Esto es justificación por la fe.Hebreos 9:24 Pues no penetró Cristo en un santuario hecho por mano de hombre, en una reproducción del verdadero, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro,
25 y no para ofrecerse a sí mismo repetidas veces al modo como el Sumo Sacerdote entra cada año en el santuario con sangre ajena.
26 Para ello habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Sino que se ha manifestado ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado mediante su sacrificio.
27 Y del mismo modo que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio,
28 así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez sin relación ya con el pecado a los que le esperan para su salvación.
Hebreos 9-> Ver. 24
[V.24-> Santuario. Gr. hágia (ver Nota Adicional del cap. 8). Aquí falta el artículo, pero el adjetivo neutro plural bien puede traducirse “santuario” o “lo santo”. Hecho de mano. Ver com. Heb 9:11. Figura. Gr. antítupos, “copia”, “figura”, “imagen”. “Antitipo” deriva de esta palabra, aunque usamos “antitipo” para expresar lo que es anunciado por el “tipo”.* La palabra griega puede referirse tanto al original como a la copia. Este término griego aparece una vez más en el NT (1Pe 3:21). El cielo mismo. ”El más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos” (Heb 9:11) se iguala aquí con “el cielo mismo”. “Ningún edificio terrenal podría representar la grandeza y la gloria del templo celestial, la morada del Rey de reyes donde millares de millares le sirven y millones de millones están delante de él (Dan 7:10), de aquel templo lleno de la gloria del trono eterno, donde los serafines, sus guardianes resplandecientes, se cubren el rostro en su adoración” (PP 371). Ahora. El autor pone de relieve el pensamiento de que Cristo ya está ministrando como sumo sacerdote, y exhorta a sus lectores a que dejen de depender del antiguo sistema levítico y disfruten plenamente de las gloriosas prerrogativas que dispensa el nuevo pacto (cf. com. Heb 9:9). Por nosotros. O “en favor de nosotros”; intercede por nosotros (Heb 7:25). “Si alguno hubiera pecado, abogado tenemos para con el Padre” (ver com. Jn 2:1). Ante Dios. En contraste con el sumo sacerdote del santuario terrenal (ver com. Heb 9:8), que sólo podía llegar hasta delante de la manifestación de la Deidad en la gloria sobre el propiciatorio (ver com. Gen 3:24), y eso sólo una vez al año. 472 ]
Cuando el pecador penitente, contrito delante de Dios, comprende el sacrificio de Cristo en su favor y acepta este sacrificio como su única esperanza en esta vida y en la vida futura, sus pecados son perdonados. Esto es justificación por la fe. Cada alma creyente debe conformar enteramente su voluntad a la voluntad de Dios y mantenerse en un estado de arrepentimiento y contrición, ejerciendo fe en los méritos expiatorios del Redentor y avanzando de fortaleza en fortaleza, de gloria en gloria.
El perdón y la justificación son una y la misma cosa. Mediante la fe, el creyente pasa de la posición de un rebelde, un hijo del pecado y de Satanás, a la posición de un leal súbdito de Jesucristo, no en virtud de una bondad inherente, sino porque Cristo lo recibe como hijo suyo por adopción. El pecador recibe el perdón de sus pecados, porque estos pecados son cargados por su Sustituto y Garante. El Señor le dice a su Padre celestial: “Este es mi hijo. Suspendo la sentencia de condenación de muerte que pesa sobre él, dándole mi póliza de seguro de vida -vida eterna- en virtud de que yo he tomado su lugar y he sufrido por sus pecados. Ciertamente, él es mi hijo amado”. De esa manera el hombre, perdonado y cubierto con las hermosas vestiduras de la justicia de Cristo, comparece sin tacha delante de Dios.
El pecador puede errar, pero no es desechado sin misericordia. Su única esperanza, sin embargo, es el arrepentimiento para con Dios y la fe en el Señor Jesucristo. Es prerrogativa del Padre perdonar nuestras transgresiones y nuestros pecados, porque Cristo ha tomado sobre sí nuestra culpa y ha suspendido la sentencia que pendía sobre nosotros, imputándonos su propia justicia. Su sacrificio satisface plenamente los requerimientos de justicia.
La justificación es lo opuesto a la condenación. La ilimitada misericordia de Dios se ejerce sobre los que son totalmente indignos. El perdona transgresiones y pecados por amor a Jesús, quien se ha convertido en la propiciación por nuestros pecados. Mediante la fe en Cristo, el transgresor culpable entra en el favor de Dios y en la firme esperanza de la vida eterna.
Hebreos 12-> Ver. 2
[V.2-> Puestos los ojos en Jesús. Para obtener la gracia y la fortaleza para vencer cada dificultad y soportar hasta el fin. Es peligroso apartar los ojos de Jesús aunque sea por un momento, como le sucedió a Pedro cuando intentó caminar sobre las agitadas olas del mar de Galilea (Mat 14:24-32). Mantener “puestos los ojos en Jesús” es sostener una relación continua con Aquel que es la fuente de todo poder, con Aquel que puede fortalecernos para que resistamos y triunfemos. Autor. Gr. arjegós, “caudillo”, “originador”, “fundador”, “iniciador”. Arjegós se ha traducido en Hch 3:15 como “Autor” (RVR), “Jefe” (BJ), “Caudillo” (BC), “Príncipe” (NC); en Hch 5:31 como “Príncipe” (RVR), “Jefe” (BJ), “Caudillo” (BC), “Príncipe” (NC); en Heb 2:10 como “autor” (RVR, BC, NC), “al que iba a guiarlos [el conductor]” (BJ). En cada caso se hace referencia a Cristo como el centro del plan de salvación y la fuente de toda gracia cristiana. El es quien llama a los hombres caídos a salir de las lúgubres tinieblas del pecado a fin de llevarlos a la gloriosa luz del Evangelio. El los limpia del pecado que ha manchado su vida anterior y los capacita para que se conviertan en hijos e hijas de Dios. El los justifica por su gracia en virtud de su expiación en el Calvario. El afirma los pies de ellos en su camino al ciclo. Consumador. Gr. teleiotés, “perfeccionador”. “ obra de la justificación es apenas el comienzo de la vida cristiana. No sólo debemos poner “el fundamento del arrepentimiento de obras muertas”, sitio seguir “adelante a la perfección” (ver com. Heb 6:1). Debemos crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2Pe 3:18). Mediante su fortaleza debemos conquistar victoria tras victoria sobre los pecados que nos asedian (ver com. Heb 12:1) y crecer “en todo en aquel [Cristo] que es la cabeza” (Efe 4:15). Nuestros caracteres deben ser transformados “por medio de la renovación” de nuestro “entendimiento” (Rom 12:2). Esta es la obra del Cristo que mora interiormente (Gal 2:20) como “perfeccionador” de la fe; esta es la obra de la santificación. Ver com. Mat 5:48. De la fe. ”De la fe” como un principio activo en nuestras vidas. Por. Gr. antí, “en vez de”, “a cambio de”, “en consideración de”. Cristo sufrió el martirio de la cruz a cambio de la gozosa perspectiva de un universo libre de pecado. Gozo. Si para antí se acepta el significado “en consideración de” (ver el comentario de “por”), el pasaje podría entenderse así: Mirando a la cruz desde un punto de vista humano, podríamos decir que fue la fe en os resultados futuros de su sufrimiento y muerte lo que fortaleció a Cristo para soportar el oprobio y la ignominia de la cruz. El sabía que viviría para ver “el fruto de la aflicción de su alma” y que quedaría “satisfecho” (Isa 53:11). Compartir la eternidad con los redimidos de todos los siglos y con los seres no caídos de otros mundos, fue una perspectiva que produjo intenso gozo a nuestro Señor cuando sufrió en el Getsemaní y en la cruz del Calvario. Ver com. Mat 5:12; Stg 1:2. Si para antí se acepta el significado “en vez de” (ver el comentario de “por”), entonces el pasaje enseña que en vez del gozo que estaba a su alcance, ya fuera por su existencia antes de la encarnación, o por su existencia desde la encarnación, con excepción de la cruz, Cristo prefirió soportar la cruz. Sufrió la cruz. Cristo “sufrió la cruz” para que pudiéramos tener fortaleza para soportar nuestros conflictos individuales con los poderes de las tinieblas. Sufrió la cruz para poder ganar la corona. El Autor de nuestra salvación fue perfeccionado “por aflicciones” (Heb 2:10), y a medida que aprendemos a sobrellevar la cruz que es necesario que sobrellevemos, también podremos ser hallados perfectos en él en su venida. Así como el gozo futuro inspiró a Cristo para soportara cruz, de la misma manera, en las dificultades y duras vicisitudes de la vida tenemos el privilegio de mirar hacia adelante al gozo que nos reserva la eternidad. Menospreciando el oprobio. O “sin hacer caso de la ignominia” (NC), “sin importarle la vergüenza”. “Las aflicciones del tiempo presente” son nada en comparación “con la gloria venidera” (Rom 8:18) y, por lo tanto, no deben ser tomadas en cuenta. Podemos regocijarnos mucho, “aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario”, tengamos “que ser afligidos con diversas pruebas” (1Pe 1:6). Como Pablo, podemos considerar todas las cosas terrenales como pérdida por el gozo inefable de conocer a Cristo Jesús como el Señor (ver Fil 3:8). 498 Se sentó. La evidencia textual establece (cf p. 10) el texto “se ha sentado” (BA). La flexión del verbo griego de la variante preferida implica que Cristo se sentó a la diestra del Padre y que ha permanecido en ese puesto de honor: “Está sentado” (BJ, BC, NC). A la diestra. Ver com. Heb 1:3. ]
La ley es una revelación de la voluntad y del carácter de Dios.
De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. Romanos 7:12.
Muchos maestros en religión aseveran que Cristo abolió la ley por su muerte, y que desde entonces los hombres se ven libres de sus exigencias. Algunos la representan como yugo enojoso, y en contraposición con la esclavitud de la ley, presentan la libertad de que se debe gozar bajo el Evangelio.
Pero no es así como los profetas y los apóstoles consideraron la santa ley de Dios. David dice: “Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”. Salmos 119:45. El apóstol Santiago, que escribió después de la muerte de Cristo, habla del Decálogo como de la “ley real”, y de la “perfecta ley, la de la libertad” Santiago 2:8; 1:25. Y el vidente de Patmos, medio siglo después de la crucifixión, pronuncia una bendición sobre los que “lavan sus ropas [o “guardan sus mandamientos”], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. Apocalipsis 22:14.
El aserto de que Cristo abolió con su muerte la ley de su Padre no tiene fundamento. Si hubiera sido posible cambiar la ley o abolirla, entonces Cristo no habría tenido por qué morir para salvar al hombre de la penalidad del pecado. La muerte de Cristo, lejos de abolir la ley, prueba que es inmutable. El Hijo de Dios vino para engrandecer la ley, y hacerla honorable. Isaías 42:21. Y con respecto a sí mismo declara: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Salmos 40:8.
La ley de Dios, por su naturaleza misma, es inmutable. Es una revelación de la voluntad y del carácter de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y al hombre. “Así que el cumplimiento de la ley es el amor”. Romanos 13:10. El carácter de Dios es justicia y verdad; tal es la naturaleza de su ley. Dice el salmista: “Tu ley la verdad”; “todos tus mandamientos son justicia”. Salmos 119:142, 172. Y el apóstol Pablo declara: “La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Semejante ley, expresión del pensamiento y de la voluntad de Dios, debe ser tan duradera como su Autor.
Es obra de la conversión y de la santificación reconciliar a los hombres con Dios, poniéndolos de acuerdo con los principios de su ley. Al principio el hombre fue creado a la imagen de Dios. Estaba en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los principios de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado lo separó de su Hacedor. Ya no reflejaba más la imagen divina... Mas “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”, para que el hombre fuese reconciliado con Dios. Por los méritos de Cristo puede restablecerse la armonía entre el hombre y su Creador