Analice la siguiente ilustración. Una defensa militar eficaz por lo común está formada de varias líneas sucesivas de baluartes defensivos. Ningún buen general pensaría que alguna de ellas carece de importancia y la entregaría sin pelear. En la lucha de un cristiano contra el pecado también existen diferentes líneas defensivas.
Santiago 1:14, 15 afirma que "cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado". El primer paso hacia el pecado es cultivar en la mente un deseo incorrecto. Por consiguiente, la primera línea defensiva consiste en reprimir el afloramiento de ese deseo: controlar los pensamientos.
Debido a la relación que existe entre los pensamientos y las acciones, la Biblia nos advierte: "Mantengan la mente fija en las cosas de arriba, no en las cosas sobre la tierra". (Colosenses 3:2.) Cuando los cristianos rehúsan entretener la mente en pensamientos inmorales, alusivos al espiritismo o a las ideas apóstatas, no lo hacen por temor a que estas ideas puedan ser superiores a las verdades bíblicas, sino por evitar cualquier cosa que les conduzca a un derrotero pecaminoso.
'Todas las cosas están abiertamente expuestas'
Otra razón importante para controlar nuestros pensamientos es el amor que le tenemos a Jehová y el respeto que nos inspira su poder para conocerlos. Imagínese que un buen amigo suyo o un pariente cercano es especialmente sensible al polvo o a la suciedad. ¿Dejaría de invitar a su amigo por no realizar la limpieza suplementaria que su hogar necesita? ¿No le movería el amor a efectuar el esfuerzo que fuera necesario para mantener su casa limpia? Salmo 44:21 muestra la percepción que Jehová tiene de nuestros pensamientos más recónditos. Dice: "Él está enterado de los secretos del corazón". Además, Pablo dijo que rendiríamos cuentas de tales pensamientos: "No hay creación que no esté manifiesta a la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta". (Hebreos 4:13; Salmo 10:4; Proverbios 6:16, 18.)
La Biblia insta a los cristianos a fijarse la meta de poner "bajo cautiverio todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo". (2 Corintios 10:5.) Esto no se consigue con la imposición de restricciones por parte de los guías religiosos, sino ejerciendo autodominio en el plano individual y amando y conociendo a Jehová y sus justos principios. Con la consecución de estos objetivos, se obtiene la verdadera libertad de pensamiento, una libertad que solo las normas piadosas de Dios pueden limitar y que se ve realzada por el gozo de saber que podemos agradar a Jehová incluso con nuestros pensamientos. |