Las olas de calor que afectan muchas regiones del mundo causando miles de muertes y que son producidas por el calentamiento global son muy peligrosas para la salud. ¿Pero qué pasa exactamente en nuestro cuerpo cuando el calor nos agobia? ¿Y qué podemos hacer para evitarlo?.
Las temperaturas extremas causan estrés en el organismo, cuyo funcionamiento óptimo es entre los 36 y 37,5º C.
Cuando son más altas, el cuerpo se libera del calor principalmente a través del sudor, aunque la respiración y el incremento en el ritmo cardíaco también pueden expulsarlo.
Entre más caliente y más húmedo, más sudor se expele, y esto incrementa el riesgo de deshidratación.
En situaciones de calor extremo el organismo comienza a luchar para poder enfriarse, lo cual puede dar lugar a espasmos musculares, agotamiento y golpe de calor.
Éste es un trastorno que requiere atención médica de emergencia porque puede generar un daño permanente en órganos vitales e incluso la muerte.
¿Cuánto es demasiado calor?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la temperatura ambiente óptima para el organismo es entre 18 y 24º C, cuando el cuerpo se mantiene a unos 36°C-37°C.
Cualquier nivel más elevado provoca que los riesgos para la salud se incrementen.
Si el cuerpo se calienta hasta los 39º C-40º C, el cerebro le dice a los músculos que trabajen menos y comenzamos a sentir fatiga.
Comienzan también a verse afectados los procesos químicos, las células dentro de tu cuerpo se deterioran y hay riesgo de que fallen múltiples órganos.
A esta altura el cuerpo ya ni siquiera puede transpirar porque se detiene el flujo de la sangre hacia la piel, que se siente fría y húmeda.
Estos riesgos están vinculados a la temperatura a la cual está acostumbrado el cuerpo.
Por eso no sorprende que los habitantes de países más calientes puedan enfrentar mejor el aumento de temperaturas.
Precauciones
Los estudios han demostrado que cuando la temperatura ambiente llega a 35º C, y está acompañada de altos niveles de humedad, puede poner en riesgo a la salud.
Si alcanza los 40º C puede ser peligroso incluso con niveles bajos de humedad.
Mucho depende de qué tan vulnerable es la persona.
Los ancianos, bebés, niños pequeños y mujeres embarazadas son los más susceptibles al calor extremo. Pero también las personas con enfermedades crónicas como problemas cardíacos o respiratorios.
Ciertos tipos de medicamentos o infecciones también pueden tener efectos.
Durante las olas de calor se aconseja tomar precauciones, como beber mucha agua, darse una ducha tibia y no helada, evitar el ejercicio intenso, abanicarse el rostro más que otras partes del cuerpo y vestirse adecuadamente con ropas ligeras y claras.
Pero con un calor extremo es esencial buscar un ambiente frío en el cual se pueda reducir artificialmente la temperatura corporal.
Virginia Murray investigadora de la Agencia de Protección de la Salud (HPA) de Reino Unido, quien ha estudiado el efecto del calor en el cuerpo, afirma: “Lo que es realmente preocupante es cuando el cuerpo no es capaz de enfriarse a sí mismo”.
“Eso puede ocurrir si el calor es realmente intenso durante el día y la noche. El cuerpo no tiene oportunidad de deshacerse del calor”.
“En esas circunstancias lo más importante es poder ir a algún lugar para enfriarse. La gente necesita encontrar un área fría en un edificio o algún sitio con aire acondicionado”, explica Murray.
Cuando las personas no pueden hacer eso, la historia muestra que el calor puede convertirse en un asesino.
Se calcula que la ola de calor que azotó a Europa en 2003, el verano más caliente desde 1500, causó la muerte de más de 70.000 personas en el continente.
También se dijo que hasta 10.000 personas murieron durante el intenso verano de 1988 en Estados Unidos.
De hecho, de todos los desastres naturales, las temperaturas extremas de calor son uno de los más letales. En total han causado más muertes que las inundaciones, los terremotos y los tornados.
Fuente: BBC
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