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Cuando juzgamos, nuestra conciencia más elevada,
que vibra en la Unidad del Amor, queda totalmente cegada por nuestro ego,
quien levanta una fuerte barrera divisoria entre nosotr@s y el “otro”.
Juzgar es REPUDIAR y CONDENAR a otro Ser, por algún rasgo
que veamos como DIFERENTE de nosotr@s (género, color de piel,
creencias religiosas, etc, etc).
Esta condena nos pone a nosot...r@s del lado que es “correcto”,
mientras el otro es el “equivocado”.
Por eso el juzgar es el alimento preferido del ego,
porque lo pone en un plano de superioridad frente a aquellas personas
con quienes compite día a día,
lo que lo hace sentir, más fuerte y seguro. Pero bajo esa aparente fortaleza y
seguridad hay un profundo dolor porque nos vamos llenando de odio y
resentimiento por dentro, a la vez que negamos una parte de nosotr@s mism@s.
Lo paradójico del acto de juzgar, es que aquello que nos molesta de los demás
es una proyección que hace nuestro ego de lo que no nos gusta de nosotr@s mism@s.
Es una manera de deshacerse de aquello de lo que no se quiere hacer responsable,
razón por la cual lo expulsa y proyecta en los demás.
Estamos constantemente gritando nuestro odio y
nuestra rabia interna frente a alguien que comparte nuestra misma esencia…
rechazando a alguien que es nuestro propio reflejo.
Nuestro ego necesita ETIQUETAR al “otro” con un nombre o un concepto que
NOS DIFERENCIE CLARAMENTE, de tal manera de atribuirle todos los defectos posibles,
para que ellos no pertenezcan más a nosotros
Es una estrategia del ego para desligarnos de todo sentido de RESPONSABILIDAD.
Es el muro ilusorio que nos pone para reafirmar nuestra SEPARACIÓN del resto del mundo,
pero a la vez, para que estemos siempre MIRANDO HACIA AFUERA y
no seamos capaces de HACERNOS CARGO DE NOSOTR@S MISM@S.
Por todo esto, el juzgar nos separa de nuestra propia grandeza interior y
nos vuelve esclavos de la cegadora y rígida mirada del ego.
Nos mantiene vibrando bajo, porque nos separa de la amorosa UNIDAD
que conformamos tod@s, al estar permanentemente desmenuzando,
clasificando y definiendo todo en base a la SEPARACIÓN.
“La forma más elevada de la inteligencia humana es la capacidad de observar sin juzgar”,
decía el sabio Krishnamurti, frase que tiene mucho sentido,
porque cuando somos capaces de observar más allá de los juicios
es cuando nos hemos quitado el velo cegador del ego y
reconocemos la amorosa y divina unidad presente en todo lo que existe.
Ser capaz de observar sin juzgar es reconectarnos a la mirada limpia del corazón y
al campo infinito de sabiduría que se nos abre
cuando soltamos todas nuestras creencias limitantes.
Abrámonos a la experiencia de SENTIR un profundo respeto y
cariño frente a cualquier Ser, soltando todas las antiguas creencias que nos mantenían separados.
Eso es, en definitiva, abrirnos a experimentar el AMOR más pleno e INCONDICIONAL
que nos haga trascender nuestras propias barreras mentales,
elevando así nuestra conciencia, hacia la divina vibración de la UNIDAD!!
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