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★:..★R E F L E X I O N E S★:..★: ¿TU..? Y EL BIGOTE DEL TIGRE
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: MAGVBIL  (Mensaje original) Enviado: 12/01/2013 23:08

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Hola mis amados:

Si somos íntegros y siempre nos mostramos 
como somos sin hipocresías, notaran que 
somos sinceros, que aunque tengamos 
defectos deseamos dar lo mejor de nosotros, 
dejemos huella en los demás para que nos 
imiten más adelante y veremos porque ha 
valido la pena vivir, porque todo fue con amor. 

 ¿TU..?

Si eres lo que eres, sirve, ama, da; 
pero nunca digas que eres más que los demás.
Si eres sabio, calla.
Que el mundo descubra en ti la sabiduría.
en esa sonrisa que das a la anciana,
en ese saludo que das al amigo,
en esa caricia que haces al niño,
¡entrégate!

El mundo está cansado de oír:
"yo soy", "yo hago", "yo sirvo".

Pregúntate desde ahora:
"¿Quién soy?",
"¿Qué hago?",
"¿A dónde voy?";

..y sé tan sabio para enseñar a los demás 
en tu acción más pequeña que, dándolo todo, 
parezca que no das nada.

EL BIGOTE DEL TIGRE (Leyenda Coreana)
 
Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a 
la casa de un ermitaño de la montaña en busca 
de ayuda.
El ermitaño era un sabio de gran renombre, 
hacedor de ensalmos y pociones mágicas.
Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, 
sin levantar los ojos de la chimenea que estaba 
mirando dijo:
- ¿Por qué viniste?
Yun Ok respondió:
- Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme 
una poción!
- Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos necesitan 
pociones! ¿Podemos  curar un mundo enfermo 
con una poción?
- Maestro -insistió Yun Ok-, si no me ayudas, estaré 
verdaderamente perdida.
- Bueno, ¿cuál es tu problema? -dijo el ermitaño, 
resignado por fin a escucharla.
- Se trata de mi marido -comenzó Yun Ok-. Tengo un 
gran amor por él.
  Durante los últimos tres años ha estado peleando 
en la guerra.
  Ahora que ha vuelto, casi no me habla, a mí ni a nadie.
  Si yo hablo, no parece oír.
  Cuando habla, lo hace con aspereza. Si le sirvo 
comida que no le   gusta, le da un manotazo y se va 
enojado de la habitación.
  A veces, cuando debería estar trabajando en el campo 
de arroz,  lo veo sentado ociosamente en la cima de la 
montaña, mirando hacia el mar.
- Si, así ocurre a veces cuando los jóvenes vuelven a 
su casa  después de la guerra -dijo el ermitaño-, Prosigue.
- No hay nada más que decir, Ilustrado. Quiero una poción 
para darle a mi marido, así se vuelve cariñoso y amable, 
como era antes.
- !Ja! Tan simple, ¿no? -replicó el ermitaño-. ¡Una poción!
  Muy bien, vuelve en tres días y te diré qué nos hará falta 
para esa poción.
Tres días más tarde, Yun Ok volvió a la casa del sabio de 
la montaña.
- Lo he pensado -le dijo-. Puedo hacer tu poción. Pero el  
ingrediente principal es el bigote de un tigre vivo.
  Tráeme su bigote y te daré lo que necesitas.
- ¡El bigote de un tigre vivo! -exclamó Yun Ok-. ¿Cómo 
haré para  conseguirlo?
- Si esa poción es tan importante, obtendrás éxito -dijo el 
ermitaño.
  Y apartó la cabeza, sin más deseos de hablar.
Yun Ok se marchó a su casa. Pensó mucho en cómo 
conseguiría el bigote del tigre. Hasta que una noche, 
cuando su marido estaba dormido, salió de su casa con 
un bol de arroz y salsa de carne en la mano. Fue al lugar 
de la montaña donde sabía que vivía el tigre.
Manteniéndose alejada de su cueva, extendió el bol de 
comida, llamando al tigre para que viniera a comer.
El tigre no vino.
A la noche siguiente, Yun Ok volvió a la montaña, esta 
vez un poco más cerca de la cueva. De nuevo ofreció al 
tigre un bol de comida.
Todas las noches Yun Ok fue a la montaña, acercándose 
cada vez más a la cueva, unos pasos más que la noche 
anterior. Poco a poco, el tigre se acostumbró a verla allí.
Una noche, Yun Ok se acercó a pocos pasos de la cueva 
del tigre.
Esta vez el animal dio unos pasos hacia ella y se detuvo. 
Los dos quedaron mirándose bajo la luna. Lo mismo 
ocurrió a la noche siguiente, y esta vez estaban tan cerca 
que Yun Ok pudo hablar al tigre con una voz suave y 
tranquilizadora.
La noche siguiente, después de mirar con cuidado los 
ojos de Yun Ok, el tigre comió los alimentos que ella le 
ofrecía. Después de eso, cuando Yun Ok iba por las 
noches, encontraba al tigre esperándola en el camino.
Cuando el tigre había comido, Yun Ok podía acariciarle 
suavemente la cabeza con su mano. Casi seis meses 
habían pasado desde la noche de su primera visita. Al 
final, una noche, después de acariciar la cabeza del 
animal, Yun Ok dijo:
- "Oh, Tigre, animal generoso, es preciso que tenga uno 
de tus  bigotes. ¡No te enojes conmigo!" Y le arrancó uno 
de los bigotes.
El tigre no se enojó, como ella temía. Yun Ok bajó por el 
camino, no caminando sino corriendo, con el bigote 
aferrado fuertemente en la mano.
A la mañana siguiente, cuando el sol asomaba desde el 
mar, ya estaba en la casa del ermitaño de la montaña.
- ¡Oh, Famoso! -gritó-. ¡Lo tengo! ¡Tengo el bigote del 
tigre!
Ahora puedes hacer la poción que me prometiste para 
que mi marido   vuelva a ser cariñoso y amable.
El ermitaño tomó el bigote y lo examinó. Satisfecho, pues 
realmente era de tigre, se inclinó hacia adelante y lo dejó 
caer en el fuego que ardía en su chimenea.
- ¡Oh señor! -gritó la joven mujer, angustiada- ¡Qué hiciste 
con el bigote!
- Dime como lo conseguiste -dijo el ermitaño.
- Bueno, fui a la montaña todas las noches con un bol de 
comida.
  Al principio me mantuve lejos, y me fui acercando poco 
cada vez,  ganando la confianza del tigre. Le hablé con 
voz cariñosa y tranquilizadora para hacerle entender que 
sólo deseaba su bien.
 Fui paciente. Todas las noches le llevaba comida, 
sabiendo que  no comería. Pero no cedí. Fui una y otra 
vez.
  Nunca le hablé con aspereza. Nunca le hice reproches. 
Y por fin, una noche dio unos pasos hacia mí.
  Llegó un momento en que me esperaba en el camino y 
comía del bol que yo llevaba en las manos. Le acariciaba 
la cabeza y él hacía sonidos de alegría con la garganta.
  Sólo después de eso le saqué el bigote.
- Sí, sí -dijo el ermitaño-, domaste al tigre y te ganaste su 
confianza y su amor.
- Pero tú arrojaste el bigote al fuego -exclamó Yun Ok 
llorando-.
  ¡Todo fue para nada!
- No, no me parece que todo haya sido para nada -repuso 
el ermitaño-.
Ya no hace falta el bigote. Yun Ok, déjame que te pregunte 
algo:
¿es acaso un hombre más cruel que un tigre? ¿Responde 
menos al cariño y la comprensión?
  Si puedes ganar con cariño y paciencia el amor y la 
confianza de un animal salvaje y sediento de sangre, 
sin duda puedes hacer lo mismo con tu marido.
Al oír esto, Yun Ok permaneció muda unos momentos. 
Luego avanzó por el camino reflexionando sobre la verdad 
que había aprendido en casa del ermitaño de la montaña.
~ Anónimo ~

Seamos comprensivos con los demás, todo en la vida 
requiere paciencia y amor, por eso no seamos afanosos 
ni desesperados, porque si a nosotros nos soportan 
como somos, porque no hacerlo con el prójimo? Y más 
cuando puede ser nuestro cónyuge o los hijos? Ellos 
son los más cercanos, cuanto más nos necesitan porque 
cuentan con nuestro apoyo.

Los amo y bendigo en Jesucristo.

MAGNOLIA

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MÉTELA EN TU CORAZÓN 

Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

Salmo 119:11

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