Las Escrituras dicen: "Somos obra de Dios". Esta palabra, obra, implica que todavia no somos un producto terminado; que estamos "en construccion" . A lo largo de la vida, Dios continuamente nos da forma, nos moldea para que lleguemos a ser la persona que El quiere que seamos. La clave para el exito futuro es no desalentarse con el pasado o el presente mientras estamos en proceso de "construccion" . Lo vea usted o no, ahora mismo Dios esta obrando para que avance hacia cosas mas grandes.
Cuando sienta la tentacion del desaliento, recuerde que -segun la palabra de Dios-su futuro es cada vez mas brillante; esta en camino hacia un nuevo nivel de gloria. Podra pensar que aun falta mucho, pero solamente hay que mirar hacia atras para ver cuanto ya ha avanzado. Quiza no sea todo lo que quiere ser, pero al menos puede agradecerle a Dios que ya no es lo que solia ser.
Nuestro valor individual es intrinseco; no es algo que hayamos ganado ni podemos ganarlo. Dios nos puso valor dentro cuando nos creo. Para Dios, somos su creacion suprema. Esto significa que puede ya dejar de obsesionarse con todos sus defectos, y dejar de reprenderse. Todos tenemos defectos y debilidades. La buena noticia es que Dios lo sabe todo sobre nosotros, lo bueno y lo malo, y que aun asi nos ama y valora incondicionalmente. Dios no siempre aprueba nuestra conducta. No le agrada que vayamos en contra de su voluntad, y cuando lo hacemos siempre sufrimos las consecuencias y tenemos que trabajar con El para corregir nuestros pensamientos, palabras, acciones o actitudes. Y aunque debieramos trabajar por mejorar en las areas en que nos quedamos cortos, nada de lo que hagamos podra hacer que Dios nos ame menos...o mas.
Oracion: Gracias, Padre, por conocer mi valor y decirmelo en tu palabra. Gracias por ver mi potencial. Quiza no entienda todo lo que sucede en mi vida ahora mismo, pero se que tú tienes el control. Tus caminos son mejores y mas altos que los mios. Aun cuando todos los demas me rechacen, ayudame a recordar que tu siempre estas ante mis ojos, con los brazos abiertos. Gracias, Padre, por no abandonarme jamas.
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