EL RELATO DE GÉNESIS SOBRE LA CREACIÓN del sábado habla de tres cosas que Dios hizo en conexión con él, y que se confirman en la fraseología del cuarto mandamiento. La primera de ellas es que Dios descansó. La palabra hebrea de la que se traduce el verbo descansar, significa primariamente cesar. Es natural que cuando uno cesa, descansa. De allí que la idea de descansar está también en el ámbito conceptual de esta palabra. Pero el Génesis y el cuarto mandamiento nos hablan de cesar. Es obvio que Dios no cesó porque estaba cansado, sino porque concluyó la creación material. Como nuestro texto lo dice claramente, «descansó porque había terminado la obra» de la creación.
Es interesante que Dios haya decidido cesar después de seis días de creación. Como lo leyó ayer, al dejar de crear cosas materiales, creó el sábado para conmemorar su creación. De este modo, el descanso divino fue en sí otra creación de Dios. Por eso, el texto hebreo original del relato del Génesis dice: «El séptimo día concluyó Dios la obra que hizo» (Gen. 2: 2; RV95). El Señor concluye el séptimo día de su obra creadora. El último acto de la creación divina. Eso nos confronta con la paradoja de que Dios, al dejar de crear, creó. Lo que el Señor creó fue un día de cesación, un día descanso. Estableció un día libre; un día festivo, cada semana.
El cuarto mandamiento usa ese acto de cesación divina, ese descanso de Dios, como paradigma para los seres humanos. Es decir, nosotros debemos descansar porque el Señor nos dio el ejemplo. Significa que Dios planeó el descanso para los seres humanos. Como el Señor no se cansa, sino que cesó de crear en el séptimo día, lo hizo para darnos una enseñanza. Él nos enseñó que debemos descansar o cesar de nuestro trabajo.