En
un invisible bolsillo
mi alma suave te
lleva
y camina por la
calles
del mundo de la
espera.
Mis ojos llenos de
niebla
desnudan el bello
cielo
buscando el milagro
de tus ojos negros…
Me elevo a lo alto
en pos de una
estrella
que me guía siempre
cual bella
hechicera.
Recorro ese mar
que me da dulzura
y embriaga mi vida
con tanta frescura.
El encaje de las
olas
me toca tiernamente
y alcanza el sosiego
al borde de la
mente.
Recorro con ansias
la inmensidad azul,
y pierdo mi esencia
en las nubes de tul.
La añoranza regresa,
me roza con la
brisa,
me acaricia y se
aleja,
como vino… de prisa.
El sol en el
horizonte
deja su estela
dorada
Y la vida así me
dice
que terminó la
jornada
Que no se oiga mi
llanto,
ni descubran mi
dolor,
para que nadie vea
agonizando mi amor.
Una dulce mirada
se instaló en mis
pupilas
y cambio en un
instante
tristezas por
alegrías.
Muestro al mundo
esta delicada calma
que llora por
dentro,
muy cerca del alma.
Allá donde nadie
vive
y el gemir es
eterno,
duermen los sueños
de los amores
muertos.
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