En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas (la Gnosis, la Sabiduría Oculta) de los sabios (de los eruditos) y de los entendidos, (de los intelectuales) y las hayas revelado á los niños. (A los Iniciados). Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos." (Mateo 11: 25-26). (El cielo y la tierra, es la alquimia, osea la ESCALERA DE JACOB. La cuadratura del circulo es el patron matematico de la alquimia y esta basado, insisto, en el numero de oro. Justamente Salomon es un tipo del GRIAL.)
"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría (sophia) y de la ciencia (gnwsiV, gnosis) de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos, 11: 33). (Camino es una referencia a MERCURIO y Juicio es una referencia a ORION=ESPADA. EL NUMERO 33 NO ESTA POR CASUALIDAD. ES UNA REFERENCIA A LA ESTRELLA DE 6 PUNTAS. OSEA QUE EN LA MISMA PALABRA ESTA CODIFICADA LA RELACION ORION-MERCURIO-VIA LACTEA. PENSAR QUE HAY IGNORANTES QUE DICEN QUE LOS ESCRITORES DE LA BIBLIA NO CONOCIAN EL PI. ESA ES LA SOBERBIA DEL SER HUMANO QUE SE CREE TENER MAS DERECHOS QUE EL CREADOR. ASI ESTA EL MUNDO. SOLO EN JESUCRISTO ESTA LA VERDADERA LIBERACION DE LA EGOLATRIA, IDOLATRIA Y DEL PECADO.)
ESPADA=ORION
This shows Mercury's Inferior Conjunctions with Earth which make a triangle.
Now here are Mercury's Superior Conjunctions with Earth that make an inverted triangle.
Here is what we get when both of these synodic periods are added together. The star of David.
33 SIMBOLIZAN A LOS DOS TRIANGULOS (INFERIOR Y SUPERIOR)
With Dan Brown's The Lost Symbol being set in Washington DC and involving the Freemasons, undoubtedly we're in for more of the same, tired accusations about Masonic symbols in the streets of the capitol being Satanic or otherwise occult talismans of eeeeevil.
But the U.S. is not the only place such theories pop up. A recent post on Blog Maçonnique reports the French Solidarity Party has denounced the architecture of a French "super-prison" in Fleury-Mérogis as being "Masonic architecture." Fleury-Mérogis is the largest prison in Europe, with some 3,800 prisoners.
Here it is from overhead.
And here it is when the French Solidarity Party goes after it with their crayons:
A Pyramid. A Star of David (or Sign of Solomon, or Zionist flag, depending on your favorite creepy, paranoid kink). And naturally, a Masonic square and compasses in the center. For what purpose, that remains unclear in the FSP material.
Never mind that the prison design is not dissimilar to famous 17th century French military engineer Sébastien Le Prestre, Seigneur de Vauban's plans for pentagonal fortifications to protect forts from siege. Like this one at Huningue on the Rhine.
Whoops!
There's another one of those Satanic pentagrams again! Or is it only evil and Masonic if it is turned upside down?
While we're looking around Europe, here is the alleged "Masonic" compasses in Brussels:
The Piazza Del Popolo in Rome:
And since we're talking about Vauban, the Place Vauban, in Paris.
But if the all-powerful Masons put them there, where are the "squares" to go with the compasses? (Well, the Paris streets line up, but Rome and Brussels don't. Cue the conspiracy theramin: the left side of the "square" at the bottom leg of the compasses is Boulevard Garibaldi, named after the famed Italian revolutionary and Freemason).
Durante el reinado de su padre, Carlos Alberto, los reinos de Cerdeña y Piamonte fueron unidos. Carlos Alberto fue a la guerra en 1848 contra el Imperio austríaco (que gobernaba la mayor parte de Italia del norte), pero fue derrotado en la batalla de Novara al año siguiente. Carlos Alberto abdicó y su hijo Víctor Manuel se convirtió en rey de Piamonte-Cerdeña el 28 de marzo de 1849.
Bajo su mandato, y debido a las habilidades de su ministro, el conde de Cavour, el Reino de Cerdeña creció hasta incluir toda Italia (1860-1870), por el proceso de Unificación italiana. El Reino de Cerdeña se convirtió en el Reino de Italia en marzo de 1861. Por el hecho de ser el primer rey de una Italia unida y por ser muy popular en la población, Víctor Manuel II fue apodado el "Padre de la Patria" (italiano: Padre della Patria). En un esfuerzo por mantener la continuidad dinástica, y a pesar de ser el primer Rey de Italia, el soberano conservó el número "II" ordinal bajo el cual había gobernado como Rey de Cerdeña. Esta decisión generó malestar en los recientemente unificados territorios del sur.
Algunos de sus objetivos fueron mejorar la industria, efectuar una reforma económica con un nuevo sistema fiscal, y mejorar las relaciones exteriores, usando la diplomacia para hacer aliados. Víctor Manuel II fue excomulgado por la Iglesia católica después de que el ejército italiano tomara Roma en 1870 y el papa Pío IX tuviese que retirarse al Vaticano.
Víctor Manuel de niño con su madre y su hermano Fernando
Víctor Manuel era el hijo mayor de Carlo Alberto, rey de Cerdeña, y María Teresa de Austria. Nació en Turín en el palacio Carignano y pasó los primeros años de su vida en Florencia. Su padre, Carlos Alberto era uno de los pocos miembros varones de la Casa de Saboya, perteneciente a la rama menor de la familia Saboya-Carignano y el segundo en la línea de sucesión al trono. Sin embargo, el príncipe, de simpatías liberales, estuvo involucrado en las revoluciones de 1820 que llevaron a la abdicación de Víctor Manuel I, por lo que Carlo Alberto se vio obligado a partir con su familia a Novara por orden del nuevo rey Carlos Félix.
Sin embargo, la familia pronto se trasladó a Florencia, al Gran Ducado de Toscana, donde reinaba el abuelo materno de Víctor Manuel, Ferdinando III. En la capital toscana se lo confió como tutor a Giuseppe Dabormida, quien educó a los hijos de Carlos Alberto para la disciplina militar.
Siendo físicamente muy diferente de su padre, hubo un rumor que decía que el verdadero primogénito habría muerto, todavía en pañales, en un incendio en la residencia de su abuelo en Florencia, siendo reemplazado por el hijo de un carnicero toscano llamado Tanaca, que había informado en esos mismos días de la desaparición de su hijo y que más tarde se haría rico. Esta teoría se descarta por dos motivos: el primero es la corta edad de los padres, todavía capaz de procrear y, por lo tanto, generar un segundo heredero al trono, como sucedió solo dos años después con el nacimiento de Fernando, futuro duque de Génova. La segunda razón viene dada por una carta que María Teresa le envió a su padre, el Gran Duque, en la que, hablando del pequeño Víctor Manuel y su vivacidad, dijo: "Realmente no sé de dónde vino este niño. No se parece a ninguno de nosotros, y parecería haber venido a hacernos desesperar a todos"; si el niño no hubiera sido su hijo, habría tenido cuidado de no escribir una oración similar.
Cuando, en 1831, Carlos Alberto fue llamado a Turín para suceder a Carlos Félix de Cerdeña, Víctor Manuel lo siguió, siendo confiado al conde Cesare Saluzzo de Monesiglio, junto con un gran conjunto de tutores, que incluían al general Ettore De Sonnaz, el teólogo Andrea Charvaz, el historiador Lorenzo Isnardi y el jurista Giuseppe Manno. La disciplina pedagógica destinada a los pequeños de la Casa de Saboya siempre había sido espartana. Los tutores, elegidos por su apego al trono y al altar, le impusieron una férrea disciplina: despertar a las 5:30, tres horas de estudio, una hora de paseo, una hora para el desayuno, luego esgrima y gimnasia, luego otras tres horas de estudio, media hora para el almuerzo y la visita a su madre, media hora de oraciones para terminar el día.
Los esfuerzos de los preceptores tuvieron poco efecto en el interés por los estudios de Víctor Manuel que prefería los caballos, la caza y la esgrima, así como el senderismo por las montañas (el 27 de julio de 1838 Víctior Manuel subió a la cima del Rocciamelone). Le disgustaba la gramática, las matemáticas, la historia y cualquier otra asignatura que requiriera estudio o incluso una simple lectura. Los resultados eran tan pobres que un día, cuando sólo tenía diez años, su padre lo llevó a un notario e hizo un compromiso solemne para dedicarse más a los estudios. Parece que el único cariño lo recibió de su madre, pues su padre no mostraba interés por nadie y sólo le daba la mano dos veces al día para que se la besara y decirle: C'est bon. Y para poner a prueba su madurez, le ordenó responder a esas preguntas por escrito: "¿Puede un príncipe tomar parte en la compra-venta de caballos?"
El interés de Víctor Manuel por el estudio no mejoró, y de hecho, se puede ver a partir de las cartas autografiadas que escribió a lo largo de su vida y que ciertamente no representan un modelo para la sintaxis y la gramática. Los únicos temas por los que los que tenía cierto interés eran la caligrafía y la estrategia militar.
Cuando se le concedió el rango de coronel y el mando de un regimiento a la edad de dieciocho años, pudo finalmente dar rienda suelta a su ambición militar, y también supuso el fin de ese régimen opresivo que lo había atormentado en el inútil intento de darle una cultura.
Los Carmelitas descalzos obtuvieron un Breve apostólico de Paulo V para edificar conventos de su Orden en cualquier parte de la Cristiandad; fue este el primero que fundaron en la última parte del Monte Quirinal el año de 1606.
La iglesia se fundó en 1605 como una capilla dedicada a san Pablo para los carmelitas descalzos. La propia orden dotó de fondos a la obra del edificio hasta el descubrimiento en las excavaciones de la escultura conocida como el Hermafrodita Borghese. Scipione Borghese se apropió de ella, pero a cambio, y quizá para compensar su pérdida de influencia debido a la muerte de su tío y patrón, financió el resto de la obra de la fachada y prestó a la orden a su arquitecto, Giovanni Battista Soria. Estas concesiones, sin embargo, sólo se llevaron a efecto en 1624, aunque la obra se acabó dos años más tarde.
Después de la victoria católica en la batalla de la Montaña Blanca en 1620, que hizo retroceder la Reforma en Bohemia, la iglesia fue consagrada de nuevo a la Virgen María. Una imagen maltrecha había sido recuperada del ámbito de aquella batalla por Fray Domingo de Jesús María, de dicha Orden, de las ruinas de la casa de campo de un noble cristiano bohemio, a la cual se le atribuyó la victoria, llamándola Santa María de la Victoria. La imagen fue llevada a Roma por Fray Domingo, depositándose en Santa María la Mayor en presencia de Gregorio XV.
El nombre de Santa María de la Victoria, se dio ulteriormente, en conmemoración por haber reconquistado el emperador Fernando I la ciudad de Praga en 1671. Estandartes turcos capturados en el Sitio de Viena de 1683 cuelgan en la iglesia, como parte de este tema victorioso.
La iglesia es la única estructura diseñada y completada por el arquitecto del Barroco temprano, Carlo Maderno, aunque el interior padeció un fuego en 1833 y requirió una restauración. Su fachada, sin embargo, fue erigida por Soria en vida de Maderno (1624-1626), mostrando la inconfundible influencia de la cercana Santa Susanna de Maderno.
Su interior tiene una sola nave, amplia, bajo una bóveda segmentada baja, con tres capillas laterales interconectadas detrás de arcos separados por colosales pilastras corintias con capiteles dorados que apoyan un rico entablamento. Revestimientos de mármol que contrastan entre sí están enriquecidos con ángeles y putti de estuco blanco y dorado en bulto redondo. El interior fue enriquecido progresivamente después de la muerte de Maderno; su bóveda fue pintada al fresco en 1663 con temas triunfales dentro de compartimentos con marcos ficticios: La Virgen María triunfa sobre la Herejía y Caída de los ángeles rebeldes ejecutados por Giovanni Domenico Cerrini.
Sin duda, parte de la fama de este templo se debe a albergar una de las obras maestras del Barroco, la capilla Cornaro, espectacular y teatral espacio presidido por el grupo escultórico que representa el Éxtasis de Santa Teresa, de Gian Lorenzo Bernini, quizá la obra más conocida de este autor en el campo de la escultura. En la capilla situada frente a esta, dedicada a San José, se encuentra un grupo escultórico que representa el tema del Sueño de San José, obra del escultor Domenico Guidi, que se inspira en la obra de Bernini delante de la cual se halla.1
El Renacimiento italiano inventó el sueño de la unidad del país para recuperar una antigua Edad de Oro en la que fueron sinónimo de civilización. Los ilustrados del siglo XVIII vieron en esa unificación el plan completo para reformar el país. La palabra «Risorgimento» apareció así, en 1750, para designar el proyecto de recuperación de la grandeza italiana a través de la unificación. La península estaba entonces dividida en reinos, principados y repúblicas, como el Reino de las Dos Sicilias, la República de Génova, la República de Venecia, el Reino del Piamonte, Trento, Módena, Parma, Toscana, Milán o los Estados Pontificios. La Revolución Francesa dio el empuje final a las ideas nacionalistas y revolucionarias de los ilustrados italianos. Apareció entonces la idea de nación como comunidad de ciudadanos fundada en el vínculo contractual y la conciencia cívica, con raíces en un pasado común glorioso. Las guerras de saqueo de la Convención y el Directorio francés en tierras italianas se hicieron acompañar de reformas para descabezar a los dirigentes locales y colocar unos nuevos. Napoleón continuó dicha política, y dibujó el mapa peninsular casi a su antojo. Estos conflictos contra el invasor generaron una conciencia nacional al igual que en otros países, como España y Alemania. Las élites culturales, políticas y económicas comenzaron la construcción nacional, aunque vinculada a distintos proyectos. La corriente neogüelfa sostenía la existencia de una raza italiana unida por la sangre, la religión y el idioma, y propugnó la unión en torno al Papa. Los monárquicos liberales, como Cavour, idearon la unificación en torno al Reino de Piamonte y una Constitución para los italianos. Los republicanos, con Mazzini y Garibaldi, sostenían la unión en forma de República democrática. Era, decía Mazzini, la «Tercera Roma»: tras la de los Césares y los Papas, llegaba la «de los pueblos». La unificación pasaba por la expulsión del extranjero, Austria, presente en el país desde 1815. El levantamiento liberal en Viena en 1848, con la caída de Metternich, propició la ocasión. En Lombardía, los milaneses se rebelaron contra los austriacos el 19 de marzo. Venecia siguió el ejemplo, y el republicano Daniele Manin proclamó la República de San Marcos. Carlos Alberto, el rey del Piamonte, unió su ejército al de Toscana, Estados Pontificios, Venecia y Nápoles para acudir en auxilio de Milán. La llegada de las tropas italianas permitió la celebración de plebiscitos en Lombardía, los Ducados y Venecia para la incorporación al Reino del Piamonte. Sin embargo, la retirada de las tropas romanas y napolitanas por miedo a que el movimiento acabara en una revolución, permitió que Austria echara a los piamonteses del norte de Italia tras la batalla de Custoza (24 y 25 de julio). La primera guerra de independencia se saldó con fracaso.
Garibaldi y Mazzini
La derrota de la unificación en torno a la monarquía piamontesa no detuvo a los republicanos. Tras la huida del papa Pío IX, Mazzini proclamó la República de Roma en febrero de 1849 bajo el lema «Dio e Popolo». La intervención francesa y española restauró al Pontífice en su trono, pero añadió dos nombres a la mitología romántica del nacionalismo italiano: Garibaldi y Mazzini. Al tiempo, situaba a los Estados Pontificios y al Reino de las Dos Sicilias, reticentes a las reformas, como los dos obstáculos patrios a la unidad. Cavour, primer ministro de Víctor Manuel II, se convirtió en el gran constructor de la unidad: se alió a Francia contra Austria, convirtió la «cuestión italiana» en una de las principales del orden europeo, y planteó la unificación en torno a una Constitución liberal y los plebiscitos territoriales. Era un pueblo que decía un proyecto común para «resurgir». Cavour forzó la guerra con los austriacos, a quienes derrotaron los ejércitos franceses de Napoleón III en Magenta y Solferino, en junio de 1859. La política plebiscitaria del Piamonte consiguió la incorporación entonces de Toscana, Parma, Módena y Bolonia, y la Lombardía fue cedida por Francia.
Garibaldi, símbolo de la nación romántica e irredenta, reclutó un pequeño ejército, los «Mil Camisas Rojas», que desembarcaron en Marsala (Sicilia), en mayo de 1860. allí se le unieron unos tres mil sicilianos contra el Rey napolitano. La idea de Garibaldi era conquistar el sur y llegar a Roma para proclamar la unidad italiana bajo la República. Pasó el estrecho de Mesina e hizo un viaje triunfal hasta Nápoles. El rey Francisco II huyó, y el 7 de septiembre, Garibaldi entró en Nápoles. Sin embargo, las tropas napolitanas plantaron cara en Volturno, lo que permitió el avance por el norte de los ejércitos monárquicos de Víctor Manuel II, quien derrotó a los Estados Pontificios en Castelfidardo.
El rey piamontés y Garibaldi se encontraron en Teano, cerca de Nápoles, y la unificación de Italia fue un hecho. Garibaldi, que renunció al ideal republicano, se retiró a su mansión en Caprera. Cavour quiso dar legitimidad a la unidad convocando elecciones para un Parlamento. En la sesión del 18 de febrero de 1861 se declaró a Víctor Manuel II como rey de Italia «por la gracia de Dios y la voluntad de la nación», con la bandera tricolor de la Casa de Saboya.
La incorporación de Venecia, en manos austriacas, se produjo como consecuencia de la alianza de Italia a Prusia en su guerra contra Austria en 1866. Solo quedaba Roma. El Partido de Acción de Mazzini y Garibaldi organizaron una expedición contra la Santa Sede en 1868 sin el apoyo de Víctor Manuel II, y fueron derrotados por el ejército francés, erigido en protector del Papa. De esta manera, cuando Napoleón III abdicó en Sedán, en julio de 1870 ante las tropas prusianas, los italianos vieron el camino libre para tomar Roma. Pío IX no cedió y el 20 de septiembre las tropas del general Cadorna entraron en la ciudad. Siguiendo el estilo plebiscitario del Risorgimento, un plebiscito en octubre de 1870 concluyó con su incorporación a la unidad italiana. Luego la capital se trasladó de Florencia a la ciudad eterna, Roma, y el Parlamento se instaló en el Palacio de Montecitorio, y el rey en el del Quirinal. Italia se rigió con la Constitución de 1848, el Estatuto Albertino. El turno de partidos, allí llamado «transformismo», dio unidad al país: unas mismas formaciones políticas, la creación de un mercado nacional, una legislación, un ejército único y una educación común. La construcción nacional estuvo en su pleno apogeo. La literatura romántica, las óperas de Verdi y la reinvención de la Roma imperial, llevaron a Emilio Castelar a escribir en su «Recuerdos de Italia» (1872) que «en esta nación, más que se vive, se recuerda». El régimen entró en crisis con la participación en la Gran Guerra, la corrupción de los partidos, el desprecio al parlamentarismo y al liberalismo, y la irrupción con fuerza de un socialismo bolchevizado y el fascismo. Víctor Manuel III dio el gobierno a Mussolini en octubre de 1922, quien usó las instituciones y las leyes para crear un régimen autoritario. Interpretó el Risorgimento y quiso volver a la Roma imperial en las formas, la cultura y el territorio. Su caída en 1943 provocó una guerra civil que se saldó con su muerte. Los italianos se inventaron de nuevo, forjaron el mito de la resistencia y fundaron la República en 1946 con un plebiscito que dividió en territorios el país: el norte republicano y el sur monárquico. Esta diferencia impulsó la necesidad del consenso en la labor constituyente la formación de gobiernos de coalición que reflejaran esa unidad del país. Sin embargo, en los 90, la corrupción derribó a los antiguos partidos, y el país entró en una deriva política en la que surgieron nacionalismos separatistas dispuestos a romper el viejo «Risorgimento». El resultado ha sido el florecimiento de proyectos populistas de derechas, izquierdas y nacionalistas, como se ha visto en las elecciones de 2018, que han recuperado el problema de la identidad Italiana.