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POLITICA ARGENTINA/INTERNACIONAL: DEFICIT FISCAL ARGENTINO-HISTORIA
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Respuesta  Mensaje 1 de 6 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999  (Mensaje original) Enviado: 22/04/2016 18:45

Si se leen bien, los datos fiscales aterrorizan

En mis análisis anteriores, en particular cuando con Guido Salvaneschi escribimos el artículo titulado “Devaluación y dinámica inflacionaria en Argentina”, resumí los datos fiscales en un cuadro como el siguiente:

clip_image002.png

Los datos del déficit fiscal, bien calculados, es decir excluyendo de los recursos tributarios las transferencias desde el Banco Central y la ANSES al Tesoro, son el indicador fiscal más utilizado por los analistas. Mirando este cuadro, el panorama fiscal de los últimos 7 años no aparece más preocupante que el panorama fiscal de los últimos 7 años en que rigió el Plan de Convertibilidad. Las cifras del déficit fiscal como porcentaje del PBI son, en promedio, bastante inferiores a los de los períodos previos a las grandes crisis inflacionarias de los 70s y 80s.

Esta lectura de los datos fiscales podría fundamentar la poca preocupación por la situación fiscal que demuestran los candidatos presidenciales y sus asesores. Si bien algunos cuestionan el alto déficit fiscal, parecen confiados en que será relativamente fácil reducirlo e incluso eliminarlo.

Sin embargo, una lectura más completa y detallada de los datos fiscales, lleva a una conclusión muy distinta. Veamos.

En el cuadro siguiente presento los datos del déficit fiscal primario, es decir del déficit fiscal antes de pagar intereses de la deuda pública. En el pasado fue mucho más fácil reducir el gasto en intereses, sobre todo cuando se estuvo dispuesto a declarar una moratoria o una aceleración inflacionaria no anticipada que transformó a la tasa de interés en fuertemente negativa en términos reales. Bajar el déficit primario requiere recortes de gastos no financieros o incremento de recursos tributarios.

clip_image004.png

 

Mirando este cuadro, el panorama comienza a desmejorar. El déficit fiscal primario de los últimos cinco años es mucho más elevado, en promedio, que el de los 11 años de la convertibilidad y el nivel que alcanza en 2015 es incluso más elevado que el que alcanzó en 1988, el año previo a la hiperinflación y casi tan alto como el de 1983, el año anterior a la aceleración inflacionaria que precedió al Plan Austral. Es todavía inferior al del año del Rodrigazo, pero prácticamente igual al de 1974, el año previo a aquella explosión inflacionaria.

Con todo, existe todavía, como aparente atenuante, la imagen de un déficit fiscal primario no tan persistente en el tiempo como el que caracterizó a los períodos 1961-1966, 1971-1991. Después de todo, los primeros años de la post-convertibilidad, 2002 al 2007, aparecen fuertes superávits fiscales primarios que bien podrían haber creado un colchón fiscal para afrontar los déficits de los últimos cinco años.

Pero si ajustamos un poco más el foco, encontramos datos fiscales complementarios que son muy preocupantes. Uno de ellos es la presión tributaria, es decir la recaudación total de impuestos como porcentaje del PBI:

clip_image006.png

En todos los períodos de fuertes déficits fiscales del pasado, la presión tributaria había descendido a niveles relativamente bajos. Así entre 1962 y 1966 era de 22 a 23 %, lo mismo que entre 1971 y 1976 o entre 1982 y 1984. En estas tres oportunidades, parte de la reducción posterior del déficit fiscal se produjo gracias a un aumento de la presión tributaria, que fue particularmente notoria entre 1977 y 1981 (durante el plan de Martínez de Hoz) y entre 1985 y 1989 (durante los años del Plan Austral). En general estos períodos de fuerte aumento de la presión tributaria duraron no más de cinco años, porque el sector privado no los soportó y se sucedieron crisis inflacionarias que licuaron los ingresos tributarios.

La historia de lo que ocurrió durante el Plan de Convertibilidad es bastante diferente a la de los planes de estabilización anteriores. Si bien la presión tributaria aumentó algo en relación a 1990, el segundo año de hiperinflación, ese aumento no fue muy significativo porque la estrategia del gobierno fue eliminar impuestos para aumentar la competitividad. Esto se observó especialmente a partir de 1994 y esta estrategia se mantuvo hasta 2001, con un solo intento de aumentar la presión fiscal en el año 2000, cuando el Ministro Machinea intentó reducir el déficit con un aumento de impuestos que fue muy resistido por la población.

El panorama es muy diferente a partir de 2003. La presión fiscal aumenta significativamente, tendencia que es interrumpida transitoriamente en el año electoral 2007 y en los años de la crisis del campo (2008) y la crisis global (2009), pero que resurge con fuerza a partir de 2010.

En 2014 y 2015 la presión fiscal supera el 36 % del PBI, un porcentaje nunca alcanzado anteriormente y que excede en 10 puntos porcentuales la máxima presión fiscal de los años de la convertibilidad.

Esta realidad hace mucho más difícil pensar en soluciones rápidas e indoloras al déficit fiscal que heredará el próximo gobierno. Es inimaginable un aumento de la presión tributaria y, por el contrario, recuperar la competitividad y crear un clima favorable para la inversión productiva va a demandar la eliminación o al menos una reducción de los impuestos más distorsivos. Por lo tanto, por el lado de los impuestos, más que una solución al problema del déficit fiscal desbordado, debe esperarse un agravamiento.

Para advertir la magnitud del desafío fiscal que enfrentará el próximo gobierno se debe prestar la máxima atención al cuadro del gasto público como porcentaje del PBI:

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Los niveles que ha alcanzado el gasto público como porcentaje del PBI son inéditos. Asciende a casi 42% del PBI el gasto primario y a casi 46 % el gasto total (el que incluye intereses de la deuda). Nunca antes habían alcanzado esos niveles, en particular el gasto primario, que es el más difícil de reducir. El máximo nivel de gasto primario se había alcanzado en 1985 y 1989 pero ascendió a 34% del PBI. Es decir que en la actualidad se ubica 8 puntos porcentuales del PBI por arriba del máximo anterior y 12 puntos porcentuales por arriba del máximo gasto primario de los años de la convertibilidad.

Para pensar en el ajuste fiscal que se necesitará para poner al país en situación de aspirar a sostener una baja tasa de inflación, vale la pena comparar lo que ocurrió entre los años de la hiperinflación y los años de la convertibilidad: el gasto público primario descendió de 34% del PBI a alrededor de 27% en 1991 para alcanzar un mínimo de algo más de 22% en 1997 y situarse todavía en alrededor de 26 % en 2001. Este descenso del gasto público requirió todas las reformas del Estado y las privatizaciones que hoy se critican de izquierda a derecha. Y, en aquella época, había economistas que para explicar las causas de la crisis sostenían que no se había disminuido suficientemente el gasto público!

Supongamos que los avances tecnológicos, el alto grado de bancarización de los pagos y la informatización de la AFIP permitan, en la actualidad, que la presión tributaria soportable por la economía sea del 30% del PBI, como lo fue en 2007 y 2011. Es decir 7 puntos porcentuales del PBI más que en el promedio de los años de la convertibilidad. En ese caso, la reducción del gasto público necesaria para eliminar el déficit primario ascendería a 12 puntos porcentuales del PBI, casi el doble de los puntos porcentuales en los que, con todas las reformas de los 90s, logró descender el gasto público primario entre 1989 y 2001.

El desafío que enfrentará el próximo gobierno, si quiere crear las condiciones para que Argentina vuelva a crecer en estabilidad, es titánico. Obviamente, los candidatos y sus asesores, aun cuando fueran conscientes de la magnitud del ajuste fiscal que será necesario para sacar a Argentina del atolladero en que se encuentra, no pueden hacer campaña asustando a la gente. Eso es entendible. Pero sería lamentable que realmente crean en los mensajes tranquilizadores que se ven obligados a enviar. Ojalá tengan gente preparada para planear y ejecutar las complejas reformas que demandará la realidad.

http://www.cavallo.com.ar/si-se-leen-bien-los-datos-fiscales-aterrorizan/



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Respuesta  Mensaje 2 de 6 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 22/04/2016 18:53
El deterioro fiscal se acelera a un ritmo mayor que durante la crisis de 2001-2002
La explosión del déficit fiscal, que se multiplicó por seis en marzo, es una señal de alerta y podría alcanzar el 8% del PBI a fin de año. Las cuentas públicas muestran un endeudamiento que crece más rápido que en el colapso de la convertibilidad.

El rojo de las cuentas públicas de la Argentina crece a un ritmo cada vez más elevado, incluso superior al de la crisis de 2001-2002, que desembocó en el default de deuda más grande de la historia que postró a la economía local.
El Ministerio de Economía informó la semana pasada que el déficit primario, que excluye los pagos de vencimientos, saltó en marzo a $17.400 millones, unos u$s1.930 millones al tipo de cambio oficial. Esta cifra contrasta contra el superávit de $3.600 millones del mismo mes de 2014. El dato es aún más preocupante cuando se considera que la última vez que Argentina registró déficit primario en marzo fue en el año 2002, en plena cesación de pagos, durante el gobierno de Eduardo Duhalde. Hasta que la deuda pública logró regularizarse con el canje de 2005, los pasivos incumplidos rondaron los 100.000 millones de dólares....fuente


Respuesta  Mensaje 3 de 6 en el tema 
De: Christopher Coman Enviado: 21/06/2017 05:17


Hola, qué tal? Me podrías mandar el enlace de donde sacaste los datos del déficit fiscal? Gracias!

Respuesta  Mensaje 4 de 6 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 23/06/2017 02:12
 
 

Respuesta  Mensaje 5 de 6 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 24/08/2017 18:12

El modelo nos devuelve al pasado

DOMINGO 03 DE JUNIO DE 2007
LA NACION
 

Miércoles a las 20. Voy con mi auto por la Avenida del Libertador en Vicente López en dirección a la Capital Federal y en una estación de servicio que está a cien metros de la General Paz se ve una cola de autos de una cuadra para cargar GNC.

Miércoles a la medianoche. Paso por el mismo lugar en sentido a la provincia y sobre la mano derecha veo una cola de una cuadra de autos que esperan para cargar GNC y a mano izquierda, en la estación de servicio que está en diagonal a la otra, una cuadra de autos que esperan para cargar GNC.

 

Al pasar la segunda vez por el mismo lugar y ver la escena, solita vino a mi mente la época de Alfonsín, en la que había que hacer cola para cargar combustible. ¿Fue un pensamiento exagerado?

La realidad es que cuando uno mira los problemas que surgen en los últimos meses, observa que todos son emergentes de una política económica que claramente muestra signos de agotamiento por sus inconsistencias, a pesar de que algún funcionario público se esfuerce por definir todos estos problemas como tensiones del crecimiento. Tener tres grados bajo cero un día y entrar en crisis energética no es una tensión del crecimiento. Es la resultante de la ausencia de políticas públicas de largo plazo que permitieran prever los problemas, particularmente cuando desde varios sectores se advirtió sobre la crisis. Es más, cuando otro funcionario público dice que el problema energético fue manejado sin sobresaltos, tampoco quiere reconocer la realidad. Y la realidad es que cortarles la energía a las empresas, dejar sin GNC a las estaciones de servicio y suspender los envíos a Chile no es una solución, es una política típica de la filosofía del tratar de zafar de la situación. Aquí no se ha producido ninguna catástrofe natural que destruyera gasoductos y redes de alta tensión generando una situación imprevisible. Lo que ha ocurrido es que se han venido aplicando medidas que intentaron disfrazar la realidad para mostrar una Argentina irreal. Y los costos están a la vista.

 

Pero repasemos algunos problemas de hoy para mostrar la ausencia de previsión en las políticas aplicadas y el agotamiento del modelo en marcha. Tenemos un problema inflacionario agudo, el transporte público está colapsado, los aviones vuelan sin radares, un día de frío y se paraliza la actividad industrial, y tenemos problemas de combustibles.

Sobre el tema inflacionario he insistido hasta el cansancio en que tiene que ver con la fuerte emisión monetaria que hace el BCRA para sostener el tipo de cambio en $ 3,10 por dólar. Y esa paridad cambiaria es necesaria para poder aplicar los derechos de exportación, que son los que le generan la caja al Gobierno. En definitiva, el agudo proceso inflacionario que estamos viviendo tiene que ver con un modelo económico que privilegia las necesidades políticas del Gobierno por sobre el crecimiento de largo plazo.

sabe la tierra

El costo que paga la sociedad por sostener el eufemismo de tipo de cambio competitivo es la caída del salario real por efecto de la inflación, caída que generó, entre otras cosas, el fuerte conflicto social de Santa Cruz. Los manejos del secretario Moreno en el sistema de precios y la intervención del Indec son claras muestras del agotamiento de la política monetaria para sostener la paridad cambiaria.

Veamos ahora el tema de los servicios públicos, es decir, trenes colapsados, energía en crisis, falta de radares, etc. Todos estos problemas también tienen que ver con el modelo. La decisión fue no ajustar las tarifas del transporte, gas, electricidad y demás servicios para que los aumentos no pegaran en el Indice de Precios al Consumidor.

Esta política es la misma que se aplicó durante décadas cuando las empresas de servicios públicos estaban en manos del Estado, es decir, cuando nadie estaba a cargo. En esos años, cuando los balances de las empresas estatales brillaban por su ausencia, el gobierno mantenía, por razones políticas, artificialmente bajas por un tiempo las tarifas de los servicios públicos. Los quebrantos de las empresas públicas eran cubiertos con financiamiento del tesoro, que les giraba dinero a dichas empresas para pagar los sueldos y mantenerlas funcionando en forma precaria. Basta recordar lo que costaba conseguir un teléfono en esos años para advertir la ausencia de inversiones. El sistema funcionaba, entonces, con tarifas artificialmente bajas y consumiendo el stock de capital existente. Por eso las rutas se hallaban destruidas, el parque energético estaba agotado, el puerto de Buenos Aires había sido declarado puerto sucio por su ineficiencia y lograr la reparación de una línea telefónica llevaba meses o años. No había ni siquiera mantenimiento del stock de capital ya invertido. Por esa razón, cada tanto, explotaba el sistema de precios y vivíamos tarifazos, devaluaciones compensadas, ajustes de salarios, controles de precios, etc.

La filosofía imperante en los últimos cuatro años se ha basado en el mismo esquema de los 70 o los 80. Fijar tarifas artificialmente bajas y dejar que se consuma el stock de capital. Paralelamente, en algunos casos se otorgaron subsidios para que algunas empresas pudieran seguir operando (caso ferrocarriles y colectivos), cubriendo sus costos operativos, pero de inversiones ni se habla.

Argumento de barricada

A tal punto ha llegado esta filosofía que el argumento preferido del Gobierno es: como las privatizadas ganaron mucho en los 90 ahora tienen que poner el hombro y trabajar a pérdida. Este argumento, de fuerte contenido político de barricada y escaso realismo económico, no advierte que el inversor nunca invierte por lo que ganó en el pasado, sino por lo que espera ganar en el futuro. Es fácil imaginar la cara de los accionistas de esas empresas ante la propuesta de su CEO diciéndoles: "¡Inviertan en la Argentina para perder porque antes ganaron mucho!" Eso no existe en el mundo real. Mucho se le ha criticado a De la Rúa su falta de acción, justificando su caída. No nos confundamos. Formular denuncias desde el atril, lanzar diatribas a diestra y siniestra o inventar enemigos no es ser ejecutivo. Hacer barullo no es sinónimo de ejecutividad y menos de eficiencia.

¿Qué es lo que estamos viendo, entonces? Un modelo que tiende a agotarse porque se va acabando el stock de capital que se había acumulado y que se decidió consumir para financiar las tarifas artificialmente baratas.

El modelo económico empieza a agotarse porque se terminan sus dos mecanismos de financiamiento: a) el impuesto inflacionario está llegando a claros límites de tolerancia por parte de la sociedad y b) el stock de capital se está agotando para poder mantener una oferta de servicios públicos de mínima calidad.

Así como en otros momentos los modelos se agotaban porque se acababa el financiamiento interno o externo, ahora lo que se acaba son los dos mecanismos de financiamiento mencionados: consumo de capital e impuesto inflacionario.

El próximo domingo: el columnista invitado será José Luis Espert

El autor es economista


Respuesta  Mensaje 6 de 6 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 24/08/2017 18:15

Espert, duro con Macri: "Endeuda al país como en los noventa y Martínez de Hoz"

 
José Luis Espert.

José Luis Espert.

 

El economista José Luis Espert afirmó este martes que la estrategia del gobierno nacional "es endeudar al país todo lo que se pueda" para financiar un déficit fiscal que, pronosticó, "este año será como mínimo de 7,5%" del Producto Bruto Interno (PBI), En este marco, apuntó contra el presidente, Mauricio Macri: "Endeuda al país como en los noventa y como -el exministro de Economía, Alfredo- Martínez de Hoz".

"Macri va por más deuda", advirtió Espert a radio Mitre, al tiempo que sostuvo que "la estrategia de Macri es endeudar al país todo lo que se pueda para financiar el déficit, pero no bajar el gasto público".

El analista puntualizó que "con tal de no tocar el gasto público, este año sólo de colocaciones externas, y sin contar la deuda (de u$s 15.000 millones) contraída para pagarle a los holdouts, entre provincia y nación emitieron $ 225.000 millones", y añadió que "si se suma lo emitido a nivel interno, sube a casi $ 300.000 millones".

El analista abogó porque "ojalá que la economía deje de caer a la velocidad del segundo trimestre", y alertó que "con este agujero fiscal de 7,5% como mínimo del PBI, hay que ver cuánto se sostiene esta baja de inflación que se ve entre junio y agosto".

Al respecto, aseguró que la inflación "será más baja en el trimestre junio-agosto que en la primera parte del año", y estimó que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubicará "entre 1,5% y 2%" mensual.

De todos modos, indicó que "con este déficit, hay que ver cuánto se va a sostener la baja de la inflación", y remarcó que el desequilibrio fiscal "del año pasado, crece 50% en 2016, de $ 400.000 millones a $ 600.000 millones".

Espert afirmó que "el ajuste de tarifas (de los servicios públicos) anunciado este año no implica la eliminación de los subsidios".

"Desde 2001 hasta la fecha, el dólar se multiplicó por 15 y la inflación se multiplicó por 15. Por lo tanto, las tarifas se deberían multiplicar por 15", explicó el economista, quien indicó que "el ajuste propuesto hasta ahora las multiplica por cuatro o cinco".

En consecuencia, insistió con que la propuesta del Gobierno para los servicios públicos "no elimina el problema del gasto público que significan los subsidios", y afirmó que "está claro que si la inflación se multiplicó por 15 y las tarifas por cuatro o cinco, esto no es un ajuste ni un aumento".

http://www.ambito.com/852073-espert-duro-con-macri-endeuda-al-pais-como-en-los-noventa-y-martinez-de-hoz



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