Mírame, por favor mírame, intenta ver más allá, no soy simple materia, quizás sí un tanto cobarde pero eso, querido anónimo, es sólo culpa tuya.
Labios carnosos, labios venenosos que aún mi exigente paladar no ha probado, tan incandescente como el mismísimo crepúsculo, apiádate de mí y de mi alma que sin desearlo has embelesado.
Seductora bruma, tan apta para deshacerme en ti, dame tu mano, te llevaré a donde las pesadillas no son más que una mala escenografía, a donde la única realidad es el perpetuo éxtasis.
Me escabulliré entre pensamientos ajenos, teñiré de emoción la indiferencia, dejaré la puerta abierta para que cuando admires los árboles arcaicos mi nombre invada tu memoria.
Desconozco el autor
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