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General: El regreso del hijo pródigo
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De: Sion  (Mensaje original) Enviado: 17/02/2013 16:23
El regreso del hijo pródigo


La parábola del padre que recobra a su hijo. Parábola que “ningún hombre se hubiera atrevido a inventar”. Esta parábola resume los diversos temas y mensajes del perdón del Evangelio. Es una radiografía de todo el proceso de la conversión.

Primer tiempo: El Pecado

“Un hombre tenía dos hijos”: Paternidad divina y... Ver más fraternidad humana. El mundo de la gracia esta construido sobre un esquema de familia: la paternidad de Dios y la fra ternidad de todos los hombres redimidos por Cristo.

“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”: Ruptura con el padre y con los hermanos. Dentro del cuadro de familia cimentado sobre la gracia, el pecado supo ne una ruptura con el Padre y con los hermanos.

“Y el padre les repartió los bienes”: Respeto a la libertad. La conducta transigente del padre expresa la lógica de libertad con que Dios dirige a los hombres; no quieren ser esclavos sino hijos.

“Emigró a un país lejano”. El pecado es alejamiento de Dios. El pecado se completa a través de un doble movimiento: dar la espalda a Dios y volverse a las criaturas, entregándose al disfrute desordenado de las cosas de Dios en contra de Dios mismo.

“Derrochó todo lo suyo”. El pecado, ruina de los valores. El pecado reporta, como triste consecuencia, la quiebra y pérdida de valores espirituales y humanos. Así, retroce de a actitudes de animalidad.

Segundo tiempo: La Angustia

“Empezó él a pasar necesidad”: Experiencia de carencia y angustia producida por el pecado. El pecado provoca estados negativos de vacío y penuria que pueden causar reacciones saludables a la reconquista de los valores perdidos.

“Tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos...”:
Evasión y búsqueda de alternativas de Dios. El primer efecto del estado de angustia producido por el pecado puede ser embarcarse hacia nuevas lejanías y buscar sucedáneos del bien infinito que se ha perdido (alienaciones).

“... a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenar el estómago de algarrobas”:
Esclavitud y abyección. El pecado termina en la esclavitud: “El que peca se hace esclavo del pecado” (Juan 8,34).

“Y nadie le daba de comer”: El pecado aísla, vacío y soledad. Por mucho que se engañe con sus evasiones, no puede el hombre recibir de los sucedáneos de Dios lo que solo Dios puede darle. El alejamiento de Dios conduce a la nada y al hambre total.

“Recapacitando entonces ,..“: De la angustia a la reflexión. A través de las expe riencias negativas derivadas del pecado, el Padre ha ido preparando el retorno del hijo rebelde.

Tercer tiempo: La Conversión

“Yo aquí me muero de hambre”: Ansia de Dios, comienzo de conversión. En el reconocimiento de la propia miseria hay una ansia oculta de Dios que puede llevar a la conversión. Esta no es aún perfecta. Es solo una disposición, que se llama atrición. El pecador está todavía metido en sí mismo. Pero al menos ha comenzado el proceso de conversión.

“Me pondré en camino a donde está a mi padre”: Hacia una mejor conversión. El proceso de conversión sigue su curso. No sólo se contempla la propia miseria, se des cubre a aquél que puede remediarla.


“Le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”: La conversión completa. El pecador rompe definitivamente el cerco del yo y se abre a la otra persona: el Tú de Dios. Ya no mira cuánto de deshonroso y negativo ha producido el pecado dentro de él mismo, sino la ofensa hecha a Dios y la ruptura de una relaCión de amor con El.

“Ya no merezco llamarme hijo, trátame como a uno de tus jornaleros”: La satisfacción por el pecado. Cuando la conversión es verdadera, busca dar una satisfac ción por el pecado cometido. No se quiere ya salvar los privilegios del hijo, sino reparar el daño producido.

“Entonces partió y volvió a la casa de su padre”: Pone en ejecución su conversión. Todo se había desarrollado hasta ahora en el plano de la intención. Ahora se pone en obra la decisión tomada.

Cuarto tiempo: El Encuentro

“Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió”: Dios nos amó primero. El corazón de Dios, que es siempre el primero en amar, no cambia ante al pe cado del hombre: permanece siempre abierto a la misericordia.

“Y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo”: Encuentro de Dios y el pecador. La conversión es un reencuentro vivo con una persona viva, es un gesto amoroso de Dios que busca al pecador, le “da el beso de salvación”.

“Su hijo le dijo: Padre, he pecado”: La confesión del pecado. La conversión ver dadera necesita el reconocimiento del pecado, la manifestación del mismo y el rechazo del pecado. El sacramento de la penitencia es el término de la conversión, y responde a la lógica y a la psicología de la conversión.

“El padre dijo a sus servidores”: Dios y sus ministros. Podemos ver aquí la media ción de la Iglesia y en ella la de sus ministros, para que en una acogida fraterna, hagan sensible y tangible el perdón concedido.

“Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo". La vestidura de la gracia. La alusión a la ropa representa la transformación obrada por la gracia de Dios en la conver sión del pecador.

Quinto tiempo: La Reconciliación

“El hermano mayor ... se indignó y se negaba a entrar”: Incapacidad humana para perdonar. Los hombres no disponemos de tanta capacidad para perdonar como Dios. El orgullo, la envidia y el egoísmo nos cierran el corazón.

“Su padre salió e intentaba persuadirlo”: Infinita capacidad divina para perdonar. Dios nos invita a superar nuestras actitudes egoístas y a asumir una conducta generosa para con aquellos que prevaricaron.

“Y él replicó a su padre: Mira, en tantos años como te sirvo”: El fariseísmo de los “buenos" El egoísmo se asocia al orgullo, a la mezquindad, al recuento de los pro pios méritos. Jesús responde también a esto con la parábola del fariseo y el publicano.

“Nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta”: Exigencias a Dios. Egoísmo y orgullo hacen “planteamientos” a Dios; no se tiene experiencia del amor de Dios. Jesús responde también a esto, con otra parábola, la de los obreros en la viña.

“Es justo que haya alegría y fiesta, porque tu hermano estaba muerto y ha resucitado”: Participar de la alegría de Dios. Al ser perdonado, alegro a Dios, como el pastor y la oveja perdida: “Habrá mas alegría en el cielo por un pecador que se convierta, que por noventa y nueve que no necesitan convertirse” Lucas 15:32


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