Confiar en Dios es un proceso, lo vamos conociendo, leemos Su Palabra para este fin, la fe va renaciendo en nuestro corazón, porque por el oír es que viene a nosotros y se acrecienta más y más cuanto más fuerte es la relación con el Señor, esto nos va enseñando que debemos dejar atrás el pasado, ya no lo podemos cambiar y lo que importa es la comunión con Jesús a través de Su Espíritu Santo, nos va enseñando la verdad y guiando a la perfecta voluntad de nuestro Padre Celestial, así iremos de poder en poder y de Gloria en Gloria.
LAZOS CORTADOS.
Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tú único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Génesis 22:2
Ve – El clímax de la vida de Abraham llega en el momento en que Dios le pide corte su futuro. La historia cierra algo que comenzó en el capítulo 12 con el llamado inicial de Abraham. La unidad completa, desde el 12 al 22, esa una imagen de gracia, obediencia y confianza.
Es una historia de un sujetalibros – los mismos sujetalibros que deben ser reales en nuestras vidas si vamos a ser hijos de nuestro padre Abraham.
Nos introducen a Abraham con las palabras hebreas “lech lekha” (”ve y anda”). No vemos que este hombre de Ur haya tenido percepción gradual. Súbitamente, Dios le indica que salga y salta a escena en respuesta al llamado. Por un siglo, Abram (a quién Dios renombra Abraham), sigue al Señor a “un lugar que te mostraré.”
El primer corte de la vida de Abraham viene con el llamado de Dios a “lech lekha” – a dejar a su familia, hogar, país y toda cosa a que haya estado atado, y seguir a un Dios que llama. Abraham corta las ataduras a su pasado y lo apuesta todo en la palabra de Dios.
La Escritura utiliza la frase “lech lekha” solo otra vez, en éste versículo. Este es el segundo corte. Primero, corta con el pasado. Déjalo atrás. “Yo estoy contigo,” dice Dios. Abraham sabe que Dios proveerá y protegerá.
Sí, es difícil dejarlo todo – soltarte de todas las ataduras que nos trajeron al mundo y nos dan nuestra identidad, seguridad y comunidad. Pero si hemos de seguirle, debemos cortar esas ataduras. “Lech lekha”.
Abraham tiene sus altos y bajos. La vida no siempre ha sido de armonía perfecta bajo el estandarte de Dios. Pero en el transcurso de los años, Abraham experimenta la bendición de Dios. Su sueño de vida se hace realidad. Tiene un hijo – un hijo que le traerá la promesa que Dios le había hecho.
Abraham cree que su destino está seguro y que su fe se cumplirá. Hasta el día en que escucha esas palabras de nuevo. “Lech lekha”. Es el momento de tu último corte. Si creíste que el primer corte era el más profundo, entonces no conoces a Dios.
Recuerda que Dios no ordena a Abraham que sacrifique a Isaac. El verbo “tomar” tiene el participio “na” adherido. Esto lo convierte efectivamente en una solicitud, no en una orden. Debería traducirse “por favor toma.” Abraham es libre de rehusar sin culpa moral. Este corte es completamente voluntario. Es una prueba de fe, no un mandamiento al sacrificio. Sin embargo, es una confrontación con todo lo que Abraham anhela para el futuro.
Dios cortó a Abraham de su pasado hace mucho tiempo. Abraham ha tenido que aprender a confiar en el Señor sin su red de seguridad. Ahora, Dios le pide que haga lo mismo en el futuro. “Corta la red de seguridad – ese hijo quién tú crees garantiza tu destino. Confía solo en mí y en nada más. “Lech lekha”.
¿Te ha pedido Dios que “salgas” de tu pasado? ¿Has respondido? Has caminado con El por largo tiempo, pero quizás tu futuro aun dependa de algo en tu realidad tangible. Ahora Dios te lo pide una vez más – córtalo. ¿Lo harás?
Escrito por Dr. Skip Moen
LA ESTABILIDAD DE DIOS
El Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. (Santiago 1:17)
Santiago llama a Dios “el Padre de las luces”, que era una antigua alusión judía a Dios como el Creador. Santiago escogió ese título porque se adapta a su ilustración de Dios.
Las luces son el sol, la luna y las estrellas; cuerpos celestes creados por Dios. Desde nuestra perspectiva, el sol, la luna y las estrellas se mueven, desaparecen, cambian de forma o varían en intensidad; va y viene su beneficio para nosotros. Pero con Dios no hay variación ni cambio. Dios no cambia de una condición a otra ni varía como las sombras mientras el sol se mueve. Su brillante luz de gloria y misericordiosa bondad no palidece. Su gracia nunca se opaca. Primera Juan 1:5 dice: “Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él”. Malaquías 3:6 dice: “Yo el Señor no cambio”.
Nunca decae la misericordia de Dios. Nada puede empañar su bondad ni detener su benevolencia. Sabiendo eso, no se trague el anzuelo de Satanás ni dé a luz el pecado mortal. Más bien reciba lo bueno que Dios quiere darle.
Tenemos un Dios no que no varía, que Su amor jamás cambia porque es Eterno, que día a día nos da Sus Misericordias nuevas cada mañana para que vivamos por El, con El y para El, nadie como nuestro Dios que desea que le amemos, le adoremos, le obedezcamos y sirvamos con dedicación, que bebamos de esa fuente de amor inagotable para que nuestra vida sea renovada diariamente, porque afirma la relación y aumenta nuestra fe, sigamos pues de la mano de Jesús para no caer jamás.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA