Las Arpías (o Harpías) son genios de la tempestad, monstruos dañinos con forma de ave, cabeza de mujer y afiladas garras. Descienden desde las nubes emitiendo un chillido horrible, solo precedidas por una repentina ráfaga de viento o un relámpago, más rápidas que el viento del Oeste. Son los mastines de Zeus, siempre preparadas para el rapto y el robo.
Hay dos Arpías (aunque algunos autores añaden una tercera), hijas de Taumante y la ninfa del océano Electra. Sus nombres varían, aunque por lo general se trata de términos significativos que hacen referencia a sus habilidades: Aelo (vendaval), Nicótoe (victoriosa corredora), Ocípete (ala suave)… La leyenda más difundida acerca de estos seres cuenta cómo le amargaban la vida a un rey de Tracia llamado Fineo.
A Fineo, que había aprendido del dios Apolo el secreto de la profecía, Zeus le envió las Arpías como castigo por revelar misterios divinos. Cada vez que Fineo se disponía a comer, ellas se dejaban caer desde el cielo y le arrebataban del plato los manjares, dejando tan solo unas migajas, las suficientes como para que el rey sobreviviese durante otro día más de tormento.
La casual llegada de los Argonautas a su reino permitió a Fieno deshacerse de las Arpías, ya que estos accedieron a librarle de ellas a cambio de conocer el camino que debían seguir.
Se preparó como cebo un gran banquete que fue dispuesto frente al rey. En cuanto las Arpías aparecieron por el aire, dos de los argonautas, los hijos de Boreas, Zetes y Calais, quienes también tenían alas, desenvainaron sus espadas y salieron en persecución de los monstruos. Estaba escrito en el Destino que o las Arpías perecían a manos de los Boreadas o estos morirían en su caza.
La historia tiene varios finales…
Según una versión, los hermanos sucumbieron en el intento de acabar con las pérfidas aves, otra cuenta que lograron alcanzarlas: la primera cayó derribada en un río llamado desde entonces Harpís.
La segunda llegó a las islas Estrofíades o islas del Regreso, pero murió agotada por el esfuerzo realizado, al igual que su perseguidor.
Una tercera versión afirma que el dios Iris intercedió a favor de las Arpías cuando estaban a punto de ser alcanzadas, pues a fin de cuentas eran servidoras de Zeus. Para salvar su vida, estas prometieron dejar en paz a Fineo. Desde entonces se esconden en una oscura caverna de Creta.