Hola mis amados:
Sentir perdón es algo indescriptible, más cuando este proviene de lo Alto, saber y entender que solo Jesús nos perdona, porque nos ama de una manera inimaginable, pues Su amor no lo alcanzamos a comprender y Su bendita sangre es la que nos limpia de todo pecado, por eso no dejemos de acudir cuando le ofendemos, haciéndolo encontraremos el dulce perdón y Su paz que sobrepasa todo entendimiento
EL PERDON
Cuando hemos cedido a la tentación, una de las primeras cosas que nos preguntamos es si Dios aún nos ama. Saber que El sigue ofreciéndonos el perdón nos da consuelo y confianza.
El perdón es la piedra angular del mensaje de salvación. Dios nos amó tanto que envió a su Hijo a este mundo para que muriera por nosotros y nos diera vida eterna (Juan 3:16).
Jesucristo hizo lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos: pagar la deuda de todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Una vez que su sangre nos limpia, la mancha del pecado queda borrada para siempre. Todos los que se convierten a él pueden esperar lo mismo.
Para que el perdón de Dios pueda tener efecto necesita de dos cosas: pecado que haya que perdonar y Alguien que perdone al culpable. Jesucristo es nuestro abogado ante el Padre (1 Juan 2:1).
Cuando nuestro enemigo nos acusa de haber pecado, Cristo sale en nuestra defensa y declara Su amor eterno y fiel hacia nosotros.
No hay pecado que sea mayor que el perdón de Dios. Una vez que recibimos el perdón de Dios, El nos restaura y nos infunde esperanza en todo aspecto de nuestra vida.
Podemos regocijarnos en el hecho de que no hay poder mayor que el amor de Dios hacia nosotros.
ELCAPULLO SE ARRIESGA.
Me encantó la cita que leí en AsAManThinketh: “Y llegó el día en que el riesgo a correr al quedarme dentro del capullo era más doloroso que el riesgo a tomar al florecer” (Anais Nin). Me llevó a pensar.
Un capullo, cuando cerrado, está protegido del viento y la lluvia. Sus pétalos delicados y su estigma están encerrados, libres de daños, arropados juntitos y seguros. ¡Pero la presión crece! Algo las empuja, una contra la otra y el chisme es que en la cima del capullo, ¡la cubierta protectora se ha partido y algunos de los pétalos están siendo empujados hacia afuera!
En realidad algunos de los pétalos estaban entusiasmados de ser libres, de poder moverse como quisieran, de saludar al sol del que habían oído tanto. Pero otros eran más cautelosos, ¡temiendo cambios innecesarios! Ahora regresa el informe de los pétalos superiores de que el sol estaba apagado y que estaban siendo azotados por el viento. Intentaban volver al capullo y todo lo que lograban era aumentar la rotura, exponiendo a otros pétalos.
¡Un gran pétalo estaba muy callado en toda la discusión resultante! Sabía que ahora estaba cerca al sol. ¡Había esperado tanto! Empujó con toda su fuerza. ¡Podía ver a la rotura justo sobre él ahora! Debo intentarlo otra vez, decidió. ¡Necesito echarle una mirada! Así que se enfocó y lo intentó de nuevo.
Empujó y empujó hasta que la presión fue demasiada para el capullo y se partió por un costado. ¡El pétalo volteó sus ojos hacia afuera! ¡Qué maravilla! ¡Qué aire tan fresco! ¡Los olores! ¡El perfume! ¡Las posibilidades! ¡La libertad!
“¡Es maravilloso, simplemente maravilloso!” gritó a los pétalos tras él. “¡Vengan, mostrémosle al mundo cuán hermosos somos!” les urgió. “Pero, ¡el riesgo!” argumentaron los demás pétalos, “¡Quedémonos aquí… es más cómodo ahora que el capullo está roto!” Justo entonces se oyó una vocecita fuera: “Papito, ven rápido. ¡El capullo se está abriendo! ¡Mira el hermoso color!” “¿Puedes oler el perfume?” fue la respuesta. “No, Papito, ¡no hay olor!” “Podrás olerlo cuando todos los pétalos se abran. Será maravilloso”.
Los pétalos se quedaron en silencio por unos momentos. ¡De repente comprendieron! Florecer, ¡eventualmente les costaría todo! ¡Pero para ello habían sido creados! ¡Quedarse en el capullo y morir en la parra era impensable! “Necesitamos florecer. Necesitamos empujar todos juntos. Necesitamos ser el mejor y más atractivo florecimiento. ¡Entonces las abejas vendrán y beberán de nosotros y aunque muramos, en realidad viviremos para siempre!”
Una semana después un satisfecho pétalo yacía bajo la parra, soplado junto a la cerca. Su color se desvanecía, pero su perfume todavía permanecía fuerte. Lo habían hecho bien. La niñita los habían admirado todos los días, pero más importante aún, se habían abierto al sol por completo y las abejas habían venido. Y mientras miraba a la parra, ahora podía ver la hinchazón, justo debajo de los últimos pétalos que hablaban de fruto, con su promesa de vida nueva.
Cerca de él en la tierra yacía un capullo… nunca se había abierto al sol. La parra lo había dejado caer al suelo como inútil. Cuán triste nunca haber experimentado el sol, ¡nunca haber alcanzado la realización! ¡Cuán agradecido estaba de haber sido aquel gran pétalo con la visión y el valor de guiarlos hacia afuera!
Jo Wanmer
Fuente: www.AsAManThinketh.net
Son muchos los que añoran una vida libre de cambios… en “estado estable”, sin darse cuenta de que aquello es una quimera, una virtual imposibilidad en nuestro mundo. Lo único constante en la vida es el cambio. No se trata si van a venir cambios sino cuántos enfrentaremos hoy.
La fábula de hoy nos muestra que aunque se corren riesgos a veces muy grandes al atrevernos a buscar algo mejor…la recompensa más que lo justifica. Por otro lado, el aferrarnos a lo que ya hemos vivido como si pudiésemos hacerlo, acaba por llevarnos al desastre. Aprendamos del capullo que se arriesgó.
Raúl Irigoyen
Luchar y continuar adelante es algo que nos produce el tesón, las ganas de avanzar, de no detenernos asi haya habido inconvenientes, las adversidades y las luchas nos hacen mas fuertes, por eso asi sea por poco tiempo, pues la vida es corta, hagamos las cosas bien como para el Señor y dando lo mejor de nosotros.
Los amo y bendigo Jesucristo.
MAGNOLIA