-Cualquier descenso del espíritu es como morir -dijo-. Todo en nosotros se desconecta, y después vuelve a conectarse a una fuente de mucho mayor potencia. La amplificación de energía se siente como una angustia mortífera. -¿Y qué debo hacer cuando ocurra esto? -pregunté. -Nada -dijo-. Esperar. Ese estallido de energía pasa. Lo peligroso es no saber lo que te está sucediendo. Una vez que lo sabes no hay peligro.