Hola mis amados:
Es un tema trascendental el de la ofensa, por ello lo exponen a continuación para que nos quede claro cómo proceder cuando debemos pedir perdón o cuando recibimos la ofensa nosotros, no se debe dar lugar al rencor, a la venganza o cualquier otro sentimiento que no sea agradable al Señor, solo hay cabida para el amor que nos lleva a ser perdonadores y comprensivos.
“TRATANDO CON LA OFENSA”
Por DaRonn Washington
Jesús consideró era la parábola más importante, la historia del sembrador en Marcos, capítulo 5. La historia habla de un sembrador, un tipo de semilla y cuatro diferentes tipos de terreno. Cuando estudiamos éste pasaje de las Escrituras, debemos tomar en cuenta que está hablando de la manera en que recibimos la Palabra de Dios cuando es enseñada. En el pasaje, el problema no es necesariamente el sembrador o la semilla, sino con el terreno. Si estamos preparados para recibir la Palabra de Dios, vamos a recibir más cuando sea enseñada. Hoy me gustaría examinar mejor el segundo tipo de semilla, la semilla sembrada en terreno pedregoso, y cómo la Biblia nos enseña a reaccionar ante la ofensa.
El testimonio de un predicador
Recuerdo escuchar una historia que relató Billy Joe Daugherty, pastor del Centro Cristiano Victoria, una iglesia de 14.000 miembros en Tulsa, Oklahoma. Él compartió la historia de cuando estaba hablando con T.L. Osborn, uno de los pioneros de las cruzadas de sanidad masiva. Osborn tenía varios años en el ministerio, así que aprovechó la oportunidad de hacerle una pregunta respecto al ministerio. “Hermano Osborn, ¿qué es lo más importante que puede decirme para ser exitoso en el ministerio?” Sin dudar, T.L. respondió diciendo: “si no guardas amargura, serás exitoso en el ministerio”. Es interesante que a través de todos los años de ministrar para el Señor en todo el mundo, T.L. Osborn diera el mejor consejo que podía dar, es decir no guardar amargura. Esto nos muestra que la ofensa es una influencia negativa muy grande en la vida de los cristianos.
Todos se ofenden
Al comenzar este estudio, pienso que es importante darnos cuenta que todos se ofenden en algún momento de sus vidas. Algunas veces la gente dice algo que no nos gusta, o a ellos simplemente no les gusta lo que hacemos, y eso nos ofende. Algunas veces la gente ni siquiera hace nada, y nos ofendemos. Todos nos ofendemos.
Lucas 17:1 “Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen!”
La Biblia dice que es imposible que las ofensas no vengan. En otras palabras vamos a ofendernos de vez en cuando. Así que, alguien va a decir o hacer algo que no nos va a gustar, y nos ofenderemos como resultado. Pero Lucas también nos muestra que la ofensa va a afectar la salud de nuestra vida cristiana. Así que la pregunta no es si vamos a ofendernos, la pregunta es cómo reaccionamos ante las ofensas.
Volviendo a ver la definición de ofensa
El otro día hemos hablado de la definición de la ofensa. La ofensa se define como:
“Algo que en principio desafía tu código de conducta moral o social. En segundo lugar, te insulta o te indigna. Finalmente, algo que hace que tropieces”.
Cuando nos ofendemos, generalmente estamos caminando por una senda que va progresando. Comienza simplemente notando que algo nos molesta, hasta que se transforma en algo que provoca ira contra otra persona. La ofensa es un tipo de cáncer en el cuerpo de un cristiano porque destruye a la persona que la tiene, más que a la persona con la que se ha ofendido.
Los resultados cancerosos de la ofensa
• La ofensa permite que la persona que la tiene pierda su paz.
• La ofensa permite que la persona que la tiene pierda su gozo (Nehemías 8:10).
• La ofensa te aparta de caminar bajo el paraguas de la gracia de Dios (Hebreos 12:15).
• La ofensa logra que rompas el mandamiento de amor (Lucas 6:28).
• La ofensa te lleva por un camino hacia el pecado. •
El camino de las ofensas
Anteriormente hemos hablado un poco sobre los efectos de guardar amargura y ofensa, pero en ésta sección me gustaría examinar el camino de la ofensa. La Biblia nos enseña que la ofensa es seductiva y nos guía por un camino de auto justificación y finalmente de constante pecado. Como cristianos saludables, debemos ser capaces de identificar cuándo estamos caminando por el camino de la ofensa, y tomar los pasos necesarios para dejar de hacerlo.
Génesis 4:7 “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.
En Génesis 4 vemos que desde el principio el hombre ha tenido que lidiar con la ofensa. Caín y Abel trajeron su sacrificio al Señor. Dios aceptó el sacrificio de Abel, pero rechazó el de Caín. Caín se ofendió y como resultado mató a su hermano. Antes de que sucediera el incidente Dios podía ver el camino por el cual Abel estaba caminando. Él se refiere a esto en Génesis 4:7.
La traducción de El Mensaje lo pone de ésta manera:
“Dios habló a Caín: “¿Por qué éste berrinche? ¿Por qué este mal humor? ¿Si lo hicieres bien, no serías aceptado? Y si no lo haces bien, el pecado está esperando por ti, listo para saltar; está ahí para alcanzarte, tienes que dominarlo”.
En el caso de Caín, la ofensa llegó con una simple observación “Dios no aceptó mi ofrenda”. Luego comenzó con una comparación “Dios aceptó la ofrenda de Abel”. Luego una acusación. “Abel debe pensar que es mejor que yo”. Luego entra la ofensa “¿Quién se cree que es él?” Luego, la elección de un curso de acción “lo mataré”. Finalmente un pecado. Dios le advirtió sobre éste camino. Caín perdió la batalla en sus pensamientos porque ni Abel ni Dios dijeron que Abel era mejor que Caín. Caín llegó a esa conclusión, la ofensa se estableció, Caín la aceptó y se produjo el pecado.
Mateo 5:21-22 “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”.
Mateo 5:43-48 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
La ofensa es la carnada de Satanás
Recuerdo haber escuchado una historia sobre gente que estaba cazando monos en el África. El documental era muy interesante porque explicaba que un mono es un animal muy inteligente y que es casi imposible capturarlo. Básicamente tienes que tenderle una trampa para atraparlo. La gente de las tribus cavaba un pozo en el suelo donde el mono pudiera verlo. Luego tomaban un objeto brillante y lo agitaban a la vista de los monos. Después de que habían conseguido la atención del mono, ellos ponían el objeto en el agujero y lo escondían detrás de un árbol cercano y esperaban. El único problema era que el agujero era lo suficientemente grande como para que entrara la mano del mono, pero una vez que él agarraba el objeto era muy grande para sacarlo. Literalmente, los hombres de la tribu se acercaban y golpeaban al mono con un palo repetidas veces hasta que moría, y el mono nunca soltaba el objeto.
En el Cuerpo de Cristo, yo creo que muchos de nosotros nos comportamos de la misma manera con la ofensa. Nos aferramos a la ofensa sin importar cuán peligrosa es en nuestras vidas, y que literalmente nos mata por dentro. Un cristiano saludable sabe como enfrentar la ofensa y desecharla.
Algunos consejos cuando se trata de enfrentar la ofensa
1. Ofenderse es una elección. Cuando nos ofendemos es porque hemos elegido ofendernos. Podemos elegir estar ofendidos, o no estarlo.
2. La regla de oro de la ofensa: “cuando nos ofendemos, generalmente estamos equivocados”. La mayor parte del tiempo, estamos equivocados cuando nos ofendemos. Estamos en un error simplemente por el hecho de que nos hemos permitido caminar por esa senda.
3. Todos se ofenden de vez en cuando, pero no debemos permanecer ofendidos. La Biblia nos dice que es imposible que no vengan las ofensas. Así que nos ofenderemos de vez en cuando. La idea es no permanecer ofendidos. Deséchala antes de que comience a matarte.
4. Aléjate de las personas que alimentan la ofensa. Existe un dicho: “No te alejes lentamente de las personas negativas, ¡huye de ellas corriendo!” No puedes desactivar continuamente la ofensa frecuentando personas que se ofenden fácilmente.
5. Reconoce las señales. Cuando estás enojado, herido, listo para explotar, etc. Éstas son señales de que has sido ofendido. No trates de justificarla. Identifícala. Trata con ella y perdona.
Hebreos 12:14-15 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”.
Que cada dia de nuestra vida lo vivamos con la dirección Señor que desea que le imitemos, que seamos pacientes, llenos de amor, entendiendo que no somos perfectos y que vamos en ese camino porque tenemos al Perfecto de nuestro lado, que perdonar es maravilloso y especial, porque lo hemos recibido de pura gracia, sin merecerlo, pero El que es Fiel y Justo nos ama en gran manera, por tanto imitemos Sus pasos.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA