Hola mis amados:
Cuando pensamos en los demás y no en nosotros mismos estamos haciendo lo correcto, en esta carta nos dan unas pautas para que las sigamos y podamos ser mejores cada día, que los demás puedan notar que hay en nuestro interior y por tanto, siendo transparentes seamos leídos por la Palabra que mora en nuestro corazon.
CARTA PARA UNA VIDA.
¿Por qué te portas como si tuviera que prevalecer tu criterio?
¿Por qué te portas como si fueras infalible?
¿Por qué te portas como si fueras el único dueño de la verdad?
Hay que dar alternativas, no decisiones.
Dar ideas, no soluciones.
Dar otra visión, pero sin llevar de la mano a los demás.
Marcar el camino, sin atrapar la voluntad.
Sugerir, sin presionar.
Aconsejar, sin obligar.
Proponer, sin forzar.
Advertir, sin censurar.
Reflexionar, sin imponer.
Hay que "mostrar", pero sin quitarle al otro su derecho de escoger.
Pues a cada uno le gusta realizarse por su propia voluntad y enmendar los errores por su propia experiencia.
Hay que respetar la libertad de cada uno para hacer su trabajo, trazar su dirección, sembrar su tierra, adornar sus sueños, desarrollar sus facultades y ¡terminar su obra!
A ver si al final puede llenarse las manos con ella.
LA ZORRA Y EL LEON ANCIANO.
Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
"Claro que hubiera entrado", le dijo la zorra, "si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que llegara a salir".
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.
Fábula de Esopo
La fábula de hoy pareciera corroborar que a muchos de nosotros nos gusta jugar con el peligro... tal vez nos entusiasme el torrente de adrenalina por nuestro sistema cardiovascular. Pero lo cierto es que la razón por la que el Señor nos advierte del peligro (y siempre lo hace) es para que sepamos hacer los ajustes correspondientes. Lo maravilloso es que no sólo tenemos que aprender de nuestros errores (lo que requeriría que malgastásemos nuestras vidas sin contribuir gran cosa a la colectividad) sino que podemos aprender de los demás, en especial de los que nos precedieron. ¿Y qué mejor enseñanza que las que nos legaron los personajes de la Biblia, en especial en su relación con Dios?
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA