La butaca de tu compañía estaba vacía
en cambio, a mí me encontraste vacío.
Te pedí en un tiempo
que no me correspondía
y que tampoco era tuyo.
Te encontré cuando tus segundos
pertenecían a otro reloj.
Cierta fecha ordinaria
crucé con tu sombra
con tus pasos y tu grácil talla.
Tus ojos delataron compromiso.
Sin embargo, tus manos buscaban cobijo
y tus labios de ansia vendían al beso promiscuo.
Entonces hallé una mariposa aturdida.
Según la bitácora, se declaraba perdida.
Pues su vuelo carecía de rumbo y guía.
Y te posé en mi hombro
para que descansaras.
Y te posé entre mis dedos
para sentirte segura.
Y te acerque a mi palpitar
para colmar el espasmo de tus alas.
Y te calce mi sombra y mis pasos
para que no desviaras mi camino.
Y cobijé tu sueño cansado
ya para entonces, estaba encantado.
Y me pregunto
Si bajaste del cielo,
eres el Ángel que yo quiero.
Si del aire tu provienes,
sea la brisa o tu perfume quien me detiene.
O si es la tierra tu origen
ser la semilla de tu fruto que corrigen.
Si del mar tu nacieras
mi cuerpo y mi sal tu disolvieras.
Si en el río tu habitaras
tus aristas dulces yo abrazara.
Pero sin problema de cual fuere tu Alfa
tu Aedo te abraza entre versos y palabras.
Por ser tu dueño, dichoso.
Por ser tu hombre, grandioso.
Por amarte, afortunado.
Por enamorarte condenado.
Pero por vivir en tu corazón
seré sangre palpitante de tu pasión.
Seré la sal de tu mesa y de tu mar.
Seré tu aliento expandido en tu amanecer.
Seré tu abrigo en el frío del ayer.
Seré los besos que adornen tu felicidad
o las caricias que vistan tu sensualidad.
¿Pero? ¿Serás valiente y me tomarás?
Porque tú eres ya mi resto y mi final, amén.
Desconozco el autor