Muñeca de trapo
De qué te quejas…
sombra etérea asomada al espejo,
si te ha tocado siempre lo mejor,
de entre los cristales recoges las rosas,
en las tormentas tus risos florecen,
y en las aguas turbias
los peces fluorescentes hacen cosquillas en tus pies.
Por qué maldices,
fantasma encantado,
cuando de tu boca deberían salir destellos,
agradecer los azules de la noche
entre los oropeles que forran tu cuerpo,
tus formas perfectas,
tu estatura perfecta,
y esos ojos grandes y cóncavos
que con mirada de fuego derrites ensueños.
Nada te basta,
insatisfecha, pides más.
En tu ruta aparecen siempre los reclamos,
reclamos de muñeca engreída,
acostumbrada a los aplausos,
mira a tu derredor,
en los zaguanes encontrarás a otras con llagas en la piel,
las venas gordas y duras,
ojos inyectados en sangre
y una mueca de dolor en el rostro.
De qué te quejas,
si jamás entenderás la crueldad ni la desdicha,
engreída y hermosa muñeca de trapo
que solo sirves para adornar la sala del olvido.
Carmen Amaralis Vega Olivencia