¿PUEDE SU NIÑO MANIPULARLO?
Cuando yo era niño a menudo solía pasar la noche en casa de un amiguito insoportable que parecía conocer por anticipado cada movimiento de sus padres. Eduardo parecía un general del ejército que descifraba el código del enemigo, lo que le permitía manejarlo y derrotarlo. Una noche, luego que nos metieron en cama, Eduardo me hizo una pasmosa descripción del malhumor de su padre.
Me dijo: "¡Cuándo mi papá se pone furioso usa unas palabrotas que te asombrarán!".
Le contesté: "¡No te creo!"
El señor Domínguez era un hombre alto y reservado que parecía tener un muy buen control de sí mismo. Yo no podía concebir que pudiera usar el vocabulario que él me decía.
"¿Quieres que te lo pruebe?", me dijo malévolamente. "Todo lo que tenemos que hacer es ponernos a hablar y a reír en vez de dormir. Mi papá vendrá una y otra vez para hacernos callar. Se irá exasperando cada vez más y más, y vendrá para ponernos en vereda. Entonces le oirás sus palabras. ¡Espera y verás!"
Tenía más dudas acerca del plan, pero quería ver al digno señor Domínguez en su faz secular. Así que Eduardo y yo mantuvimos a ese pobre hombre yendo y viniendo como un "yo-yo" cerca de una hora. Como lo había predicho Eduardo, cada vez que volvía venía más hostil y enojado. Estaba nervioso y a punto de explotar, pero Eduardo, que ya había pasado por la experiencia, me dijo: "No falta mucho".
Finalmente, ya cerca de la medianoche, sucedió. La paciencia del señor Domínguez se agotó. Vino tronando por el pasillo del cuarto y parecía que echaba abajo la casa con sus pisadas. Atravesó la puerta, se abalanzó sobre la cama de Eduardo que se protegió debajo de tres o cuatro frazadas. Y surgieron de sus labios las palabrotas como una avalancha. En muy pocas ocasiones había escuchado tantas. Yo estaba sorprendido, pero Eduardo parecía deleitado.
Todavía, mientras su padre golpeaba las frazadas y largaba palabrotas, Eduardo se asomó y me dijo: "¿Oyes? ¿Eh? ¿No te lo había dicho? ¿Viste que las dice?" ¡Y es una maravilla que el señor Domínguez no haya matado a su hijo en ese momento!
Estuve despierto aquella noche pensando sobre el episodio. Me hice el propósito mental de que nunca, cuando yo creciera, me dejaría manipular por un niño. ¿Se da cuenta de cuán importantes son las técnicas disciplinarias a fin de que un niño respete a sus padres? Cuando una serie de problemas puede reducir a su poderoso padre a una masa de temblores y frustraciones, entonces hay unas cuantas cosas que cambian en la relación. Y se pierden algunos valores muy hermosos. El niño va incubando una actitud despectiva que hará erupción cuando llegue a la explosiva adolescencia. Lo que deseo sinceramente es que cada adulto entienda esta simple característica de la naturaleza humana.