminos que me conducían a la perdición; que ingenuo fui, al darte la presea más valiosa que tenía guardada en lo más profundo de mi ser: mi corazón. Corazón que está roto en mil pedazos, porque una mala piedra lo quebró.
Amada mía hoy te vi acompañada de una persona extraña para mí; pero creo que tú lo conocías bastante; no tengo idea de quien sea, pero, le deseo mejor suerte que yo y que esté siempre a tu lado para apoyarte en los momentos que más lo necesites, porque yo, tiro la toalla; puesto que me has dado el golpe de gracia, y me dejas botado en suelo, como una basura, como un trapo, que después de usarlo lo deshechas porque ya no te es de utilidad.
Así me siento yo, un tonto, un ingenuo, una molestia, un estorbo; es por eso por lo que salgo de tu sendero y me voy por otro, uno que no promete alegrías, ni felicidad, pero al menos lejos de ti, en donde la soledad será mi única compañera y la obscuridad del exilio pueda tratar, de borrar la inmensa tristeza que estoy sintiendo ahora.
Amada mía, sé que lo más probable será que me olvides de inmediato, lo sé; pero ten en cuenta que la vida va, y viene, que tarde o temprano se paga todo el daño hecho a alguien; aun así, te deseo felicidad y venturanzas, aunque, no sea a mi lado. Me voy; te dejo el anillo que me obsequiaste el día que te declaré mi amor, y también te dejo el recuerdo de nuestros nombres, grabados en aquel árbol, que sin duda será como la tumba silenciosa donde esté enterrado nuestro amor.
Sin nada más que decirte, parto de aquí, llevándome en las maletas, lágrimas que derramaré en el camino y que se secarán con el tiempo, para que nadie sepa que alguna vez me conociste.
Para quienes se identifiquen con esta historia solo quiero decirles; al final de todo, que importa, quien le mando la carta, de todos modos jamás lo conoció de verdad, fingir amor por alguien no es más que ser una persona muy...