Una ilustración del
shakuna vimanaque se supone que volaría como un pájaro, con alas móviles y cola.
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El vimana es una mítica máquina voladora hinduista, descrita en la antigua literatura de la India. Se pueden encontrar referencias sobre este artefacto ―incluso su utilización en asuntos de guerra― en textos hinduistas antiguos. Podía volar por los aires hasta otros planetas.
Relatos en textos antiguos[editar]
En el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) se dice que el dios del Sol viaja en un carruaje vimana luminoso (que es el propio Sol). Otros dioses vuelan en carruajes vimanas con ruedas, tirados por animales, generalmente caballos (aunque el carruaje del dios védico Pushan es tirado porcabras). En el Majabhárata (c. siglo III a. C.) no se los nombra. En el Ramaiana (c. siglo III a. C.), el Kirata aryuníia (c.siglo VI d. C.), el Samarangana-sutradhara (c. siglo XI) y el Bhágavata-purana (c. siglo XII) se describen vimanas de diferentes tamaños y formas, como un carro o carroza de los dioses, como un mítico automóvil aéreo, a veces funcionando como un mero asiento o trono fijo, otras veces moviéndose por sí mismo y cargando a su ocupante a través del aire. Otras descripciones muestran al vimana más como una casa o palacio (se cuenta de uno que tenía siete pisos de altura).
Existen muchos sitios en internet con exageraciones, malas traducciones y falsedades. Por ejemplo, se habla de «extraños elementos a reacción» (cuando en ningún texto sánscrito aparece el concepto de reacción).[cita requerida]
El avión de flores (1916), ilustración de
Bala Sahib para el libro
ChitraRamaiana. El rey Rama regresa a su ciudad,
Aiodia, montado en un vimana construido con flores.
En las páginas del Ramaiana ―gran poema épico hinduista del siglo III a. C. atribuido el poeta Valmiki― se encuentran alusiones a carros voladores que habrían sido utilizados en el curso de las guerras entre los dioses del panteón hinduista. El demonio Rávana poseía un pushpaka (vimana de flores) con el que podía volar.
Mientras se iban desarrollando estas cosas, Rama, el Kakutsida, le dijo a Vibhishana: «Ocúpate de procurarme un pronto regreso a mi ciudad. El camino a Ayodhyá es muy difícil de recorrer». A lo que respondió Vibhishana: «Hijo de monarca de la Tierra, yo cuidaré que te conduzcan a tu ciudad. Hay un carro llamado pushpaka, carro incomparable, resplandeciente como el Sol y que marcha por sí mismo. Montado sobre ese carro, él te conducirá sin inquietud hasta Aiodhiá. Tras estas palabras Vibhishana llamó urgentemente al carro parecido al Sol, acompañado por su hermano y por la ilustre videhana, encendida de rubor. Elraghuida, ya montado, le dijo a Sugriva: «Apresúrate a subir en el carro con tus generales, Sugriva. Sube también con tus ministros, Vibhishana, monarca de losrakshasas. Al instante, Sugriva con los reyes de los simios, y Vibhishana con sus ministros, llenos de alegría, montaron en el gran carro pushpaka. Cuando todos estuvieron embarcados, Rama ordenó al vehículo que partiese y el incomparable carro de Kuvera se elevó hacia el mismo seno de los cielos. El carro volaba como una gran nube empujada por los vientos. Desde allí paseando su mirada por doquier, el guerrero descendiente de Raghú, dijo a Sita la mithiliana, la del rostro bello como el astro de la noche: «Mira, ya veo el palacio de mi madre... ¡Ayodhyá! ¡Inclínate ante ella, Sita, mi videhana, hete aquí de regreso!». Apenas la muchedumbre, presurosa, les vio llegar como un segundo sol y con tan rápida marcha, el aire fue rasgado con potentes gritos de alegría, lanzados por ancianos, mujeres y niños. Todos gritaban: «¡Aquí está Rama!». Bharata, pasando de la tristeza a la alegría, se acercó, con las manos juntas y honró a Rama: «Sé bienvenido», pronunció, con el respeto que le merecía su hermano. Pero éste se apresuró a alzarlo, lo apretó contra su pecho y lo estrechó entre sus brazos con alegría.
Samarangana sutradhara[editar]
El
Samara-angana-sutradhara es una obra enciclopédica acerca de la arquitectura clásica hinduista
(vastu shastra) escrita por Paramara Bhoja de
Dhar, quien vivió entre el 1000 y el 1055 d. C.