
Le entregué el alma a cambio de ese divino destello que emiten sus ojos, juntos de la mano desafiamos la distancia, sueño vivir en una noche de fatalidades abrigada por sus manos en donde ni las estrellas podrán apartarnos y al disiparme en el néctar que vierten esos labios amenos, sonreiré ignorando a la agonía.
El invierno nos complementa, desvariando percibo su voz y me estremezco mientras se avecina la tormenta que se empeña en mantenernos lejos.
Ríos de sangre marcan nuestro andar y aún tomados de la mano desafiamos al destino, ¿Cómo soportar un tropezón más? Espero que no me deje sola en medio del camino.
Desconozco el autor

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