Lee tu libro viejo en la última noche del Año.
Hay en él trozos de ti mismo;
es un drama apasionado
en el que el primer personaje eres tú.
Tú en escena con Dios,
con tu familia,
con tu trabajo, con la sociedad.
Tú lo has escrito con el instrumento
asombroso de tu libre albedrío sobre la superficie
inmensa y movediza del mundo.
Es un libro misterioso,
que en su mayor parte,
la más interesante, no puede
leerlo nadie más que Dios y tú.
Si tienes ganas de besarlo, bésalo;
si tienes ganas de llorar,
llora fuerte sobre tu viejo
libro en esta última noche del año.
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