Como todos los orígenes, el de Roma está envuelto en una densa niebla histórica, y es que no son pocas las hipótesis que han surgido al respecto. Por supuesto yo no voy a deciros esta o tal otra es la verdadera porque eso nadie lo sabe con certeza, así que no cometeré ese error y me dedicaré a informaros de que ocurría en la península italiana, y más concretamente en los alrededores de la desembocadura del río Tiber, para posteriormente introducirme en alguna de las teorías que existen.
Hacia el 800 a.C., en la parte central de lo que hoy en día conocemos como Italia, existían diversos pueblos que aunque en la mayoría de los casos poseían la misma sangre la verdad es que se ve que disfrutaban bastante haciéndose la guerra entre sí. Solo se calmaban para hacer frente a algún enemigo en común o bien para ciertas fiestas religiosas. Entre ellos destacaban los umbros, los latinos y los sabinos, pero si había un pueblo que más o menos dominaba este era el pueblo etrusco.
Italia en sus comienzos, Etruria
Saltemos unos cuantos milenios antes, sobre el 8.000 a.C. Italia estaba habitada por los ligures en el Norte y los sículos en el Sur. Por los restos encontrados se sabe que tenían la cabeza en forma de ‘pera’ (menos mal que hoy en día no nos podemos topar con nadie con esta pinta jejeje..) que vivían entre cavernas y cabañas redondas hechas de estiércol y fango, domesticaban animales y se alimentaban de la caza y la pesca. Vamos que eran muy parecidos a los de ‘Erase una vez la vida’
Sobre el año 2.000 a.C. llegan a través de los Alpes otras tribus provenientes de Europa Central. Aunque no eran muy avanzados a los anteriores introducen algunas innovaciones como eran la agricultura, la ganadería, la tela y la construcción de bastiones (o murallas) de barro y tierra apisonada alrededor de los poblados para defenderse de los animales y también de otros hombres. Poco a poco fueron descendiendo hacia el Sur de la península, aprendieron, al parecer de otras tribus germánicas, el uso del hierro y fundaron una verdadera ciudad que se llamó Villanova (por Bolonia, más o menos), que fue el centro de una civilización que se llamó precisamente de Villanova. Los villanovenses no se sabe muy bien que hicieron con los ligures y sículos (seguramente se los cargarían, para que negarlo), el caso es que de éstos derivan la raza, las costumbres y la lengua de los umbros, sabinos y latinos.
1.000 años después de la primera invasión de estas tribus, y una vez ya estaban más o menos establecidos, surgió en Italia lo que muchos dicen que fue la primera ‘civilización verdadera’ del lugar. Ellos se llamaban a si mismos los rasena y los griegos los llamaban Tyrrhenoi (de ahí el nombre de mar Tirreno), aunque pasaron a la historia como los etruscos y la tierra que habitaban se llamó Etruria, que se extendía por la costa occidental de Italia desde el río Tíber hasta el río Arno (unos 360 km al noroeste). ¿De dónde provenían los etruscos? ¿cómo vivían? todo esto casi que lo dejamos para dedicarles un tema a parte.
Diversas hipótesis sobre la fundación de la ciudad (753 a.C.)
Pues bien, ya tenemos a Italia, a mediados del siglo VIII a.C. con multitud de poblados y ciudades tanto sabinas, como latinas como etruscas. Una vez ubicados vayamos por cada una de las hipótesis (en algunos casos con gran parte de leyenda).
Hipótesis primera, los albalonganos
La ciudad más importante por esos lares cerca del Tiber era Alba Longa, capital del Lacio (si, si, como el equipo de fútbol). De allí se supone que un día partieron un puñado de jóvenes (más o menos un centenar entre los que quizás se encontrasen Rómulo y Remo) y que unos 12 km más hacia el Norte fundaron Roma. Eligieron ese lugar por diversas razones, principalmente porque estaban a unos 20 km del mar a resguardo de los piratas que pululaban por la zona, además el brazo de río que conducía al mar podía ser convertido en puerto ya que era navegable y las colinas que la rodeaban actuaban de protección. Así que se instalaron pero, tenían un problema, la mayor parte eran solteros y no es que las mujeres abundasen. En fin, hay que volver otra vez a la leyenda (por mucho que me pese).
La leyenda cuenta que Rómulo para conseguir mujeres organizó una gran fiesta, con el fin de celebrar el nacimiento de la ciudad, e invitó sus vecinos los sabinos, con su rey Tito Tacio y sobre todo a sus hijas (mujeres, mujeres, urg urg, jejeje). Éstos acudieron y aquellos les robaron a sus hijas y les dieron un bonito puntapié fuera de la ciudad.
No era de extrañar que al día siguiente acudieran los padres y hermanos de estas mujeres armados hasta los dientes y dispuestos a todo con tal de recuperarlas. Los sabinos sitiaron el Monte Capitolino (donde se encontraba la ciudad) y así estuvieron un tiempo. Pero los romanos cometieron un error, le dieron las llaves de la fortaleza a una chica romana llamada Tarpeya, según cuentan hija del jefe romano (Rómulo o quien fuera) y también, según cuentan, una chica enamorada de Tito Tacio.
Los sabinos le convencieron para que abriera las puertas de la ciudad acordando que éstos le darian lo que llevaban en sus brazos izquierdos (lo que Tarpeya quería era los brazaletes de oro que los sabinos usaban), así una noche ella abrió secretamente las puertas y los primeros sabinos conforme iban entrando arrojaban sus escudos (pues también los llevaban en el brazo izquierdo) sobre Tarpeya, que murió aplastada. Tiene gracia la cosa, el caso es que a los sabinos no les gustaban mucho los traidores (aunque fueran a su favor) y esa fue una forma de recompensarla sin traicionar a su palabra.
En ese instante comenzó la batalla y fue cuando se produjo una situación nueva. Las mujeres sabinas que habian sido secuestradas se interpusieron en el combate ya que no querían quedarse huérfanas (si morian sus padres) o quedarse viudas (si morían sus maridos romanos a los que les habían tomado cierto cariño). Así que decidieron dejar de matarse y regularizar los matrimonios. Y Rómulo y Tacio acordaron gobernar juntos, ambos con el título de rey, aunque éste último murió pronto y Rómulo quedó como único rey de Roma.
Hipótesis segunda, versión ‘light’ de la primera
Tras haber fundado Roma tanto los romanos como los sabinos decidieron mezclarse voluntariamente ante algún enemigo común como podrían ser los etruscos que se habían extendido por la Toscaya y Umbría y que avanzaban hacia ellos provistos de una tecnología mucho más avanzada. Y claro, con esa mezcla o unión también vinieron los matrimonios mixtos (no de jamón y queso). Pese a que era una ciudad nueva ya tuvo que vérselas con un poderoso rival y los venció mediante diplomacia primero y con mucho valor después, aunque necesitó siglos.
Hipótesis tercera, unión de aldeas vecinas
La zona de las siete colinas (donde más tarde se alzaría Roma en todo su esplendor) estaba habitada por varias aldeas y con el paso del tiempo tres de esos poblados decidieron unirse cada uno de los cuales aportaba una ‘tribu’: una de sabinos, otra de latinos y otra de etruscos.
Hipótesis cuarta, la colonia etruscas
Los etruscos recorrían con sus barcos toda la costa occidental de Italia ya que eran grandes comerciantes y les molaba eso del turismo. Viajar por tierra en aquella época era bastante peligroso, no habian caminos y la región estaba llena de bosques y animales peligrosos, así que hacerlo por mar era más seguro aunque se requerían largas jornadas y puestos para abastecerse. Por eso la desembocadura del Tiber era un buen sitio pues podían internarse con los barcos por la bahia y comerciar con las aldeas latinas y sabinas.
Por ello fundaron una colonia en el Tiber a la que llamaron Roma (que proviene de ‘Rumon’ que en etrusco quiere decir ‘río’). Allí dejaron algunos marineros y mercaderes que tenían que hacerse cargo de una especie de astillero para la reparación de los barcos que quedaban deteriorados en la travesía y de los almacenes de provisiones y víveres para que estos se abastecieran. El caso es que igual los etruscos de Roma sentían su traslado allí como un castigo y mientras tanto algunos grupos de latinos y sabinos se acercaban a ellos para comerciar. Cada vez llegaban más y más, sabinos y latinos, y es probable que un día decidieran unirse y vivir juntos. La unión entre ellos se hizo normal y dio lugar a que Roma creciera. Muchos historiadores afirman que Rómulo de hecho era un etrusco, aunque en fin, etrusco, sabino o latino eso da igual, lo que si es muy probable es que Remo ni siquiera existió.
¿De dónde viene el nombre de Roma?
Pues dios sabe por qué, quién y cuando llamaron a esa pequeña ciudad Roma. Tenemos la opción de la colonia etrusca, ya que ‘Rumon’ en etrusco quiere decir ‘rio’ y es muy probable que al estar situada la colonia al lado del Tiber le dieran ese nombre. También tenemos que Roma pudiera venir de Rómulo, pero aquí viene una cosa y es que Romulo significa ‘pequeña Roma’ por lo tanto, ¿no es más probable que le hubieran puesto el nombre de Rómulo después? En fin, fuese como fuese el caso es que ha pasado a la historia con el nombre de Roma.