Como una leve brisa, como un susurro, un aletear de mariposas, hoy me llega tu voz y con tu voz tu aroma y con tu roma -recuerdo de violetas en rosas enredadas- tu nombre, y el poema aquel de Bécquer -el de las golondrinas- que tú me recitaste una tarde lluviosa de noviembre propicia para el amor y la melancolía. Tu voz me llega ilesa, musical como entonces y en mi oído se acuna y el alma mi acaricia endulzando la pena que siento por tu ausencia
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