, La realidad es que muchas veces estamos en situaciones
demasiado humanas en las que nos encontramos
con personas que sufren, que realmente necesitan ayuda,
y aunque involucrarnos nos puede hacer sufrir a nosotros,
la situación nos obliga moralmente a hacer algo,
a meternos al pantano juntos.
Quisiéramos un tiempo extra para trabajar en nosotros,
pero esto no es posible. En esos casos resulta provechoso
tratar en la medida de lo posible perder importancia personal
, dejar de identificarnos tanto con el yo que hemos construido
como con los aspectos negativos de la persona que
queremos ayudar, los cuales nos producen miedo.
No se puede ayudar realmente desde el miedo.
Lo más importante que podemos hacer es perder el miedo:
miedo fundamentalmente a que esa persona nos lastimará
o a que al ayudarla perderemos algo. Sin miedo podremos
sentir realmente compasión, y esta es la energía
que lleva a ayudar genuinamente.
Harmonía
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