Fue una noche tibia de esas que en marzo empiezan por inquietarnos y robarnos el sueño; dos inquilinos roedores del planeta raptor, específicamente Hugo y Pedro se encontraban merodeando en una montaña de escombros en la parte externa de su madriguera, que por cierto también producía un mal olor casi a putrefacción; pero el hambre iba en aumento y juntos en una rápida conversación, decidieron salir a buscar su sustento a costa de lo que sea, inclusive de su propia vida.
¿Decisión apresurada podría parecer?, Pero la verdad es que dentro de la casa donde habitaban, existía un enemigo en común del cual preferían ni mentarlo, ya que aparte de tenerle temor, estos ratoncitos eran muy supersticiosos
Claro evitaban en lo posible de encontrarse con Matías, felino amaestrado para tener la casa en orden de roedores especialmente, así que los dos sabían el peligro potencial que representaría, encontrarse en un mano a mano con este gato.
En todo caso, ya estaban escarbando en todo ese basural a ver si podían encontrar algo, con lo cual satisfarían el hambre y a lo mejor también llevar algo a casa para almacenarlos y no estar saliendo a cada momento, ya que después de pasar mil peripecias, comprendieron que dentro de casa era imposible, por este guardián con el cual no podían definitivamente
Contentos de la labor realizada, regresaban a casa con un gran bulto que contenía gran cantidad de guarniciones; dificultando el poder escabullirse si se presentaba Matías. Como una premonición y mal augurio; de repente y sin darles oportunidad estaba frente a Hugo y Pedro, el felino que movía su lengua una y otra vez, saboreando el banquete que se iba a dar a costa de estos ratoncitos
Pero la sagacidad y astucia se puso a prueba nuevamente, cuando sin pronunciar ni una sola palabra y tan sólo con una mirada, Hugo y Pedro sabían de antemano que debían obrar como un haz de luz y así con gran agilidad los dos se dividieron; cada cual corrió en dirección contraria, dejando a Matías sin saber a donde dirigirse ni que camino optar por tomar, quedando turbado por la maniobra y acción tomada
A la velocidad de la luz, ingresaron en veloz carrera a la casa y casi sin aliento Hugo le dijo a Pedro: ¿Qué haremos sin alimentos?, ¿Cómo viviremos?, Mientras el receptor con una carcajada dibujada le abrazó a su amigo, comentando: estamos con vida, acaso no te das cuenta que en este momento estaríamos dentro del estómago de Matías y continuó con su sonrisa por un gran momento
Hugo con un rostro meditabundo, comprendió la real situación
por la que habían pasado y con un suspiro al viento agradeció a la providencia por la dádiva recibida, susurrando: NO TIENE PRECIO LA VIDA NI COMIDA QUE LA VALGA
Nelson