Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando éste se apaga, que caer en la monotonía del matrimonio.
El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató la siguiente historia: Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi madre bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Mi padre como pudo, la subió a la camioneta y a toda velocidad, sin respetar los semáforos, la llevó al hospital. Cuando llegaron ya había fallecido.
Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida, casi no lloró. Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años.
Se produjo un momento de respetuoso silencio.
Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: Fueron 55 buenos años... ¿saben? Nadie puede hablar del verdadero amor si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así.