Al igual que ocurre con los adultos, a los niños las lecturas les aportan disfrute y entretenimiento, sobre todo porque suele ser una forma de contacto con sus iguales o con un adulto cercano, y se convierte en un momento de socialización para ellos.
Por otro lado, los cuentos potencian la imaginación y la creatividad infantil, ya que narran una serie de historias que les permiten ampliar sus horizontes mentales y aprender a jugar con su propia fantasía. Además, en los cuentos se describen también sucesos de la vida real que le proporcionan un conocimiento más exacto de su entorno y le muestran una serie de pautas de actuación en diversas situaciones, lo que ayuda al desarrollo de la personalidad infantil.
A nivel del desarrollo del lenguaje, la lectura resulta muy útil para los niños, porque les permite ampliar su vocabulario y adquirir las estructuras gramaticales de la lengua. En lo que se refiere a la escritura, gracias a los cuentos aprecian dos rasgos necesarios para aprender a escribir: la linealidad y la direccionalidad.
Las historias, al ser una sucesión de acciones, facilitan al pequeño la tarea de fortalecer su estructuración espacio-temporal porque aprende, a través de una tercera persona con la que muchas veces se identifica (el protagonista), que el transcurso de las actividades tiene una lógica secuencial.
La memoria es uno de los aspectos que se trabajan con la lectura y que quizá pasa más desapercibido para los adultos, a los que les puede parecer algo relativamente insignificante. Sin embargo, la capacidad de recordar diferentes personajes e historias provoca un avance significativo en la memoria infantil, ya que así empiezan a crear sus primeros recuerdos.
Álvaro Saiz, Psicopedagogo y maestro de educación infantil
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