Obsesión
Què bello es recordar aquel momento! que, asombrado a la luz de tu ventana, quedè mudo, sin voz y sin aliento, al verte tan hermosa y tan lejana.
Mas hoy sigo esperàndote entre abrojos, sin poderte decir que ,aquella tarde, te besè con el alma y con mis ojos, y te entreguè mi corazòn cobarde.
¿Por què te envileces de mi llanto, de mi frágil pasión y mi quebranto, y me hundes el puñal de tus reproches?
Pero guardo con ansias y desvelo, encontrar de tus brazos el consuelo bajo el gélido polo de mis noches.
Nolberto Marin |