No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Mateo 7:1.
INTRODUCCIÓN:
Los seres humanos somos verdaderamente complejos. Tenemos la tendencia de medir a los demás de acuerdo a lo que vemos por fuera. Al compararnos con otros para juzgarlos, descubrimos un sin fin de fallas, pero no siempre vemos las nuestras. Hemos hecho nuestro propio instrumento para medir a los demás, pero muy rara veces lo usamos para medir el tamaño de nuestra propia condición. Sin embargo, debemos recordar que “metro” que usamos para medir los demás servirá también para que nos midan a nosotros. En Juan 7:8 el Señor nos recuerda que no debemos juzgar de acuerdo a las apariencias sino hacerlo con justo juicio. Por supuesto que el Señor no está diciendo que no debemos hacer una evaluación para distinguir entre el bien y el mal. Claro que somos llamados para exhortarnos los unos a los otros. También se nos insta a tener cierto juicio de valor para determinar qué clase de espíritu se mueve en determinada ocasión (1 Jn. 4:1). Y para aquellos que creen que ciertas conductas no debieran ser juzgadas, la misma Biblia es el juez que determina lo correcto. Lo que la Biblia llama pecado, nosotros no podemos llamarlo de otra forma. Al hacer esto estamos poniendo las cosas en el lugar que corresponde. Todo juicio debe hacerse apegado al dictamen de la Biblia. Ahora lo que Jesús prohíbe con este mandamiento es hacer un juicio apresurado, sin tomar en cuenta que me está prohibido “mirar la paja en el ojo de mi hermano”, mientras tengo en mi ojo una viga sin sacar. ¿Por qué este mandamiento en el Sermón del Monte? ¿Por qué estamos inhabilitados para juzgar a los demás de esta forma?
Quiero compartir una reflexión que llegó a mis manos esta mañana y que es muy diciente. Invita a realizar una mirada interior. Espero te guste y produzca algo en ti....
Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener un hijo, para no sentirse solos compraron un cachorro pastor alemán y lo amaron como si fuera su propio hijo... El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso pastor alemán. El perro salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacada por ladrones, siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
Luego de siete años de tener al perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo, disminuyeron las atenciones que tenían con el perro, éste se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé y ya no era la mascota cariñosa y fiel que tuvieron durante siete años. Un día la pareja dejó plácidamente durmiendo en la cuna y fueron a la terraza a preparar una carne asada, cuál habrá sido su sorpresa cuando se dirigieron al cuarto del bebé y vieron al perro en el pasillo con el hocico ensangrentado, moviéndoles la cola.
El dueño del perro pensó lo peor, sacó un arma que llevaba y en el acto mató al perro, corrió al cuarto del bebé y encontró una gran serpiente degollada.... El dueño comenzó a llorar y exclamó ¡HE MATADO A MI PERRO FIEL!
Moraleja; cuántas veces hemos juzgado a las personas; lo que es peor, las juzgamos y condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento, cuáles son sus pensamientos y sentimientos.. Muchas veces las cosas no son tan malas como parecen, sino todo lo contrario.
Esta historia nos enseña que no debemos juzgar anticipadamente los acontecimientos, sin antes verificar y asegurarnos lo que ocurrió realmente. Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas, y nos creemos dueños de la verdad; pensemos antes de tomar decisiones que puedan generar dolor y odio hacia los demás? y sobre todo antes de que sea demasiado tarde.
La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien, recordemos la historia del perro fiel.
<< No juzguéis, para que no seáis juzgados.>>
Mateo 7:1.
Jesús ahora nos exhorta para que no juzguemos a nuestros prójimos. El condena la murmuración y la costumbre de poner faltas. Se condena la costumbre de juzgar a los demás.
Quien critica y juzga a los semejantes no debe de dar un juicio determinante contra ellos. Ya que sólo esto es de Dios el juzgar y dar un juicio determinante ya que él tiene la autoridad sobre todos. El va a dar su juicio a su Hijo: ¨ Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dió al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre.¨ Juan 5:22,23; ¨Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, ¨ 2 Timoteo 4:1.
Jesús no quiso decir que fuera criticable el dar una opinión adversa por la conducta negativa de las personas.Podemos examinarlo todo y dar nuestros conceptos.
El pecado de ver o señalar las faltas de los semejantes, y practicar lo mismo o cosas peores que ellos.Esto es hipocresía, dijo Jesús.
La costumbre errónea, por cierto, de siempre estar criticando a los demás. El creer que todo lo que uno hace esta correcto. Todos los demás están equivocados o hacen mal las cosas. Esto es muy común en la familia de Dios. Y cuanto ha afectado. Los chismes, las calumnias, las murmuraciones son pecados frecuentes que muchas veces caemos.
El apóstol Santiago dice que debemos tener cuidado de refrenar nuestra lengua: Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es un varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpos santiago 3:2.
Y no somos perfectos. Pero debemos tener cuidado de refrenar nuestra lengua, que ésta es la exhortación.
Jesús dijo a sus discípulos:
«No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
Les hizo también esta comparación: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo", tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano».
Señor, ayúdame a refrenar la lengua para no ofender a mis hermanos. Amén.
Hermes Sarmiento G
De Colombia
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