En un pequeño pueblo de Estados Unidos hubo un loco que había matado a miles de personas inocentes.
El loco se suicidó para que la policía no le atrapara: primero se cortó las manos con un cuchillo de cocina y luego se ahorcó en el árbol del cementerio. Muchos años después, un chico de 17 años llamado Richi vino al pueblo.
Él y sus amigos decidieron ir en Hallowenn al cementerio. Allí encendieron una hoguera y contaron historias de miedo.
Uno de los amigos de Richi, Tomy, contó la del loco sin manos:
-Y dicen que el día de hoy lo puedes ver en este cementerio paseando en busca de inocentes a los que matar. Yo vi una foto de él por Internet y, según cuentan, encontraron a quien lo fotografió muerto al otro lado del cementerio... y sin manos.
-Tonterías -dijo Richi-.
Lo dicen para que los crédulos se mueran de miedo. Lógico.
-Richi, ¿tú no te crees ninguna de esas historias? Yo tampoco, pero mucha gente lo ha visto... de verdad- dijo Mike, su mejor amigo.
-Podrían estar mintiendo- dijo Richi-.
Mira, dame la cámara. Ahora voy y ya verás que todas esas cosas que dicen son chorradas y mentiras.
-Vale, pero te avisamos- dijo Mike. Richi fue por el cementerio con la cámara.
No se creía esa historia del fantasma, pero por alguna rara razón le dio escalofríos y pensó que era un idiota al interrumpir a sus amigos. De repente lo vio: un hombre con una marca en el cuello, como si alguien le hubiese pasado una cuerda alrededor. No le veía las manos, ya que tenía los brazos cruzados, y entre los brazos llevaba la cabeza de sus amigos... Richi, más blanco que la nieve, salió corriendo.
El fantasma, al verlo, tiro el resto de los cuerpos de sus amigos y con los ojos fuera de las órbitas sacó un cuchillo y le siguió. Richi corría y corría, pero el fantasma era mucho más rápido. Le alcanzó y le mató cogiendo una cuerda y colgándolo de un árbol.
Al día siguiente la policía encontró los cuerpos de los chicos con la cabeza separada del cuerpo, y a Richi ahorcado, sin manos y con los ojos llenos de pánico.