¡Eres polvo, silencio, presencia...
A la dama del cielo
Salgo y te encuentro rebosante en estaño, perfilada en la cúspide de la higuera vecina. Me ofreces al reflejar, el inocente y prístino beso solar. Siento que me envuelves en tu femenina presencia y disfruto de tu masculino regalo; generosa me arrullas y sin especulaciones, de nácar vuelves los lagos de mi sin razón; eres palpitación presente en la belleza perenne,
Tu secuencial ritmo de fases: señalan y enseñan, nutren y alertan, mensajes eternos de las matemáticas que al universo rigen.
Señora del cielo eres; dúctil, creativa y toda emoción. ¡Eres polvo, silencio, presencia!
¡Cuánto quisiera –no solo admirar-, sino también aprender-,de tus sabios encantos, los que plasmas en delicados matices en el devenir del tiempo!.
Silente el valle atraviesas sembrando níveo manto de azahares, endulzas cada caricia; y titubeas en el humedal, en un tic-tac de sombras y brillos
Los mascarones de proa en sus pupilas te atrapan y te escabulles airosa, dibujando plateado filete en las flotantes formas del noble galeón
Transitas por los laberintos del alma despertando conciencias con tu lenguaje de luz; embriagas, seduces hasta imprimir el néctar de la vida eterna; el elixir de vivir en Dios
Maria de los Angeles Roccato