Hola mis amados:
Todos podemos tener un liderazgo maravilloso, pero siempre habrá algo que impide que avancemos, que seamos eficientes porque no siempre se hacen las cosas mal, en este ejemplo nos muestran que tremendo es caer en lo que no se debe y por ende los resultados de esas decisiones se verán, cuidado enteonces en permitir que esto nos pueda suceder.
LIDERES ANEDONICOS.
Estaba sentado en su escritorio. Sus ojos hundidos en profundas sombras, espesas ojeras sepultaba el brillo de su mirada. Sus cabellos eran una madeja de hilos sin ordenar y sus barbillas con los rastros evidentes de la apatía por afeitar.
Pastor de una iglesia en crecimiento y con una carrera desenfrenada de eventos, construcciones, reuniones interminables y un rosario permanente de llamadas telefónicas que interrumpían nuestros pocos minutos de ligeros saludos. En el estrecho zaguán de nuestra rápida conversación me expresó que casi no podía dormir y tenía que tomar pastillas tranquilizantes para poder conciliar el sueño pero que los efectos eran casi nulos.
Mientras lo miraba me preguntaba si ese era el cuadro diseñado por Dios para ese líder cristiano. Si acaso era el deseo de Dios que las deudas acumuladas para pagar sus sueños realizados enmarcaban dentro del diseño divino. Fue entonces cuando mis pensamientos se vieron interrumpidos por el pasaje de Biblia que narra la historia de un exitoso líder en su carrera de ascenso y su rápida estruendosa caída.
En el Segundo Libro de Crónicas 26:1-23, narra la típica historia de un Rey que pinta el cuadro perfecto de un líder anedónico. El Rey Uzías. Veamos la historia.
“Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, el cual tenía dieciséis años de edad, y lo pusieron por rey en lugar de Amasías, su padre. Uzías reconstruyó a Elot y la restituyó a Judá después que el rey Amasías durmió con sus padres. De dieciséis años era Uzías cuando comenzó a reinar, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén. Él hizo lo recto ante los ojos del Señor, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías, su padre. Persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, el cual era entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó al Señor, él le prosperó.
Dieron los amonitas presentes a Uzías y se divulgó su fama hasta la frontera de Egipto; porque se había hecho altamente poderoso.
Edificó también Uzías torres en Jerusalén, junto a la puerta del ángulo, junto a la puerta del valle y junto a las esquinas; y las fortificó.
Asimismo edificó torres en el desierto y abrió muchas cisternas; porque tuvo muchos ganados, así en la Sefela como en las vegas, y viñas y labranzas, así en los montes como en los llanos fértiles; porque era amigo de la agricultura.
Tuvo también Uzías un ejército de guerreros, los cuales salían a la guerra en divisiones.
Uzías preparó para todo el ejército escudos, lanzas, yelmos, corazas, arcos y hondas para tirar piedras.
E hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros, para que estuvieran en las torres y en los baluartes, para arrojar flechas y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso”.
Hasta acá podemos ver un liderazgo impresionante. Éxitos, Triunfos, fama, logros.
Nunca olvidemos que una cosa es proyección, productividad, visión y unción y otra cosa es convertirnos en esclavos del ministerio sacrificando los principios básicos de la vida espiritual, personal, relacional y familiar. Todos los éxitos de Usías terminaron en lo que describen los próximos versos lo cual fácilmente me llevan a pensar que es el cuadro inigualable de lo que es un líder anedónico.
Verso 16 del Capítulo 23 de 2 Crónicas sigue narrando:
“Pero cuando se hizo fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra su Dios, entrando en el templo del Señor para quemar incienso sobre el altar del incienso.
Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes del Señor, hombres valientes, que se opusieron al rey Uzías y le dijeron: «No te corresponde a ti, rey Uzías, el quemar incienso a Dios, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has pecado, y tú no tienes derecho a la gloria que viene de Dios».
Entonces Uzías, que tenía en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira contra los sacerdotes. En ese momento le brotó lepra en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de del Señor, junto al altar del incienso.
Cuando el Sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes lo miraron, se dieron cuenta de que tenía lepra en su frente. Entonces lo hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio prisa en salir, porque Dios lo había herido.
Así el rey Uzías quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa del Señor; y Jotam, su hijo, se hizo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra. Durmió Uzías con sus padres y lo sepultaron con sus padres en el campo de los sepulcros reales; porque dijeron: «Leproso es».
¿Dónde estuvo el tropiezo de Usías?
¿Acaso no era un líder lleno de éxito?
¿Qué es éxito?
¿Es tener acaso la Iglesia más grande?
¿Es tener el nombre más aplaudido?
¿Es acaso ser el más brillante orador?
Uzías desarrolló plan tras plan, visión tras visión, proyecto tras proyecto y cuando ya no veía que más hacer quiso usurpar el papel del Sacerdote. Un líder anedónico se caracteriza por querer más y más aunque eso represente herir al pueblo a quienes trabajan cerca de él.
Uzías no quiso oír lo que el Sacerdote y otros líderes le dijeron y se llenó de ira contra ellos. Esa es una característica de un líder anedónico, ya no oye, ya no disfruta los pequeños logros del ministerio y está en una carrera desenfrenada por más y más y se llena de ira, pierde el control cuando alguien se le opone a sus nuevos proyectos. El final es triste Uzías terminó aislado con lepra. Ese es el final de un líder anedónico, termina solo, aislado con lepra en el alma.
Éxito a la luz divina es vivir , moverse y ministrar a la luz de los principios divinos, estando ubicados en el plan perfecto de Dios para nuestra vida. Es disfrutar poco a poco los logros dados por Dios, saboreando cada instante primero en la presencia divina y segundo aprendiendo a deleitarse en casa paso dado dentro de esa ubicación eterna.
Por ahora es necesario que nos preguntemos si nuestro ministerio está funcionando por la inspiración y motivación divinas o simplemente empujados por la fuerza de la competencia y el éxito que otros tienen cerca de nosotros.
¿Qué entendemos entonces por líderes Anedónicos?. La Expresión anedónicos se desprende de la anedonia.
Anedonia es la incapacidad de experimentar placer. Dios nos ha dado la capacidad de experimentar el genuino y verdadero placer. Es un placer estar en su presencia, es un placer ver como Dios obra, es un placer sentir como Dios usa nuestra vida para fluir y tocar vidas.
El ministro amigo a quién describí al principio había perdido el placer de estar a solas con Dios por sus múltiples compromisos y proyectos, pero a lo largo de su ministerio Dios le había concedido pequeños y medianos logros, los cuales no logró saborear ni disfrutar, porque un nuevo plan, una nueva construcción y una nueva “visión” llegaron a tocar la puerta de sus desesperación.
No había tiempo que perder, había que correr para lograr otra meta más. Uzías experimentó exactamente lo mismo. En su carrera desenfrenada preparó el camino para su auto destrucción.
“Anedonia es no tener alguna cosa en tu vida que mueva tu corazón” Archibald Hart.
El Dr. Archibald D. Hart en su libro Thrilled to Death (Emocionado hasta Morir). Describe esta sensación conocida como la anedonia cuando dice: “Cuando sobrecargamos el centro del placer en el cerebro conseguidos niveles de estimulación sin darnos el tiempo de procesar los primeros, el resultado es un declive en la habilidad de nuestro sistema de placer de experimentar gozo en las cosas ordinarias y simples de la vida”.
Servir a Dios trae grandes satisfacciones. Muchas de esas satisfacciones vienen en paquetes pequeños. Nuestra sociedad nos ha llevado a despreciar los paquetes pequeños de la vida para correr desenfrenada tras los paquetes grandes. Como líderes disfrazamos muchas veces esa pérdida de placer por lo que Dios hace en medida pequeña, disfrazando nuestra anedonia con la palabra Visión. Entonces decimos al pueblo que Dios nos ha entregado una nueva Visión. Un nuevo proyecto, Una Nueva Tierra prometida.
El costo de la visión no importa. Al fin y al cabo no somos nosotros los líderes los que la pagamos, sino el pueblo, pero nuestro alto precio es cansancio, stress, noches sin dormir porque hay cuotas que lograr y montos que pagar y nos desgastamos en la almohada buscando el mecanismo como convencer al pueblo de que den más y más. Es una carrera sin fin y sin meta.
“A veces parecemos ratas en una jaula corriendo en la rueda como locos sin realmente llegar a ningún lugar”. Dr Archibald Hart.
La Biblia nos presenta al Señor Jesús alimentando cinco mil personas con un paquete pequeño de unos panes y unos peces en las manos de un niño. El milagro ocurrió. Jesús se tomó el tiempo para saborear el milagro hecho por Dios. Me lo imagino viendo con rostro de satisfacción como los niños. Jóvenes, adultos y ancianos en grupos de cincuenta saciaban su hambre.
Si Jesús hubiese padecido de anedonia, le hubiera dicho a los discípulos hoy alimentamos cinco mil, mañana lo haremos con 10 mil y la próxima semana con 20 mil. No, Él no lo hizo, porque no tenía nada que demostrar y ninguna pista por correr. Es más en Juan 6:22, 24,25,26,60,61,66-69 la Biblia dice que al día siguiente llego la multitud buscándolo y El les dijo estas palabras:
“Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos.
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaúm, buscando a Jesús.
Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron:–Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Respondió Jesús y les dijo:–De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron:
–Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: Esto os escandaliza?
Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.
Dijo entonces Jesús a los doce:
–¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro:
–Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’.
Jesús no busco más multitudes. No se fijo una nueva meta impresionante. Él mismo en Juan 5 había dicho que el Hijo no haría ninguna cosa sino lo que veía hacer al Padre. Que el Padre le revelaría sus secretos al Hijo.
Cuanto necesitamos nosotros como líderes ser sumergidos en el estaque de la sumisión al Padre para vivir en sus propósitos sin caer en la montaña rusa de las emociones fracturadas por un declive en la capacidad de experimentar placer dado por Dios en lo que él nos permite vivir y lograr.
El Dr. Archivald Hart en su libro Thrilled to Death enfatiza lo siguiente: “ En sus subidas y bajadas en la escala del placer, como el yo-yo, muchos hoy están comenzando a sufrir de un desorden emocional llamado Desbalance hedónico . Esto significa que el centro del placer puesto por Dios en el cerebro para que cuando logres algo o hagas algo bueno y agradable experimentes placer, ese centro ya no está trabajando apropiadamente y esa pérdida de la habilidad de sentir placer afecta cada aspecto de nuestra vida, de la sexualidad a las adicciones, de las relaciones a la espiritualidad. Incluso nuestra capacidad de experimentar a Dios a totalidad es seriamente comprometida cuando sufrimos de los que se llama anedonia.
Un líder anedónico es aquel que ya ha dejado de disfrutar las pequeñas metas de la vida y ha dejado de saborearlas y ha emprendido la carrera desesperada a lograr más y más y más”.
No tiene esto que ver con detener la capacidad de soñar o ir más allá de los límites ni tampoco con caer en el conformismo y el estancamiento, sino en ir paso a paso en el camino marcado por Dios sin dejarnos arrastrar con los movimientos nuevos que proyectan prosperidad, riqueza, suntuosidad, aplausos y competencia con otros ministerios.
Dios no nos ha llamado a ser Líderes exitosos sino líderes fieles. Fieles a Dios quién nos llamó, Fieles a nuestros dones y ministerios dados por él sin copiar a otros, fieles al pueblo a quién Dios nos llamó a servir y no para que nos sirvan, fieles a la comunidad no creyente quienes miran atentamente a quienes no llamamos representantes de Dios en la comunidad.
Después de 40 años en el ministerio, luego de sufrir de anedonia algunas veces y considerar lo que realmente vale en la vida, he encontrado que los mejores momentos en el liderazgo es cuando me he tomado el tiempo necesario para ver las cosas pequeñas de la vida como las alas de una mariposa, la flor en el camino, la sonrisa del niño y el alma salvada en el altar sin correr a buscar más números y más proyectos. También he disfrutado de los momentos cuando Dios me reta y desafía a algo que jamás estuvo en mi mente pero si en el corazón de Dios y al aceptar esos retos he visto que vienen de Dios porque él ha provisto todo lo que necesitaba para llevarlo a cabo sin perder el sueño en la noche y manteniendo la sonrisa en el rostro mientras las gotas de lluvia caen en el rostro como una caricia divina.
“Placer es una parte saludable y necesaria de la experiencia humana. Es lo que nos capacita para experimentar la belleza de la vida!”. Dr. Archibald D. Hart.
Reflexionemos ahora para saber si estamos sufriendo de anedonia:
¿Estoy disfrutando el servir a Dios en lo que hago y dónde estoy?
¿Estoy siendo fiel a lo que Dios quiere realmente que haga?
¿En medio de mis compromisos ministeriales estoy disfrutando a mi cónyuge y mis hijos? ¿O el ministerio me está restando tiempo para estar con ellos?.
¿Tengo tiempo suficiente para descansar y recuperarme del desgaste que me produce el ministerio o estoy corriendo más y más?
¿Tu Ministerio interfiere con tu vida personal?
¿Está el ministerio destruyendo la vida de tu familia?
¿Tu ministerio se está convirtiendo en una prisión? ¿Eres un esclavo de la obra?
¿Estoy teniendo tiempo para estar a solas con Dios poniendo mis planes en el altar para que Dios los destruya si es necesario?
¿Están las deudas de los proyectos y visiones destruyendo mis noches y robándome los buenos tiempos durante el día?
¿Estoy presionando, corriendo y pensado que nuevo evento realizar, conferencia que dar para lograr el dinero de ganancia que me permita seguir sosteniendo mi sueño anedónico?
¿Esta la gente que me rodea experimentando cansancio por el ritmo de exigencia y trabajo que les he impuesto?
¿Es lo que hago la única fuente de placer?
Entonces cada una de estas respuestas me dirá si es tiempo de parar, enfocarme, recomenzar, desconectarme de sueños y proyectos, metas e ilusiones para conectarme con Dios y con la gente.
Que Dios te siga sosteniendo el resto del camino, es el deseo de su hermano y amigo.
Dr. Serafin Contreras Galeano.
Maravillosa enseñanza que nos muestra lo que no debemos hacer, que los impulsos de las emociones no nos hagan equivocar sino que con la guianza del Señor le obedezcamos y disfrutemos de los logros pequeños que son especiales, todo lo que logremos es por la gracia de Dios y solo El recibe la Gloria, que nuestra obediencia haga sonreir al Señor.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11
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