Hola mis amados:
Si en nuestro corazón abunda el amor no tenemos porque demeritar a alguien, debemos aceptar a las personas como son, tolerantes y comprensivos, ayudar a quien lo necesite y dejar huella en los demás, que valoremos a las personas por lo que son, por lo dones y talentos que poseen y aprender de tanto que nos pueden enseñar.
NO DEMERITES A NADIE
No condenes al que se equivoca.
No ridiculices a nadie, ni en público ni en privado.
No menosprecies a quien tiene un defecto físico.
No te burles de otra persona, ni de su figura, ni de su origen, ni de su familia, ni de su ocupación.
No entables controversias con nadie.
No hagas declaraciones categóricas que desacrediten a tu prójimo.
No repruebes, en forma tajante, los gustos ajenos, pues con esto, sólo ganarás antipatías y el rechazo de tus víctimas.
Evita crear resentimientos con los agravio a tus semejantes.
La persona más culta es la que logra que con ella se sientan a gusto el mayor número de personas.
EL PRESIDENTE Y EL MUCHACHO.
Un joven soldado de la Unión perdió al hermano mayor y al padre en la batalla de Gettysburg. El soldado decidió ir a Washington, con la intención de entrevistarse con el presidente Lincoln y pedirle que lo exceptuara del servicio militar, para poder volver a su casa y ayudar a su madre y a su hermana en las labores agrícolas.
El guardia que estaba de turno en la Casa de Gobierno le comunicó que no podía ver al Presidente, ya que estaba muy ocupado. Le ordenó que se fuera y volviera al campo de batalla.
Desilusionado, el soldado se sentó en un banco de la plaza cercana de la Casa Blanca. Allí estaba, sin saber qué hacer, cuando se acercó un niño adonde estaba y viéndolo triste, le preguntó qué le ocurría. El soldado le contó su historia.
-Yo puedo ayudarlo -sentenció el muchachito, conmovido.
Tomando la mano del soldado, lo llevó de vuelta al portón de la Casa Blanca. Aparentemente el guardia no los vio, pues no fueron detenidos. Caminaron directamente hasta la puerta del frente de la Casa Blanca y entraron. Allí dentro, pasaron delante de generales y oficiales, pero ninguno dijo una palabra. El soldado no entendía lo que sucedía.
Finalmente, llegaron al Salón Oval, donde el Presidente estaba trabajando. El muchachito simplemente entró, conduciendo al soldado. Detrás del escritorio, estaban Abraham Lincoln y el Secretario de Estado examinando planes de batalla.
El Presidente miró al niño y luego al soldado, y dijo:
-Buenas tardes, Todd. ¿Puedes presentarme a tu amigo?
Y Todd respondió:
-Papá, este soldado necesita hablar contigo.
El soldado le hizo el pedido al presidente Lincoln, y allí mismo obtuvo la licencia que necesitaba.
Acuérdate de que nosotros también tenemos acceso al Padre celestial por medio de su Hijo, Jesucristo. Él es nuestro intercesor, y podemos ir a su presencia en cualquier momento y hora.
Efesios 2:13,18 Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo... Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.
Hermoso este ejemplo que nos muestra como es Jesus con quien le tiene en el corazón, es el mediador para tener acceso al trono Celestial donde esta nuestro Padre amado, es el camino y abogado maravilloso que nos ayuda y saca de todo lo que no podemos por nosotros mismos, como es Todopoderoso dependamos de Su divina guianza.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIAe