Ahora que regresamos.
Hace frío amiga pero abro la ventana,
me azota el rostro un látigo de viento,
mi alma gemela tan bella, y tan lejana
y tu voz en mi interior, vida y aliento.
He visto en ti la eternidad, mirando
desde la sombra densa de tus ojos;
en otros sólo pude ver manojos
de horas, semanas, meses, expirando.
Quizá esa eternidad se disminuya
ahora que regresamos, ¿quién lo sabe?
pero hoy es tan infinita que ya no cabe
sino tu alma en la mía, que ahora es tuya.
Es invierno. La lluvia en los cristales
tamborilea su ancestral rutina, y nos
siembra nostalgia en surcos desiguales,
y de la misma forma el alma nos anima.
Tengo una selva en mi interior: gemidos,
colibríes, rumores y ágiles serpientes
viven, cantan, se arrastran, sumergidos
en mis íntimos recuerdos obedientes.
El futuro amiga está ya casi a la vista,
y ocurrirá, se quiera o no se quiera;
ni se prevé, se adquiere o se conquista,
es él quien de nosotros se apodera.
Por eso, llena de letras la copa del silencio,
la beberé hasta el fondo, me embriagaré de ti,
y al llegar a tal punto que ya no diferencio
abrazado a tus letras, te llenaré de mí.
Jesús Quintana Aguilarte.