Es muy fácil saber cuando alguien tiene heridas emocionales sin sanar. Solo necesitas hacer una cosa. Molestarle un poco.
Esas heridas son como pequeñas cicatrices que están sin coser. Cuando empujas un poquito, se abren con fuerza.
Son personas que responden airadamente ante pequeñas molestias que podían perfectamente tomarse con un poco de sentido del humor o un comentario calmado. Reacciones tormentosas con toda la fuerza del ego, capaces de tratar como criminales incluso a las personas que más las quieren.
Estás personas necesitan ayuda. Necesitan sanar esas heridas que las perjudican en sus respuestas con gente concreta a quienes acusan de su dolor emocional, o con cualquier persona que se les cruce al paso.
El cielo o el infierno está dentro de nosotros. Si día a día vamos meditando, comprendiendo y soltando errores propios y de otros. Todos esas heridas que se van formando. Nadie podrá sacarnos nunca de nuestro cielo aquí en la tierra. Dentro de nosotros. Pero si dejamos que esas heridas se infecten y se vayan sumando unas sobre otras sin sanar, la ira en nuestros corazones oscurecerá hasta el más bello sol de la mañana.
Sé valiente. Perdona todos los días. A ti y a los demás. Usa el orgullo para otras cosas como el deseo de hacer tu trabajo de forma excelente. En las relaciones personales solo atrae enfrentamientos. Visualiza, comprende, perdona, y suelta. Cuando sueltes tu respiración, el aire se llevará todos los problemas a los que la mente da importancia, para que cabalges haca lo que más importa: Vivir y disfrutar tu ahora con libertad.
David Jungle
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